sábado, 16 de abril de 2016

EL HOMBRE QUE LLORA Y ESPERA





Lamentablemente no está solo, como el hombre de Scalabrini Ortiz, Monseñor Fellay, en su espera del “reconocimiento” romano. Si hay alguien más que llora con él, no lo sabemos. Pero sí que de su propia boca confiesa su llanto, en un reciente sermón, sobre el último opus bergogliano:

”Es una exhortación apostólica que lleva por título ‘La alegría del amor’ pero que hace llorar”.
(acá)

Si hubiese dicho: “Es una exhortación apostólica que hace rabiar, que hace indignar, que hace enfurecer, que hace reaccionar…”, bueno, sería otro cantar. Pero lejos de verse determinado a decirle a Francisco: “No podemos entendernos pues Ustedes trabajan para descristianizar la Iglesia y las sociedades y nosotros para lo contrario, por lo tanto cortamos el diálogo hasta que Uds. vuelvan a la Tradición”, como habría hecho Mons. Lefebvre, en cambio se contenta con llorar, hacer una pequeña crítica, y luego volver a sonreír ante la posibilidad de ponerse bajo la órbita de Francisco y sus cómplices en la destrucción modernista. Ya se había puesto a llorar recientemente Mons. Fellay (lo destacamos acá):

Cada 50 años, o incluso 25, la Iglesia instituye un Año Santo. Esta vez, el acontecimiento de referencia para la apertura del Jubileo no es solamente la Redención – el 8 de diciembre está necesariamente vinculado con la obra redentora iniciada con la Inmaculada, Madre de Dios –, sino también con el Concilio Vaticano II. Resulta chocante y es algo que rechazamos formalmente, pues no podemos alegrarnos, antes bien debemos llorar sobre las ruinas ocasionadas por este Concilio”.

Nos preguntamos si lo habrá hecho llorar ver la entrevista que concedió al periodista Tim Sebastian. 

Es bueno recordar el ejemplo de un jacobino que, cuando los ingleses invadieron Buenos Aires, se limitó a ponerse a llorar, en vez de combatir. Luego este personaje se encargó de emplear el terror tras el triunfo de la  Revolución de Mayo. Nos referimos al “prócer” Mariano Moreno, y el hecho lo cuenta el gran escritor Hugo Wast de este modo:

“La primera vez (que Moreno interviene en la historia argentina), el 27 de junio de 1806 aparece llorando en la Plaza Mayor, al ver a los ingleses que se apoderan de la ciudad (...).

“Si Saavedra, Pueyrredón, Belgrano y los demás patriotas, si las mujeres porteñas, que se cubrieron de gloria combatiendo contra los invasores, hubieran hecho lo mismo que Mariano Moreno, y limitándose a llorar en la Plaza de Mayo y a escribir de noche lo que otros ejecutaban durante el día, hoy la República Argentina sería colonia extranjera; y es probable que los admiradores del prócer anduvieran vestidos como el Mahatma Gandhi , ensabanados de blanco, las piernas desnudas y el porrón de leche en la mano.

“Gracias a los que no lloraron, pero se batieron y expulsaron a los invasores, esta tierra es soberana, sus habitantes visten trajes civilizados y son católicos”.

Hugo Wast
(Año X. Bs. As., Thau, 1960, pág. 41).

¿Quizás Mons. Fellay siga los pasos de este nefasto personaje elevado al procerato por la Argentina liberal, y a exigencias de sus mandantes aplique, una vez dentro de la estructura romana modernista, la represión a sus oponentes, como ya lo ha estado haciendo con los que hasta ahora se le han resistido? ¿O será capaz de ver la magnitud de su negligencia al perder la Fraternidad, y volverá a llorar, ya sin poder intentar siquiera una digna reacción?

¿Habrá alguien entonces a su lado para decirle esto: “No llores como mujer lo que no supiste defender como hombre” (La Sultana Aixa a su hijo Boabdil, ante la pérdida de Granada)?