La conferencia de Monseñor
Fellay en Lille el 7 de mayo de 2013 en la Capilla del Rosario, fue de tres
horas de teatro aburrido. Hasta tuvimos derecho a diez minutos sobre el
calendario juliano y gregoriano, la fecha de pascua y los años bisiestos… Pero
en este océano de blablá, algunos pasajes ameritan ser resaltados. Es el mismo
fondo de comedia pero un poco más ridículo.
Diplomacia, ambiguedad y
mentira:
« Es normal, es el
gobierno, es la autoridad en la Iglesia »
« En el 2009, de una
manera sorpresiva, Benedicto XVI decidió umm llamémoslo anular la excomunión.
Eso no fue lo que nosotros habíamos pedido; nosotros pedimos el retiro del
decreto. Yo jamás pedí otra cosa que retirar el decreto. Pero en una carta del
cardenal Castrillón, él sabía muy bien lo que hacía. El Cardenal Castrillón me
escribió: usted solicita que se retire el decreto y nosotros vamos a
levantar la excomunión. Por lo tanto, para ellos, que lanzaron la
excomunión, esta es válida; para nosotros no es válida; entonces ellos
levantaron la excomunión. Poco importa, decimos, yo creo que no vale la pena
extenderse sobre ese tema. (…) Si ellos me dicen “solicite”, quiere decir que
ellos están dispuestos a levantarla. […] De allí yo concluí que en ese momento
ellos no tenían argumentos o más argumentos para mantener esta excomunión. Así
que ya no es una cuestión de doctrina, era una cuestión de política. Un día u
otro, cuando ellos estimaran que era el momento, ellos la retirarían, poco
importan los términos, allí hay mucha diplomacia, de todas maneras ellos iban a
suprimir este acontecimiento de la excomunión. En el mismo texto, ellos han
falseado mis palabras. No hay que ofenderse. Hay que comprender bien
que Roma, podría decirse, no puede perder prestigio. Es normal, es el
gobierno, es la autoridad en la Iglesia. Es perfectamente normal y comprensible
que ellos hayan tratado de pasar esto torciendo un poco la realidad. […]
Bueno, poco importa”.
¿La Iglesia oficial es
católica?
« Su gran argumento
siempre ha sido el argumento de autoridad. No es tan simple. Allí se toca el
problema central que es este: la Iglesia tiene las promesas de la asistencia
del Espíritu Santo, es la autoridad en la Iglesia que en virtud de esta
asistencia dirá y determinará lo que pertenece a la fe, lo que pertenece al
depósito revelado, lo que pertenece a la Tradición. Pues bien, es verdad, es la
fe quien nos lo dice, es la autoridad, es el Papa. (…) es verdad. Pero ellos
dicen “nosotros decidimos que el Concilio pertenece a la Tradición”. Y allí
nosotros decimos, perdónenos, pero no. Ustedes saben cómo terminaron las
discusiones, ellos nos dijeron “ustedes son protestantes (…) porque la norma
próxima de la fe es el magisterio actual, y eso es verdad de nuevo. No es sin
razón que no les entregamos a ustedes los textos así. Son disputas de altos
niveles, extremadamente delicadas. Tenemos la intención de darles los frutos de
las discusiones, pero no simplemente así. Porque esto puede ser a veces
inquietante. Nosotros les respondimos “ustedes son modernistas porque pretenden
que la verdad puede cambiar, pero la verdad no cambia”. No sirve de nada
hablar del magisterio de ayer o de hoy, cuando la Iglesia habló ayer, es válido
para hoy. (…)”. “Qué pasa, ¿que quieren ellos? (…) esta será la
conclusión de todos estos meses de idas y venidas, cuando trato de comprender
lo que ellos quieren, Roma con nosotros. Hay una carta del Papa que me dice:
hay tres condiciones para que la Fraternidad pueda ser reconocida: la primera,
tienen que aceptar que el Magisterio es el juez de la Tradición; ya les dije
esto, es de fe. Evidentemente que si decimos “sí”, aprovecharán para decir:
“Pues bien, he decidido que el concilio pertenece a la Tradición. Etc. La
segunda condición: que la Fraternidad acepta que el concilio forma parte
integrante de la Tradición apostólica. (…)”
« Hay que permanecer en
esta situación de equilibrio extremadamente delicado, donde estamos obligados a
decir al mismo tiempo: “Sí a la Iglesia, sí al Papa, sí a los Obispos y también
no al Papa, no a los Obispos y luego se espera ciertamente que no sea un no a
la Iglesia, pero no a una falsa iglesia, esta iglesia que quiere llamarse
conciliar. Hay toda una discusión al respecto ahora (…) hay tantas cosas malas
en la iglesia oficial, que la tentación de enviar todo de paseo es enorme. En
la práctica se puede vivir con ello, se les ignora en tanto son así, pero eso
no quiere decir que se les rechace; hay que poner mucha atención. Esta Iglesia,
tiene las promesas de Nuestro Señor. Entonces ya no sabemos cómo va esto,
porque las promesas es lo contrario de lo que vemos, sin embargo, ella tiene
las promesas. (…) Hay que estar enganchados a la Iglesia. Somos católicos,
punto. No queremos salir de la Iglesia, no hay mas que una, una sola verdadera
y al mismo tiempo cuando ellos dicen cualquier cosa, entonces nosotros decimos
no, no, no estamos de acuerdo, esto no es del Señor”.
El buen Papa Benedicto y su
malvado entorno.
