Páginas

viernes, 1 de abril de 2016

CARTA DEL P. VOIGT SOBRE EL "SEMINARIO" DEL P. PFEIFFER






Fuente
 
Nota: se publica la carta en extracto y con negritas puestas por nosotros.

Preámbulo: Me tomo el tiempo de evaluar la vida de tres años en Boston, KT, con la finalidad de exponer los peligros que acechan en ese lugar. Todo lo que escribo puede ser verificado por los seminaristas que se separaron del P. Pfeiffer. Esta exposición está destinada a corregir y ayudar a mejorar lo que está ocurriendo en ese lugar. La corrección fraternal es un acto de caridad y por eso escribo. Esta exposición consta de cinco partes: 1) Orden vs. Desorden; 2) Centrado en sí mismo vs. Centrado en Dios; 3) Duro criticismo de los demás pero no de uno mismo; 4) Esfuerzo ilegítimo vs. Verdadera resistencia; 5) Herejía, investidura laica, protestantismo en efecto. Primer tema:

1. Orden vs. desorden

Orden es el primer signo de imitación del cielo. En el cielo encontraremos perfecto orden, y entonces en un seminario el esfuerzo completo debe ser el de poner este orden en el trabajo para que el seminarista pueda enfocarse en la obra y palabra de Dios. Sin respaldo, sin ninguna novena u oración, y sin un obispo que sancionara el proyecto, el Padre abrió un seminario (?) con un aspirante a cocinero, un músico, un recién graduado de preparatoria y un señor de edad. Desde el principio hubo carencia de profesores, por lo que el graduado de preparatoria se convirtió en profesor de latín a pesar que solamente tenía cuatro años de estudio. Los dos padres salían cada fin de semana y algunas veces durante toda la semana cuando iban a Asia o alrededor del mundo. Cuando uno regresaba, entonces había clases. Mientras tanto, no había Misa, la vida de oración sufría, pero los hombres continuaron a pesar del desorden.

Un seminarista enfermó y no parecía mejorarse. Debido a la edad, la enfermedad, y otras circunstancias, alegó que el hombre no tenía vocación para el sacerdocio por lo que el Padre decidió que sería hermano. Siguiente desorden: basarse en los números y seguir el patrón de preparación que existe en Winona. Parecía que la estructura fue modelada en la FSSPX para la recepción de la sotana, las salidas, los horarios, pero fue un parecido muy vago. El P. Hewko arregló caminatas, pero este no era un buen grupo para ese tipo de salidas, solo uno tenía la resistencia necesaria, por lo que el Padre las complementó con los sobrinos del P. Pfeiffer.

Mi punto: el P. Pfeiffer muerde más de lo que puede masticar y quiere cada vez más y más. En lugar de una prudente evaluación del lugar, el personal, y la falta de legitimidad, él se fue hundiendo cada vez más profundamente en el fango de la actividad. Entre más tiempo estaba fuera, más difícil se volvía el programa. Yo sólo puedo pensar y expresar mi punto de vista cuando visité durante los fines de semana o durante los descansos escolares. No recuerdo que el Padre haya llamado ni a una sola junta para resolver los problemas o para coordinarse con el P. Hewko.


De hecho, el P. Hewko nunca supo realmente cuando debía enseñar o adónde debía ir el siguiente fin de semana. Yo no daba crédito a mis ojos con lo que sucedió allí para la preparación de los seminaristas ese primer año.

Cuando llegó el Segundo año, la manera en que empieza determina cómo terminará. De nuevo rogué por una junta para la organización. El P. Hewko estuvo de acuerdo que muchas cosas debían ser cambiadas. Los problemas nunca se resolvieron y el seminario continuó. Empezó a haber conflictos con Mons. Williamson porque el P. Pfeiffer siempre sabía más que él. Este conflicto pudo resolverse con más humildad, pero con todos estos viajes importantes y su deseo de abrir más y más sitios de misas, el poder empezó a subir en la cabeza de este sacerdote. El poder corrompe, y con ningún líder más que él mismo, el P. Pfeiffer pudo hacer lo que se le ocurriera.

Los seminaristas debían trabajar toda la noche preparando cualquier gran evento que hubiera. No importaba que no se pudieran levantar al día siguiente para la meditación y la misa. La prioridad número uno es complacer al P. Pfeiffer. Estos jóvenes hicieron lo mejor que pudieron, pero la mayoría eran incompetentes. Este hecho es lo que determinaba todo lo que sucedía en su vida de seminario y al final el desorden y el conflicto con el “jefe” causaban que cada uno hablara con el Padre y luego se fuera.

Corrección de la situación: Primero, no debe haber seminario a menos que haya un Obispo que lo erija y lo dirija por medio de un director de seminario que debe permanecer en ese lugar. Segundo, el horario del seminario necesita ser muy claro para que los cursos sean consistentes y la vida de oración regular. Tercero, ningún laico debe ser puesto a cargo de los seminaristas, solo un sacerdote [se refiere al laico Pablo Hernández]


2) Centrado en sí mismo vs. Centrado en Dios

De hecho, el capricho era la filosofía del líder. “Si vale la pena que se haga, vale la pena hacerlo mal”. Esta cita del P. Pfeiffer es la piedra angular de todo lo que sucedió.

