Preámbulo: Me
tomo el tiempo de evaluar la vida de tres años en Boston, KT, con la finalidad
de exponer los peligros que acechan en ese lugar. Todo lo que escribo puede ser
verificado por los seminaristas que se separaron del P. Pfeiffer. Esta
exposición está destinada a corregir y ayudar a mejorar lo que está ocurriendo
en ese lugar. La corrección fraternal es un acto de caridad y por eso escribo.
Esta exposición consta de cinco partes: 1) Orden vs. Desorden; 2) Centrado en
sí mismo vs. Centrado en Dios; 3) Duro criticismo de los demás pero no de uno
mismo; 4) Esfuerzo ilegítimo vs. Verdadera resistencia; 5) Herejía, investidura
laica, protestantismo en efecto. Primer tema:
Orden es el primer signo de
imitación del cielo. En el cielo encontraremos perfecto orden, y entonces en un
seminario el esfuerzo completo debe ser el de poner este orden en el trabajo
para que el seminarista pueda enfocarse en la obra y palabra de Dios. Sin
respaldo, sin ninguna novena u oración, y sin un obispo que sancionara el
proyecto, el Padre abrió un seminario (?) con un aspirante a cocinero, un
músico, un recién graduado de preparatoria y un señor de edad. Desde el
principio hubo carencia de profesores, por lo que el graduado de preparatoria
se convirtió en profesor de latín a pesar que solamente tenía cuatro años de
estudio. Los dos padres salían cada fin de semana y algunas veces durante toda
la semana cuando iban a Asia o alrededor del mundo. Cuando uno regresaba,
entonces había clases. Mientras tanto, no había Misa, la vida de oración
sufría, pero los hombres continuaron a pesar del desorden.
Un seminarista enfermó y no
parecía mejorarse. Debido a la edad, la enfermedad, y otras circunstancias,
alegó que el hombre no tenía vocación para el sacerdocio por lo que el Padre
decidió que sería hermano. Siguiente desorden: basarse en los números y seguir
el patrón de preparación que existe en Winona. Parecía que la estructura fue
modelada en la FSSPX para la recepción de la sotana, las salidas, los horarios,
pero fue un parecido muy vago. El P. Hewko arregló caminatas, pero este no era
un buen grupo para ese tipo de salidas, solo uno tenía la resistencia
necesaria, por lo que el Padre las complementó con los sobrinos del P.
Pfeiffer.
Mi punto: el P.
Pfeiffer muerde más de lo que puede masticar y quiere cada vez más y más. En
lugar de una prudente evaluación del lugar, el personal, y la falta de
legitimidad, él se fue hundiendo cada vez más profundamente en el fango de la
actividad. Entre más tiempo estaba fuera, más difícil se volvía el
programa. Yo sólo puedo pensar y expresar mi punto de vista cuando visité
durante los fines de semana o durante los descansos escolares. No recuerdo que
el Padre haya llamado ni a una sola junta para resolver los problemas o para
coordinarse con el P. Hewko.
De hecho, el P. Hewko nunca
supo realmente cuando debía enseñar o adónde debía ir el siguiente fin de
semana. Yo no daba crédito a mis ojos con lo que sucedió allí para la
preparación de los seminaristas ese primer año.
Cuando llegó el Segundo
año, la manera en que empieza determina cómo terminará. De nuevo rogué por
una junta para la organización. El P. Hewko estuvo de acuerdo que muchas
cosas debían ser cambiadas. Los problemas nunca se resolvieron y el seminario
continuó. Empezó a haber conflictos con Mons. Williamson porque el
P. Pfeiffer siempre sabía más que él. Este conflicto pudo resolverse
con más humildad, pero con todos estos viajes importantes y su deseo de abrir
más y más sitios de misas, el poder empezó a subir en la cabeza de este
sacerdote. El poder corrompe, y con ningún líder más que él mismo, el P.
Pfeiffer pudo hacer lo que se le ocurriera.
Los seminaristas debían
trabajar toda la noche preparando cualquier gran evento que hubiera. No
importaba que no se pudieran levantar al día siguiente para la meditación y la
misa. La prioridad número uno es complacer al P. Pfeiffer. Estos
jóvenes hicieron lo mejor que pudieron, pero la mayoría eran incompetentes.
