sábado, 30 de noviembre de 2013

¿CUÁL ES EL DIOS DE FRANCISCO?



De la EXHORTACIÓN APOSTÓLICA EVANGELII GAUDIUM de Francisco:



Las relaciones con el Judaísmo

247. Una mirada muy especial se dirige al pueblo judío, cuya Alianza con Dios jamás ha sido revocada, porque «los dones y el llamado de Dios son irrevocables» (Rm 11,29). La Iglesia, que comparte con el Judaísmo una parte importante de las Sagradas Escrituras, considera al pueblo de la Alianza y su fe como una raíz sagrada de la propia identidad cristiana (cf. Rm 11,16-18). Los cristianos no podemos considerar al Judaísmo como una religión ajena, ni incluimos a los judíos entre aquellos llamados a dejar los ídolos para convertirse al verdadero Dios (cf. 1 Ts 1,9). Creemos junto con ellos en el único Dios que actúa en la historia, y acogemos con ellos la común Palabra revelada.

248. El diálogo y la amistad con los hijos de Israel son parte de la vida de los discípulos de Jesús. El afecto que se ha desarrollado nos lleva a lamentar sincera y amargamente las terribles persecuciones de las que fueron y son objeto, particularmente aquellas que involucran o involucraron a cristianos.

249. Dios sigue obrando en el pueblo de la Antigua Alianza y provoca tesoros de sabiduría que brotan de su encuentro con la Palabra divina. Por eso, la Iglesia también se enriquece cuando recoge los valores del Judaísmo. Si bien algunas convicciones cristianas son inaceptables para el Judaísmo, y la Iglesia no puede dejar de anunciar a Jesús como Señor y Mesías, existe una rica complementación que nos permite leer juntos los textos de la Biblia hebrea y ayudarnos mutuamente a desentrañar las riquezas de la Palabra, así como compartir muchas convicciones éticas y la común preocupación por la justicia y el desarrollo de los pueblos.

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Hasta acá una selección del escrito, aquellos puntos dedicados a “las relaciones con el Judaísmo”.

Comentario Syllabus:
Vamos a decirlo con el lenguaje lunfardo al que el tanguista o tanguero Bergoglio es tan afecto: Usted, Jorge Bergoglio también conocido ahora por Francisco, ningunea a Jesucristo, reduce, disminuye, aparta, desmerece, menosprecia al verdadero Dios y verdadero Hombre, al Mesías, Redentor, Salvador, Mediador, al Verbo de Dios. ¿Usted anuncia como dice a “Jesús como Señor y Mesías” a los judíos, o no lo hace ya que “Dios sigue obrando en el pueblo de la Antigua Alianza y provoca tesoros de sabiduría que brotan de su encuentro con la Palabra divina”? Pero ¿cómo Dios, el Dios que rechazan los judíos puesto que rechazan a Jesucristo, puede seguir obrando tesoros de sabiduría en aquellos que lo rechazan y lo combaten, en aquellos que no lo escuchan y a quienes usted no se lo quiere anunciar? ¿Y cómo la Iglesia de Jesucristo puede enriquecerse “cuando recoge los valores del Judaísmo”? ¿Qué, acaso a Jesucristo le falta algo, y ese algo lo tienen los que lo niegan y combaten? ¿Entonces para Usted Jesucristo es o no es Dios? Usted actúa escandalosamente como si para Usted no lo fuera; propicia un diálogo que no puede obtener ninguna paz y justicia porque sin el Reinado de Cristo sobre las naciones no los puede haber. Usted dice mentiras porque los cristianos no creemos en el mismo Dios que los judíos, que no creen en Dios porque no creen en Jesucristo, Segunda Persona de la Santísima Trinidad. “Yo y mi Padre somos uno” (Jn. 10, 30) dijo el mismo Cristo. “El diálogo y la amistad –dice Usted- con los hijos de Israel son parte de la vida de los discípulos de Jesús”. ¿De qué Jesús está hablando usted? Porque la historia entera contradice su afirmación. Las persecuciones a los cristianos de todos los tiempos han estado instigadas casi siempre por los judíos, que no se mostraban muy amigos que digamos.

Francisco, no sabemos qué es exactamente Usted, si es un simulador, un creyente sincero de lo que se empeña en enseñar, un anti-Papa, un masón… Nuestra opinión es que probablemente como Benedicto XVI renunció bajo presión, su renuncia sería inválida y por lo tanto seguiría siendo el Papa (y por ello sigue en Roma con su atuendo y su nombre).

