martes, 13 de agosto de 2013

NUESTRO DEBER


“Queridos lectores, se avecinan acontecimientos gravísimos. La actual aceleración y el acrecentamiento de los pecados sólo pue­den terminar en un gran castigo. Nadie sabe cuándo será. Todos nosotros, los católicos, conocemos nuestro deber: dar gloria a Dios cada día que nos da de vida, rezar por su gloria y por la salvación de las almas; y emprender cualquier acción, por pequeña que sea, que pueda ayudar a evitar que millones de almas de nuestro entorno, caigan en el fuego eterno del infierno. Lo demás, lo dejamos en las manos de Dios y de su bendita Madre, en cuyo Inmaculado y Doloro­so Corazón, todos tenemos un refugio seguro”.


S.E.R. Mons. Richard Williamson