P. de Merode. |
Padre,
He
aquí que ya son dos años y medio que soporto con un malestar cada vez mayor el
raudal de textos, ríos de conferencias, estudios y declaraciones todos
ambiguos, todos contradictorios y que son vertidos sobre nuestras pobres
cabezas continuamente por Menzingen y Suresnes.
Varias
veces tuve la ocasión de darle a conocer mi malestar y mis objeciones, pero
nunca tuve de su parte ni de parte de sus asistentes o de Menzingen, una sola
respuesta clara capaz de disipar mis temores.
Sin
embargo hay una respuesta límpida, y que jamás ha sido citada ni puesta en
relieve en ninguna parte desde el 2012 por lo menos. Ella está en la carta de
nuestro venerado Fundador a los futuros obispos:
"Les
conferiré esta gracia (del episcopado), confiando en que la Sede de Pedro no
tardará en ser ocupada por un sucesor de Pedro perfectamente católico, en cuyas
manos podrán depositar la gracia de su episcopado para que la confirme".
¿Por
qué este principio de acción tan simple, tan claro, tan firme? Porque:
«
Puesto que la Sede de Pedro y los puestos de autoridad de Roma están ocupados
por anticristos, la destrucción del Reinado de Nuestro Señor prosigue
rápidamente dentro mismo de su Cuerpo Místico en esta tierra, (…)”.
Entonces,
¿por qué seguir buscando un acuerdo o, como Monseñor Fellay lo deja presagiar,
un reconocimiento canónico? ¿Para ponerse bajo la autoridad de los anticristos
y ponerse así en peligro de perder la fe?
La
fe da certeza, ella no extravía los espíritus en un laberinto de ambigüedades
más o menos sutiles. Es por eso que, para alejarme de esta nebulosa atmósfera
de ambigüedades que no se disipan, he decidido dejar mi función de prior de
Lourdes a partir de mañana 20 de marzo de 2014.
La
segunda razón que me incita a separarme del curso actual de la Fraternidad, es
la injusticia moral grave que hacen sufrir mis actuales superiores a todos
estos sacerdotes que tuvieron el valor de denunciar el peligro del acuerdismo a
la búsqueda de un reconocimiento canónico sin acuerdo doctrinal previo. Ellos
fueron obligados a irse o peor aún, ellos sufrieron seudo-procesos inicuos
seguidos de sanciones desmesuradas. Yo deseo entonces trabajar en establecer
una estructura que permita a estos sacerdotes que fueron echados a la calle,
para que reencuentren una vida de comunidad sacerdotal normal y un ministerio
que responda a su celo por la salvación de las almas.
Por
el simple hecho que invité al Padre Salenave, el cual no tiene ninguna sanción
en Francia, a celebrar la Misa el domingo 8 de marzo en Pau, a título de ayuda,
para permitirme no binar y confesar, lo llevó a ordenar la supresión inmediata
de mi ministerio en Pau. Yo veo allí la prueba que la obra que proyecto para reagrupar
a estos sacerdotes aislados no será aceptada por mis superiores. Por lo que me
consagraré a esta obra, a partir de mañana, y fuera de las estructuras de la
actual Fraternidad San Pío X.
Le
suplico, Padre, que no trate de ponerse en contacto conmigo de inmediato,
déjelo para el futuro, en caso de que sea oportuno.
Rece
por mí, como yo rezo por usted.
Padre
R. de Mérode +