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sábado, 10 de agosto de 2013

DINERO, DEMOCRACIA, CONTROL Y CORRUPCIÓN




Por Santiago Roque Alonso
Patria Argentina Nº 299, junio de 2013(fragmento)


Puede decirse, sin temor a exagerar ni de equivocarse, que la “corrupción” es generada por el mismo “Sistema democrático” y que ella obra como una especie de “aceite” que lubrica y mantiene en funcionamiento las piezas del Sistema. En su esencia misma se encuentra el origen o germen de esta enfermedad moral, particularmente en todo lo relacionado con el “dinero” o con el “poder del dinero”, conforme al siguiente razonamiento:

-En la sociedad política moderna el Poder Político se fundamenta en la voluntad general del pueblo, que resulta de la suma indiferenciada de las voluntades individuales (mayoría) y cuyas decisiones se caracterizan por ser ilimitadas, inapelables e infalibles (omnipotencia del número). Sólo el número, la cantidad anónima e impersonal, decide –como supuesto soberano- sobre lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto, etc., además de elegir a los que lo representan y gobernarán. De esta forma se consagra la primacía de la cantidad sobre la calidad.

-En términos prácticos, la expresión de la voluntad general requiere –para los políticos que se proponen ser elegidos- contar con la opinión favorable de las multitudes. La formación de una opinión favorable, en la sociedad moderna, se realiza a través de los medios de comunicación (radio, TV, Internet, diarios y revistas, libros, propaganda callejera, etc.). El elemento indispensable para poder acceder a los medios de comunicación es el dinero. Sin dinero no hay medios de comunicación ni propaganda. A su vez, sin medios de comunicación ni propaganda no hay opinión. Sin opinión no hay electores o votos favorables.

-Por otro lado, la opinión favorable se estimula, muy frecuentemente, mediante la adulación a la multitud y la demagogia, la que se transforma –y se comprueba en todas las civilizaciones y épocas históricas- en materia dispuesta para ser conducida por aquel que más la corrompa y prometa.

-En consecuencia, el dinero es el generador “en las sombras” de todo poder elegido en la sociedad moderna, de todo poder fundado en la voluntad general y de todo poder mantenido en dependencia de la opinión.

Conforme al razonamiento expuesto, se deduce por simple lógica que los políticos y la partidocracia tienen una necesidad vital respecto del “dinero”, primero para ser elegidos y luego para mantenerse en el poder mediante una nueva reelección. Y esta “necesidad vital de dinero” o “caja” se ha ido incrementando con el avance de la modernidad y de los desarrollos tecnológicos y el aumento de la complejidad social, la cual sólo puede ser satisfecha si el “dinero” es obtenido por alguna de estas tres fuentes:

-De su riqueza personal, lograda previamente a ser elegido.

-De alguien (empresa, amigo, prestamista, etc.) que se lo dona, regala o se lo presta bajo determinadas “condicionalidades” que deberán cumplirse desde el puesto alcanzado en la función pública.

-Del robo en el ejercicio de la función pública (malversaciones, coimas, comisiones, participación en la propiedad, etc. a través de los procesos licitatorios o de concesiones, etc.); o del robo o asalto usando la violencia física (camiones de caudales, bancos, comercios, particulares, etc.).

Fuera de estas tres alternativas y alguna eventual variante, los políticos y la partidocracia no tienen otras opciones para obtener lo que es la “materia prima” para la obtención de un cargo o puesto electivo, en cualquiera de los niveles del Estado.

En consecuencia, si nos preguntamos ¿Cuál es la relación entre el Poder Político y el Poder del Dinero? Se concluye lo siguiente: mientras que el Poder Político predomina en términos ideales y teóricos sobre el Poder del Dinero, en la práctica y de la observación de la realidad histórica, surge que el Poder Político es sirviente y subordinado del Poder del Dinero, porque está mediatizado por éste último
(…)
Ahora bien, esta situación de servidumbre y subordinación del Poder Político respecto al Poder del Dinero, se continúa en el ejercicio del poder. La razón es simple y responde a la ambición humana: los que están en el poder, quieren mantenerse en él durante todo el tiempo que puedan, para lo cual deben ser reelegidos. Llegados en este punto, se ven nuevamente obligados a reiniciar el círculo perverso descripto anteriormente. De esta manera, necesariamente, estarán subordinados al “Poder del Dinero” durante el ejercicio de su mandato –porque éste es la fuente de su poder y el que tiene capacidad para confirmarlas en cada elección-y, por lo tanto, deberán ser dóciles a sus sugerencias u órdenes.
(…)
Los que aman y mueren por la “democracia”, inexorablemente deben acostumbrarse a convivir con la “corrupción”. Basta de simulación e hipocresía barata.