1. El que persevere en la oración, por pecados y tentaciones y caídas de mil maneras que ponga el demonio, tengo por cierto le sacará el Señor a puerto de salvación (Vid. 8).
2.
De lo que tengo experiencia puedo hablar: digo, pues, que por males que haga
quien hace oración, no la deje: pues es el único medio por el que se podrá
remediar, y sin ella será difícil (Ibíd.)
3.
Quien no haya comenzado a tener oración, le ruego, por el amor de Dios, no
carezca de tanto bien (Ibíd.)
4.
Pues si a los que no le sirven, sino que le ofenden, les está tan bien la
oración y les es tan necesaria, que no se pueden hacer a sí mismos daño mayor
que dejar la oración; los que sirven a Dios y le quieren servir, ¿por qué la
habrían de dejar? Por cierto, si no es para pasar con más trabajo los trabajos
de la vida, yo no lo puedo entender... Cierto los tengo lástima, que a su costa
sirven a Dios; porque a los que hacen oración, el mismo Señor les hace la costa,
pues por un poco de trabajo da gusto para que con él se pasen los trabajos
(Ibíd,.)
5.
Sólo digo que, para estas mercedes tan grandes que me ha hecho a mí el Señor,
es la puerta la oración; cerrada ésta, no sé cómo las hará (Ibíd.)
6.
Para no hacer pecados..., es necesario que se aprovechen las armas de la
oración (Vida, 15).
7.
En este punto quisiera yo ser una persona de gran autoridad para que se me
creyera esto; al Señor suplico su Majestad la dé: Digo que no desmaye nadie de
los que han comenzado a tener oración, con decir: “Si vuelvo a ser malo será
peor seguir con la oración”. Lo malo sería si por no enmendarse del mal dejara
la oración; pero si no la deja, tenga por seguro que al fin la sacará el Señor
a puerto de luz... (Vid. 19).
8.
Yo la dejé año y medio, y no fuera más ni fue que meterme yo misma en el
infierno sin necesidad de demonios que metieran en él. ¡Oh, válgame Dios, qué
ceguedad tan grande! ¡Y qué bien acierta el demonio en cargar aquí la mano!
Sabe el traidor que, alma que tenga con perseverancia oración, no puede ser
suya, y que incluso, todas las caídas que la hace dar la ayudan, por la bondad
de Dios, a dar después un mayor salto en su servicio. (Ibíd.)
9.
No me parece es otra cosa perder el camino sino dejar la oración (Ibíd.)
10.
Todo este cimiento de la oración va fundamentado en la humildad, y mientras más
se abaja un alma en la oración, más la sube Dios (Vid. 22).
11.
Habiendo comenzado a quitarme de las ocasiones de pecar y a darme más a la
oración, comenzó el Señor a hacerme las mercedes como quien desea que yo las
quisiese recibir (Vid. 23).
12.
Mírese mucho que las que hubieren de recibir (para monjas) sean personas de
oración (Cons. 21).
13.
¿Qué es oración mental? — Pensar y
entender qué hablamos y con quién hablamos, y quiénes somos los que osamos
hablar con tan gran Señor; pensar esto y otras cosas semejantes de lo poco que
le hemos servido y lo mucho que estamos obligados a servirle, eso es oración
mental, no penséis es otra algarabía, ni os espante el nombre (Vid. 40).
14.
Como yo quería tanto a mi padre, y deseándole todo el bien que a mí me parecía
había en tener oración —que me parecía que en esta vida no había un bien mayor
que la oración—; comencé a procurar con él la tuviese... Como era tan virtuoso,
asentóse tan bien en él este ejercicio que, en cinco o seis años..., estaba tan
adelantado que yo alabo mucho al Señor y me daba grandísimo consuelo (Vid. 7).
15.
La oración no siempre es fácil.—Muchas veces en varios años, tenía más cuenta
con desear se acabase la hora que tenía por mí de estar en la oración, y
escuchar cuando daba el reloj, que no en otras cosas buenas; y hartas veces no
sé qué penitencia grave se me pusiera delante que no la acometiera de mejor
gana que recogerme a hacer oración.
Y
es cierto que era tan insoportable la fuerza que el demonio me hacía, o mi
ruin costumbre, que no fuese a la oración, y la tristeza que me daba entrando
en el oratorio, que era menester ayudarme de todo mi ánimo..., para forzarme, y
en fin, me ayudaba el Señor. Y después que me había hecho esta fuerza, me
hallaba con más quietud y regalo que algunas veces cuando tenía deseos de rezar
(Vid. 8, 6-7).
