Número CCCLXXII (372)
30 de agosto de 2014
MOISÉS LO EXPLICA
Mons. Williamson
Si algún Católico busca una
explicación profunda de la locura en marcha en Gaza, debería leer a Moisés en
el Antiguo Testamento. Por ejemplo, si los israelitas no mantienen los
mandamientos de Dios, serán heridos con “locura, con ceguera y con turbación de
espíritu” (Deut.XXVIII,28) entre otras muchas maldiciones. Como dijo el Padre
Meinvielle, los judíos son una raza teológica y no pueden escapar de su destino
teológico – están ligados a Dios como ningún otro pueblo en la tierra.
En Deuteronomio, Moisés
está dando a los israelitas sus últimas solemnes instrucciones antes que entren
en la Tierra Prometida y antes que él muera. En el Capítulo 28 (paralelado por
Lev.XXVI), Moisés deja bien en claro el espíritu de Jehová (o Yahvé), el Dios
del Antiguo Testamento, idéntico al Dios del Nuevo Testamento: los judíos serán
especialmente bendecidos (v. 1–14) si ellos obedecen al único verdadero Dios;
serán especialmente maldecidos (v. 15–68) si ellos Le desobedecen. De una u
otra manera, son una raza especial a la cual se le está otorgando un
conocimiento especial del único verdadero Dios para una misión especial que
deben cumplir para El, con una recompensa o castigo especiales de El,
dependiendo en como cumplan esa misión.
¡No es de extrañar que los judíos
piensen que ellos son especiales! Entre las bendiciones listadas aquí por
Moisés, Dios los “ensalzará sobre todos los pueblos” (v.1), los “constituirá
por pueblo santo suyo” (v.9), para ser “la cabeza y no la cola” (v.13). Pero es
de notar que en cada uno de esos tres versículos, Moisés hace que la
superioridad de los israelitas dependa de su obediencia a Dios: si ellos
“escuchan atentamente la voz de Dios practicando todos sus mandamientos” (v.1),
si “guardan los mandamientos y andan por los caminos de El” (v.9), si “escuchan
los mandamientos y los guardan y ponen en práctica” (v.13).
Por otro lado, si los israelitas
tratan de ser esa nación superior en sus propios términos, desobedeciendo a
Dios (v.15), entonces una multitud de maldiciones se les vendrán encima
(v.16–68), y serán escarnecidos, odiados y pisoteados por todas las otras
naciones: ellos serán “dispersados a través de todos los reinos de la tierra”
(v.25), serán heridos con “locura, con ceguera y con turbación de espíritu”
(v.28 – ¡piensen en Gaza!), el extranjero que habita en medio de ellos “se
elevará cada vez más sobre ellos”, él será la cabeza y ellos la cola (v.43–44),
el enemigo de ellos pondrá un “yugo de hierro” en sus cuellos (v.48), el Señor
Dios los angustiará con todo tipo de sufrimientos (v.59–61) y ellos serán
“arrancados de la tierra adonde vayan para poseerla” (v.63). Y todo esto ellos
sufrirán por no haber mantenido y cumplido con las palabras de la ley de Dios
(v.58).
¡Ay! ¿Es que todas estas bendiciones
y maldiciones anunciadas por el gran Moisés valieron para hacer que los
israelitas reconozcan y sirvan a su Mesías y Dios Encarnado cuando El vino,
como también lo profetizó Moisés que haría (Deut.XVIII,15–18)? No, lo
crucificaron en cambio, lo cual por cerca de 2000 años ahora, hizo bajar sobre
sus cabezas todas las maldiciones de Moisés. Ellos se transformaron a sí mismos
en la más despreciada y pisoteada nación sobre la tierra, y perdieron su derecho
a la Tierra Prometida, habiendo sido expulsados y dispersados por todos otros
lugares a partir de la destrucción de Jerusalén en el 70 d.C.
Ni tampoco su recuperada posesión de
la Tierra Santa significa que la maldición está siendo levantada porque ellos
lo están haciendo en sus propios términos y no en los de Dios, así que la
re-posesión ella misma se transforma en parte de la maldición. Como dijo Platón
(Georgias), es mejor sufrir que cometer una injusticia, y por
consiguiente, según la realidad espiritual, los israelíes son más de tenerles
lástima que los palestinos. Paciencia. Nosotros “todos hemos pecado y
precisamos la gloria de Dios” (Rom. III, 22–23).
Kyrie eleison.