“Queridos lectores, se
avecinan acontecimientos gravísimos. La actual aceleración y el acrecentamiento
de los pecados sólo pueden terminar en un gran castigo. Nadie sabe cuándo
será. Todos nosotros, los católicos, conocemos nuestro deber: dar gloria a Dios
cada día que nos da de vida, rezar por su gloria y por la salvación de las
almas; y emprender cualquier acción, por pequeña que sea, que pueda ayudar a
evitar que millones de almas de nuestro entorno, caigan en el fuego eterno del
infierno. Lo demás, lo dejamos en las manos de Dios y de su bendita Madre, en
cuyo Inmaculado y Doloroso Corazón, todos tenemos un refugio seguro”.
S.E.R.
Mons. Richard Williamson