Por
Santiago Roque Alonso
Patria
Argentina Nº 299, junio de 2013(fragmento)
Puede
decirse, sin temor a exagerar ni de equivocarse, que la “corrupción” es generada por el mismo “Sistema democrático” y que ella obra como una especie de “aceite” que lubrica y mantiene en
funcionamiento las piezas del Sistema. En su esencia misma se encuentra el
origen o germen de esta enfermedad moral, particularmente en todo lo
relacionado con el “dinero” o con el
“poder del dinero”, conforme al
siguiente razonamiento:
-En
la sociedad política moderna el Poder
Político se fundamenta en la voluntad
general del pueblo, que resulta de la suma indiferenciada de las voluntades
individuales (mayoría) y cuyas decisiones se caracterizan por ser ilimitadas,
inapelables e infalibles (omnipotencia del número). Sólo el número, la cantidad
anónima e impersonal, decide –como supuesto soberano- sobre lo bueno y lo malo,
lo justo y lo injusto, etc., además de elegir a los que lo representan y
gobernarán. De esta forma se consagra la
primacía de la cantidad sobre la calidad.
-En
términos prácticos, la expresión de la voluntad
general requiere –para los políticos que se proponen ser elegidos- contar
con la opinión favorable de las
multitudes. La formación de una opinión favorable, en la sociedad moderna,
se realiza a través de los medios de
comunicación (radio, TV, Internet, diarios y revistas, libros, propaganda
callejera, etc.). El elemento indispensable para poder acceder a los medios de
comunicación es el dinero. Sin dinero no hay medios de comunicación ni
propaganda. A su vez, sin medios de
comunicación ni propaganda no hay opinión. Sin opinión no hay electores o votos favorables.
-Por
otro lado, la opinión favorable se
estimula, muy frecuentemente, mediante la adulación
a la multitud y la demagogia, la que se transforma –y se comprueba en
todas las civilizaciones y épocas históricas- en materia dispuesta para ser
conducida por aquel que más la corrompa y prometa.
-En
consecuencia, el dinero es el generador “en
las sombras” de todo poder elegido en la sociedad moderna, de todo poder
fundado en la voluntad general y de todo poder mantenido en dependencia de la
opinión.
Conforme
al razonamiento expuesto, se deduce por simple lógica que los políticos y la partidocracia tienen una necesidad vital respecto
del “dinero”, primero para ser elegidos y luego para mantenerse en el poder
mediante una nueva reelección. Y esta “necesidad
vital de dinero” o “caja” se ha
ido incrementando con el avance de la modernidad y de los desarrollos
tecnológicos y el aumento de la complejidad social, la cual sólo puede ser
satisfecha si el “dinero” es
obtenido por alguna de estas tres fuentes:
-De
su riqueza personal, lograda previamente a ser elegido.
-De
alguien (empresa, amigo, prestamista, etc.) que se lo dona, regala o se lo
presta bajo determinadas “condicionalidades”
que deberán cumplirse desde el puesto alcanzado en la función pública.
-Del
robo en el ejercicio de la función pública (malversaciones, coimas, comisiones,
participación en la propiedad, etc. a través de los procesos licitatorios o de
concesiones, etc.); o del robo o asalto usando la violencia física (camiones de
caudales, bancos, comercios, particulares, etc.).
Fuera
de estas tres alternativas y alguna eventual variante, los políticos y la
partidocracia no tienen otras opciones para obtener lo que es la “materia prima”
para la obtención de un cargo o puesto electivo, en cualquiera de los niveles
del Estado.
En
consecuencia, si nos preguntamos ¿Cuál
es la relación entre el Poder Político y el Poder del Dinero? Se concluye
lo siguiente: mientras que el Poder Político
predomina en términos ideales y teóricos sobre el Poder del Dinero, en la
práctica y de la observación de la realidad histórica, surge que el Poder Político
es sirviente y subordinado del Poder del Dinero, porque está mediatizado por
éste último
(…)
Ahora
bien, esta situación de servidumbre y subordinación del Poder Político respecto al Poder
del Dinero, se continúa en el
ejercicio del poder. La razón es simple y responde a la ambición humana:
los que están en el poder, quieren mantenerse en él durante todo el tiempo que
puedan, para lo cual deben ser reelegidos. Llegados en este punto, se ven
nuevamente obligados a reiniciar el círculo perverso descripto anteriormente.
De esta manera, necesariamente, estarán subordinados al “Poder del Dinero” durante el ejercicio de su mandato –porque éste
es la fuente de su poder y el que tiene capacidad para confirmarlas en cada
elección-y, por lo tanto, deberán ser dóciles a sus sugerencias u órdenes.
(…)
Los que aman y mueren
por la “democracia”, inexorablemente deben acostumbrarse a convivir con la
“corrupción”. Basta de simulación e hipocresía barata.