Pero si no podemos afirmar con absoluta certeza quién es usted, más allá de las opiniones sí podemos decir qué es: Un enemigo de Cristo y la Iglesia que siguiendo las herejías del Concilio Vaticano II combate la verdadera religión de Dios y en especial a la tradición. Estas palabras suyas –como tantas otras- son infamantes, son la negación de la verdadera enseñanza de la Iglesia Católica, son una afrenta y desafío a Dios y son una burla a los fieles cristianos, porque encima presenta este documento pontificio con una imagen llena de globitos de colores, como si se tratase de un circo (así puede verse en la página del Vaticano News.va).

Ya decía San Vicente de Lérins en su Conmonitorio: “Puedes escuchar cómo dicen algunos: venid, pobres ignorantes, los que sois comúnmente llamados católicos, y aprended la fe verdadera, que, aparte de nosotros (hoy, los modernistas) nadie entiende. Permaneció oculta durante muchos siglos (hasta el Vaticano II, según ellos) pero ahora ha sido revelada y manifestada. Mas aprendedla en secreto (eso fue antes, ahora es absolutamente pública). Os dará alegría”.

Usted repite lo que anteriores herejes manifestaron, insiste con traer una “renovación” que no es otra cosa que un pisotear la Fe y las Escrituras, en nombre del bien y de la alegría. Sus palabras se alejan cada vez más de la eterna Sabiduría de Dios que se manifestó por nuestros mayores en la Fe y nos fue transmitida por el Magisterio y la Tradición hasta que llegó el maldito Vaticano II.

Se está por cumplir aquello que decía San Jerónimo: “Por el delito de los judíos la salud pasó a los gentiles; por la incredulidad de los gentiles volverá a los judíos”. Estamos en ese camino y si los judíos llegan mañana a tener la salud (es decir: la fe en Cristo, y será al fin de los tiempos) será a pesar del diálogo y la condescendencia suyas, Francisco. Los judíos se convertirán al final –es un misterio, (Romanos 11,25)-, por lo tanto necesitan convertirse. En esto no pueden ser engañados por un diálogo que evite los temas conflictivos (¡al mismo Dios!). Usted menciona este pasaje paulino: “Porque los dones y la vocación de Dios son irrevocables” (Rom. 11,29), pero con eso el Apóstol enseña que por esa razón los judíos se convertirán al final, no quiere decir que no necesiten convertirse. También se basa en San Pablo para decir lo siguiente: “Los cristianos no podemos considerar al Judaísmo como una religión ajena, ni incluimos a los judíos entre aquellos llamados a dejar los ídolos para convertirse al verdadero Dios (cf. 1 Ts 1,9)”, pero en el pasaje allí mencionado el Apóstol de los Gentiles se refiere a los que creen en Cristo, no a los judíos que lo rechazan. Asimismo, dice en otro pasaje de Romanos que “por la caída de ellos (los judíos) vino la salud a los gentiles para excitarlos (a los judíos) a emulación” (Rom. XI, 11). La preocupación de San Pablo era salvar a los judíos haciendo que éstos lo emulasen a él y a los cristianos, que parece es lo contrario de lo que hoy está haciendo Francisco.

San Pablo nos indica que debemos ser “alegres en la esperanza” (Rom, 12, 12). ¿Cómo podemos ser verdaderamente alegres si la esperanza no la ponemos en Cristo y su reino que no tendrá fin? ¿Cómo Francisco plantea a todo el mundo en este documento una alegría si no se basa en la verdad, en la verdadera esperanza? Su reivindicación del Judaísmo y del Islam entre tantas aberraciones no pueden traer sino una falsa alegría, a base de risas pueriles y globos de colores, mientras miles de cristianos en todo el mundo son cada vez más perseguidos sin que él explique realmente por qué. Pero esos globos de colores a los que es tan afecto Bergoglio, con su estilo tan chabacano y nada solemne, luego se pinchan o se desinflan, al igual que esta palabrería insensata, apagando toda falsa alegría, toda la falsificación del cristianismo que hoy hiede.

N.B.: Encontramos un muy interesante y minucioso análisis al largo documento de Francisco, publicado por el sitio Panorama Católico Internacional. Pero allí, además de la crítica precisa del autor a diversos puntos erróneos del documento, se hacen notar también unas “señales positivas”,  lo cual es nefasta candidez en el caso de los textos ambiguos de los modernistas y su diabólica mezcolanza de verdad y error. Es táctica hábil de los herejes colocar de vez en cuando algunas afirmaciones que el católico puede aprobar, para intentar hacer más pasable todo un documento maligno que debe ser desechado por completo, más allá de los puntos “positivos”. El hecho de que en tal sitio se destaquen las “señales positivas” (¿señales de qué? ¿de algo bueno que hay que esperar de Francisco?) sin afirmar lo anterior nos confirma su resabio de liberalismo.