“Rueguen
incesantemente por el resto de los hombres –porque hay en ellos esperanza de
arrepentimiento- para que lleguen a Dios. Por lo tanto, instrúyanlos con el
ejemplo de sus obras. Cuando ellos estallen en ira, ustedes sean mansos; cuando
se vanaglorien al hablar, sean ustedes humildes; cuando les injurien a ustedes,
oren por ellos; si ellos están en el error, ustedes sean constantes en la fe; a
vista de su furia, sean ustedes apacibles. No ansíen el desquite. Que vuestra
indulgencia les muestre que somos sus hermanos. Procuremos ser imitadores del
Señor, esforzándonos para ver quién puede sufrir peores injusticias, quién
puede aguantar que lo defrauden, que lo rebajen a la nada; que no se encuentre
en ustedes cizaña del diablo. Sino con toda pureza y sobriedad vivan en Cristo
Jesús en carne y en espíritu.”
San Ignacio de
Antioquía