Este hecho es lo que determinaba todo lo que sucedía en su vida de seminario y
al final el desorden y el conflicto con el “jefe” causaban que cada uno hablara
con el Padre y luego se fuera.
Corrección de la situación:
Primero, no debe haber seminario a menos que haya un Obispo que lo erija y lo
dirija por medio de un director de seminario que debe permanecer en ese lugar.
Segundo, el horario del seminario necesita ser muy claro para que los cursos
sean consistentes y la vida de oración regular. Tercero, ningún laico debe ser
puesto a cargo de los seminaristas, solo un sacerdote [se refiere al laico Pablo
Hernández].
2)
Centrado en sí mismo vs. Centrado en Dios
De hecho, el capricho era
la filosofía del líder. “Si vale la pena que se haga, vale la pena
hacerlo mal”. Esta cita del P. Pfeiffer es la piedra angular de todo lo que
sucedió.
La realidad empezó a salir
cuando vi que el P. Pfeiffer se excusaba fácilmente de los tiempos
prescritos para la oración. Su apretada agenda, su constante preocupación por
las llamadas telefónicas, y su estilo de vida personal eran cosas que yo nunca
vi antes en toda mi vida religiosa. A menos que él se tome el tiempo
de poner la oración y la meditación como prioridad número uno, él continuará
centrado en su egocéntrico enfoque para todo. El orden está de cabeza. Como
cristianos debemos enfocar nuestros esfuerzos en la gloria de Dios y la
salvación de las almas. Su foco ha sido mostrar su inteligencia y
su habilidad para criticar.
Considere que cada tarde
hay un gran silencio que debe existir en todos los seminarios. En Boston yo
viví sobre la sala del Padre y tuve que comprar unos tapones para los oídos
debido a la plática que se daba a todas horas de la noche. Cuando me levantaba
por la mañana para ir a la capilla, encontraba al Padre acostado en el sillón
vestido con la misma sotana blanca que había estado usando por días. Sólo podía
pensar que él debía irse a su habitación privada y poner orden en sus horarios
para poder servir a los otros con más orden, a la manera de Cristo.
En un verdadero seminario
católico, la prioridad debe ser el conocimiento y el amor a la Santísima
Eucaristía, como lo subraya “El Alma de todo Apostolado”. Ya que el superior
enseña a los inferiores, nuestro líder del seminario (P. Pfeiffer) debía ser un
ejemplo de oración y limitarse a la formación de estos jóvenes en lugar de
viajar por todos los estados buscando erigir todos los centros de misa
posibles.
3.
Duro criticismo de los demás, pero no de uno mismo.
En
el centro de la vida de Kentucky estaba la crítica diaria de todos los
sacerdotes y obispos que no escucharan la sabiduría del “alma” de la
resistencia (P. Pfeiffer). El orgullo va primero en cada caída y el orgullo se
manifiesta en el discurso de la persona.
El centro era Monseñor
Fellay, primero, y sin duda su giro de 180° de los principios del buen
Arzobispo era un punto sensible para todos nosotros. Nuestro deseo era
preservar la tradición del Arzobispo y reforzar este amor entre los que
vendrían a abrazar la resistencia a su traición.
Cuando un nuevo miembro
(Pablo [Hernández] el
mexicano) vino a Boston, este enfoque empezó a cambiar poco a poco. Críticas a
los “maricas” tradicionalistas se convirtió en un asunto diario. Ni el P.
Pfeiffer ni el P. Hewko pudieron corregir esta plática de Pablo para dividir.
Cuando esta persona entró de lleno a la casa de los sacerdotes, me quejé con el
P. Pfeiffer, y mi punto era que la casa de los sacerdotes es para sacerdotes y
que este laico estaba fuera de lugar aquí. Tiempo perdido. Debía aprender que Pablo no puede
equivocarse.
Ahora el veneno de
este hombre ha puesto al P. Pfeiffer en contra de los sacerdotes y obispos, y
ha abierto una brecha en la comunidad resistente. De hecho, las
palabras de Quo Primum han sido borradas recientemente por el P. Pfeiffer, que
cree que cada parroquia resistente o lugar de culto es de su dominio privado, y
sólo él puede determinar quién puede ofrecer la misa allí. Esto significa que
cada capilla tendría la misa una vez cada dos o tres meses. Esto es contrario a
la mera noción de Católico. Hay otros buenos sacerdotes que están trabajando
para perseverar la fe, pero en el mundo del P. Pfeiffer ellos deben pasar la
prueba de su “doctrina”. ¿Quién escuchó esto jamás?
