jueves, 28 de abril de 2016

ESPIRITUALIDAD DEL EVANGELIO SEGÚN SANTA TERESA DEL NIÑO JESÚS




El problema religioso, para la huma­nidad caída, se designa en la Escritura con una palabra: CONTRADICCION (1). Y se resuelve con otra palabra: AMOR (2), la cual presupone la fe (3) o sea el conocimiento y aceptación del mensaje de AMOR que Dios Padre nos envió por su Hijo Jesucristo en el Evan­gelio (4).

El hombre que es capaz de creer que es AMADO como hijo, por aquel mismo Dios que CONTRADICE sus malos ins­tintos, ése tiene resuelto el problema religioso.

Para ello no hay más condición que la de “hacerse pequeño a fin de poder comprender” (5) que, no teniendo el hombre de propio más que la mentira y el pecado (6), vamos a pura ganancia al tomarnos de la mano de nuestro Pa­dre, el cual sólo espera ese acto para colmamos con la gracia y dones de su Espíritu Santo, que quita entonces aquel fantasma de la CONTRADIC­CION (7).

La gran sorpresa y maravilla consis­te en descubrir que este acto filial de entrega confiada, que sólo parecería un perfecto negocio para nuestro EGOIS­MO, resulta al mismo tiempo la supre­ma VIRTUD a los ojos de Dios, simple­mente porque EL TIENE CORAZON DE PADRE (8), y de Madre a un tiem­po (9). ¿Hay mayor felicidad para nos­otros?

Entonces comprendemos el camino se­ñalado por Jesús como UNICO camino: El que no es como niño no entrará al Reino; y quien se vuelve niño es el pri­mero en el Reino (10), así como el hijo más pequeño, sin mérito propio es objeto de la predilección paterna.

Para reconocer la insuperable santi­dad de este espíritu filial, basta saber que es el mismo espíritu de Jesús, o sea que la plenitud del Espíritu Santo con­siste EN SENTIRSE HIJO del Padre, según la enseñanza de San Pablo: Dios envió a nuestros corazones el espíritu de su Hijo, que nos hace clamar: ¡Pa­dre! (11).

Notemos, para nuestro gozo, qué, se­gún esta revelación de San Pablo, ese espíritu que significa todo nuestro bien es también un DON GRATUITO DEL PADRE, o sea que basta desearlo para tenerlo, como que Él está deseando dár­noslo (12) a fin de poder derramar sobre nosotros todos los tesoros de su amor y bondad amándonos como a nues­tro Hermano Jesús (13) y glorificándo­nos como a El (14).

Esta es la espiritualidad que Santa Teresa del Niño Jesús extrajo como esencia del Evangelio, con el nombre de INFANCIA ESPIRITUAL, y que el Sumo Pontífice Benedicto XV calificó definitivamente diciendo: es el secreto de la Santidad.


P. ANTONIO P.
Mons. Juan Straubinger, Revista Bíblica.

(1) Ver Luc. 2,34.
(2) Juan 14, 23-24
(3) Gál. 5,6.
(4) Juan 17,3.
(5) Luc. 10,21.
(6) Denz. 195.
(7) Juan 4,14. 7, 38-39. Ez. 36, 26-27.
(8) Salmo 102, 13.
(9) Is. 66,13.
(10) Mat. 18, 3-4.
(11) Gál. 4,6.
(12) Luc. 11,13.
(13) Juan 17,23 y 26.
(14) Ef. 1,5, 2,6, Rom. 8, 29-30; Col. 1, 13, I Juan 3,2.