« Por un lado, tengo
textos que son claramente negativos, no puedo aprobarlos, pero al mismo tiempo,
por vías no-oficiales, se me dice: “lo que le han dado no es lo que el Papa
quiere. (…) qué es lo que hay que creer, el texto oficial o a esta persona que
está dentro y que conocemos bien. (Una persona cercana al Papa dice): “usted
sabe que cada vez que el Papa trata de restaurar cualquier cosa o dar marcha
atrás, es saboteado en el interior del Vaticano”. (…) ¿Es verdad? ¿No lo es?
Tengo varios elementos que me demuestran que es verdad (…) Estoy obligado a
ver. Por lo tanto, al mismo tiempo que responden “no”, al mismo tiempo trato de
ver si es serio, qué es lo que verdaderamente quiere el Papa en todo eso”.
Justificación de su declaración
del 15 de abril de 2012
« Yo elimino la
novedad. Planteado este principio, luego puedo hablar de cosas que quedan en el
concilio que son, digamos, interpretables. Una vez eliminadas las cosas malas,
hay cosas que se pueden comprender de una manera católica. Me explico. Esto es
lo que decía Monseñor Lefebvre cuando decía que lo que es fiel a la Tradición
en el concilio, nosotros lo aceptamos (…) cuando por el contrario, las cosas
son confusas, dudosas, hay que comprenderlas como siempre se las ha comprendido
y lo que es opuesto, lo rechazamos.
Esto es lo que dijo Monseñor
Lefebvre. Si ustedes quieren, tratamos con un texto extremadamente delicado,
pues nos es contrario, de neutralizarlo, de purificarlo, y trato así de salir
de allí para decir: “bien, junto a todo lo que rechazamos, reconocemos
suficientes cosas que pasan en la Iglesia para decir que somos católicos
incluso si nos oponemos a un montón de cosas”. Evidentemente es extremadamente
delicado, actualmente se divierten en producir este texto, primero fuera de
todo contexto, fuera de toda presentación: “miren él ha dicho esto, él ha dicho
aquello…” Se absolutizan las frases de tal forma que si no está el contexto,
ciertamente se le puede hacer decir no importa cuáles frases. Es un texto
extremadamente delicado e incluso se puede decir que en la Fraternidad no tuvo
unanimidad, y aunque le dije a Roma: yo lo retiro, no sirve de nada; si
ni siquiera es comprendido entre nosotros, porque tal vez era demasiado sutil, bien,
tanto peor, lo retiramos. Y es lo que yo he dicho a Roma y Monseñor Di Noia
dijo: “le comprendo, por supuesto, se requiere que el texto que usted haga,
tenga la unidad entre ustedes”.
Francisco tiene la fe y quiere
poner orden.
« Cuando vemos cómo los
enemigos de la Iglesia han saludado esta elección (…) nos decimos O la lá, es
un buen comienzo. (…) Se hizo bendecir por dos pastores protestantes, esto
promete… (…). Al mismo tiempo, él quiere poner orden. Como es un hombre de
acción, decidido, incluso despótico en su ejercicio del poder, no es imposible
que llegue a poner el orden en una sociedad vaticana profundamente corrompida.
Eso sería un bien tan raro; todavía no es la fe, pero si comienza por purificar
la moral, sería un comienzo famoso. Eso dejaría esperanza para lo que sigue.
Veremos. (…) Él es prudente, él no precipita las cosas, no ha cambiado a nadie,
él se deja la completa libertad de enviarlos a todos, no se a dónde, y de tomar
al que quiera. No es malo, no es mal signo ese. Es por eso que no me adelanto
en condenarlo, esperemos, seamos prudentes. (…) Hay una presión enorme de los
progresistas para quitar todo lo que hizo Benedicto XVI, entonces ¿resistirá? ¿Se
va a sostener? En cuanto a la moral, él podría resistir. (…) En sus sermones,
vemos que tiene la fe (…) todavía no vemos aplicación concreta, pero sus
sermones no están mal, a veces él ha dicho cosas muy bien; se ve que tiene la
fe cuando dijo: “el que no predica a Nuestro Señor, predica al Diablo”, esto no
está mal. Lo aprobamos totalmente. (…) No me sorprendería si no tuviéramos
todavía más contraste con el Papa Francisco que con el Papa Benedicto, no me
sorprendería. Yo no soy profeta en eso, seamos prudentes, no precipitemos los
acontecimientos, veremos.”
Un poco borroso, si no
imposible, pero línea de cresta.
« Algunos pretenden que yo
fui a Roma el 13 de junio para firmar pero no es verdad, fui en el mes de mayo
para verificar una cosa, una cosa que siempre he dicho, condición sine qua non;
“si Roma está dispuesta a aceptarnos tal como somos” (…) Evidentemente eso
parece un poco borroso, toca lo imposible. No es posible que una autoridad
diga: “ustedes pueden atacarme”, esto no se sostiene, se requiere que esta
autoridad esté de acuerdo. Para nosotros este será uno de los argumentos
determinantes cuando la autoridad diga “sí, pueden ustedes atacarme” (…)
es una manera un poco con rodeos, por la práctica. Hemos intentado dar
los elementos prácticos para decir “pero en qué momento podemos tratar, eventualmente,
de contemplar ir hacia adelante”. Porque no queremos suicidarnos. (…) no es
fácil. Hay que resistir en esta línea de cresta, eso es todo. Y esto es lo que
dijimos a Roma.
Una nueva cruzada del rosario
« (…) los invito a no
desesperar, incluso si la situación es dura, así es, hay que apoyarse en la
gracia. No sé, pero tal vez pronto recomenzaremos una cruzada, no es imposible,
veremos, depende cómo vayan las cosas”.