Además, el bueno de Mons.
Williamson es criticado por todo sin la menor caridad cristiana, la cual
nos insta a “decir solo las cosas buenas que el hombre necesita escuchar y todo
lo demás viene del maligno”. Boston no quiere exponer su ropa sucia al mundo,
pero puede criticar cada mota de polvo en el ojo de otro hombre, mientras que
la viga en su propio ojo se descuida. Su transparencia deseada es una treta. Su
apertura a los demás fue de corta duración y ahora el culto al líder
comienza a ser sentido en el mundo de la resistencia. Si tan sólo
la humildad reinara en el "jefe", entonces la mayoría de los
problemas se resolverían mediante la simple comunicación con los obispos y
siguiendo sus consejos.
4,
¿El laico es el “jefe”?
El superior forma a los
inferiores como el buen Arzobispo enseñó pero pocos entienden y practican este
principio. Los seminaristas necesitan un santo sacerdote para mantener la
finalidad de su vida delante de ellos. No necesitan un laico que los abuse,
se queje de ellos, los ridiculice y los regañe. No necesitan un bautizado no
practicante generando odio en la atmósfera del seminario.
Como me dijo Jack Pfeiffer:
“Mi hijo y Pablo [Hernández] son uña y carne. Si mando lejos a Pablo estoy
seguro que perderé a mi hijo”. Bueno, la realidad es que el Sr. Pfeiffer ya
perdió a su hijo con el “jefe”. El no podrá y no corregirá la naturaleza
abusiva de este laico.
Es
debido a las maquinaciones de este laico que yo en lo personal tuve que dejar
Boston porque el odio y el pecado no corregidos por el superior no hacen un
ambiente saludable. Ya compartí una carta abierta
http://www.cathinfo.com/catholic.php/Open-Letter-from-Fr-Voigt-about-Boston-KY-mess
describiendo
cómo se me pidió trabajar con los seminaristas mientras los dos Padres fueron a
Filipinas. El comportamiento insultante del laico y sus actos que
socavaban mi autoridad sacerdotal no fueron corregidos por el P. Pfeiffer ni
hubo una disculpa por su conducta.
Diariamente este laico toma más y más
territorio. Trajo a una familia sin el padre. El padre de esta familia quiere
de regreso a sus hijos y su esposa pero Pablo continúa burlándose de él,
denigrándolo delante de sus hijos y glorifica la independencia de la esposa.
Todo esto bajo el ojo vigilante del “jefe”.
Hay mucho más que puedo decir concerniente a
la manera en que este hombre opera, pero sería un libro. Puedo decir que lo que
escribí es solamente la punta del iceberg y que recibo correos de católicos que
han experimentado sus tácticas de “lengua dura” en su contra. No tiene
escrúpulos de consciencia para amenazar y detractar si eso funciona para su
conveniencia.
5. Pastor del mundo ¿con
qué autoridad?
¿Es posible para un sacerdote servir en todo
el mundo? Es una pregunta tonta pero también es muy tonto para un sacerdote
morder más de lo que puede masticar. Fue divertido ver las operaciones de este
sacerdote con un telefonazo aquí y otro allá. Él podía resolver los
problemas en todas partes. El P. Chazal era incompetente en Asia, por lo
que nuestro héroe debía visitarlo dos veces al año para poner las cosas en
orden. La multiplicación de los centros de misa aumentó en un mapa de los
Estados Unidos para ver cómo podía atender tantos lugares por fin de semana
como fuera posible.
Al final los horarios de vuelo eran una
pesadilla porque tenía que visitar dos o más sitios en un día. Muchos lugares
recibían al padre, celebraba misa y regresaba al aeropuerto para ir a otro
lugar para la misa de la tarde. Era una locura. Pero si algo vale la pena
hacerse, vale la pena hacerlo mal.
Al final
él se convirtió en su propio enemigo y sacerdote tras sacerdote se hartaron de
la manera que él opera. Ningún otro sacerdote ha venido en su ayuda. Permitirá
que los obispos sean despreciados, que los sacerdotes sean difamados; y que los
líderes laicos sean burlados, azotados y escupidos con las palabras viciosas de
un hombre que él no puede controlar.