16.
¡Son tantas las cosas que el demonio pone delante los principios para que no
comiencen este camino de hecho!... Como quien sabe el daño que le viene, no
sólo en perder aquel alma, sino muchas. Porque si el que comienza se esfuerza,
con el favor de Dios, a llegar a la cumbre de la perfección, creo que jamás va
solo al cielo; siempre lleva mucha gente tras sí... Por eso les pone el demonio
tantos peligros y dificultades delante, que no es menester poco ánimo para no
volverse atrás, sino mucho, y mucho favor de Dios (Vid. 2).
17.
Pero si ponéis cuidado, en un año, o quizás en medio, saldréis con ello (Cam.
29).
18.
Lo que aviso mucho es que no se deje la oración... Y crea, crea que si de ésta
se aparta, lleva a mi parecer peligro (Vid. 15).
19.
Por males que haga quien la ha comenzado, jamás la deje, pues es el medio por
donde puede volverse a remediar... No le tiente el demonio por la manera que a
mí a dejarla por humildad... Y quien no la ha comenzado, por el amor del Señor
le ruego yo no carezca de tanto bien.
No
hay aquí qué temer, sino qué desear; porque..., a poco ganar irá entendiendo el
camino para el cielo; y si persevera..., nadie le tomó por amigo que no se lo
pagase; que no es otra cosa oración mental, a mi parecer, sino tratar de
amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama...
Viendo lo mucho que os va en tener su amistad y lo mucho que nos ama, pasáis
por esta pena de estar mucho con quien es tan diferente de vos (Vid. 8).
20.
¡Cuán cierto es sufrir Vos a quien os sufre que estéis con él!... No veo,
Criador mío, por qué todo el mundo no se procure llegar a Vos por esta
particular amistad; los malos —que no son de vuestra particular condición — ,
para que los hagáis buenos con que os sufran, que estéis con ellos siquiera
dos horas cada día, aunque ellos no estén con Vos, sino con mil revueltas de
cuidados y pensamientos de mundo, como yo hacía.
Por
esta fuerza que se hacen a querer estar en tan buena compañía..., forzáis Vos a
los demonios para que no los acometan y que cada día tengan menos fuerza
contra ellos, y se la dais Vos a ellos para vencer.
Sí
que no matáis a nadie, Vida de todas las vidas, de los que se fían de Vos y de
los que os quieren por amigo, sino que les sustentáis la vida del cuerpo con
más salud y se la dais también a sus almas.
No
entiendo esto que temen los que temen comenzar oración mental, ni sé de qué
tienen miedo. Bien hace ponerlo el demonio para hacernos él de verdad mal (Vid.
8).
21.
La oración mental es el principio para alcanzar todas las virtudes, y cosa en
que nos va la vida en comenzarla a todos los cristianos, y ninguno, por perdido
que sea..., la había de dejar (Cam. 24).
22.
Se ha de notar mucho..., que el alma que en este camino de oración comienza a
caminar con determinación y puede acabar consigo de no hacer mucho caso, ni
consolarse ni desconsolarse mucho porque falten estos gustos y ternura o la dé
el Señor, que tiene andado gran parte del camino: y no tenga miedo de volver
atrás, aunque más tropiece, porque va comenzando el edificio en firme
fundamento. Sí que no está el amor de Dios en tener lágrimas ni estos gustos y
ternura —que por la mayor parte los deseamos y consolamos con ellos—, sino en
servir con justicia y fortaleza de ánimo y humildad... Esta determinación es la
que (Dios) quiere (Vid. 11).
23.
Allí (en la oración) son las promesas y determinaciones heroicas; la viveza de
los deseos, el comenzar a aborrecer el mundo, el ver muy claro su vanidad...
(Vid. 19).
24.
Dios pone (en el alma) un gran deseo de ir adelante en la oración, y no dejarla
por ninguna clase de trabajo que le pudiese suceder, que a todo se ofrece. Ve
una seguridad con temor de que ha de salvarse..., y se le comienza un amor con
Dios muy sin interés suyo; ansía tener más ratos de soledad para gozar más de
aquel bien; en fin...: es el principio de todos los bienes (Vid. 6).
25.
Por aquí (por la oración) se remediaron todos mis males... (Vid. 8).