La realidad empezó a salir cuando vi que el P. Pfeiffer se excusaba fácilmente de los tiempos prescritos para la oración. Su apretada agenda, su constante preocupación por las llamadas telefónicas, y su estilo de vida personal eran cosas que yo nunca vi antes en toda mi vida religiosa. A menos que él se tome el tiempo de poner la oración y la meditación como prioridad número uno, él continuará centrado en su egocéntrico enfoque para todo. El orden está de cabeza. Como cristianos debemos enfocar nuestros esfuerzos en la gloria de Dios y la salvación de las almas. Su foco ha sido mostrar su inteligencia y su habilidad para criticar.

Considere que cada tarde hay un gran silencio que debe existir en todos los seminarios. En Boston yo viví sobre la sala del Padre y tuve que comprar unos tapones para los oídos debido a la plática que se daba a todas horas de la noche. Cuando me levantaba por la mañana para ir a la capilla, encontraba al Padre acostado en el sillón vestido con la misma sotana blanca que había estado usando por días. Sólo podía pensar que él debía irse a su habitación privada y poner orden en sus horarios para poder servir a los otros con más orden, a la manera de Cristo.

En un verdadero seminario católico, la prioridad debe ser el conocimiento y el amor a la Santísima Eucaristía, como lo subraya “El Alma de todo Apostolado”. Ya que el superior enseña a los inferiores, nuestro líder del seminario (P. Pfeiffer) debía ser un ejemplo de oración y limitarse a la formación de estos jóvenes en lugar de viajar por todos los estados buscando erigir todos los centros de misa posibles.


3. Duro criticismo de los demás, pero no de uno mismo.

En el centro de la vida de Kentucky estaba la crítica diaria de todos los sacerdotes y obispos que no escucharan la sabiduría del “alma” de la resistencia (P. Pfeiffer). El orgullo va primero en cada caída y el orgullo se manifiesta en el discurso de la persona.

El centro era Monseñor Fellay, primero, y sin duda su giro de 180° de los principios del buen Arzobispo era un punto sensible para todos nosotros. Nuestro deseo era preservar la tradición del Arzobispo y reforzar este amor entre los que vendrían a abrazar la resistencia a su traición.

Cuando un nuevo miembro (Pablo [Hernández] el mexicano) vino a Boston, este enfoque empezó a cambiar poco a poco. Críticas a los “maricas” tradicionalistas se convirtió en un asunto diario. Ni el P. Pfeiffer ni el P. Hewko pudieron corregir esta plática de Pablo para dividir. Cuando esta persona entró de lleno a la casa de los sacerdotes, me quejé con el P. Pfeiffer, y mi punto era que la casa de los sacerdotes es para sacerdotes y que este laico estaba fuera de lugar aquí. Tiempo perdido. Debía aprender que Pablo no puede equivocarse.

Ahora el veneno de este hombre ha puesto al P. Pfeiffer en contra de los sacerdotes y obispos, y ha abierto una brecha en la comunidad resistente. De hecho, las palabras de Quo Primum han sido borradas recientemente por el P. Pfeiffer, que cree que cada parroquia resistente o lugar de culto es de su dominio privado, y sólo él puede determinar quién puede ofrecer la misa allí. Esto significa que cada capilla tendría la misa una vez cada dos o tres meses. Esto es contrario a la mera noción de Católico. Hay otros buenos sacerdotes que están trabajando para perseverar la fe, pero en el mundo del P. Pfeiffer ellos deben pasar la prueba de su “doctrina”. ¿Quién escuchó esto jamás?

Además, el bueno de Mons. Williamson es criticado por todo sin la menor caridad cristiana, la cual nos insta a “decir solo las cosas buenas que el hombre necesita escuchar y todo lo demás viene del maligno”. Boston no quiere exponer su ropa sucia al mundo, pero puede criticar cada mota de polvo en el ojo de otro hombre, mientras que la viga en su propio ojo se descuida. Su transparencia deseada es una treta. Su apertura a los demás fue de corta duración y ahora el culto al líder comienza a ser sentido en el mundo de la resistenciaSi tan sólo la humildad reinara en el "jefe", entonces la mayoría de los problemas se resolverían mediante la simple comunicación con los obispos y siguiendo sus consejos.


4, ¿El laico es el “jefe”?

El superior forma a los inferiores como el buen Arzobispo enseñó pero pocos entienden y practican este principio. Los seminaristas necesitan un santo sacerdote para mantener la finalidad de su vida delante de ellos. No necesitan un laico que los abuse, se queje de ellos, los ridiculice y los regañe. No necesitan un bautizado no practicante generando odio en la atmósfera del seminario.

Como me dijo Jack Pfeiffer: “Mi hijo y Pablo [Hernández] son uña y carne. Si mando lejos a Pablo estoy seguro que perderé a mi hijo”. Bueno, la realidad es que el Sr. Pfeiffer ya perdió a su hijo con el “jefe”. El no podrá y no corregirá la naturaleza abusiva de este laico.

Es debido a las maquinaciones de este laico que yo en lo personal tuve que dejar Boston porque el odio y el pecado no corregidos por el superior no hacen un ambiente saludable. Ya compartí una carta abierta
http://www.cathinfo.com/catholic.php/Open-Letter-from-Fr-Voigt-about-Boston-KY-mess describiendo cómo se me pidió trabajar con los seminaristas mientras los dos Padres fueron a Filipinas. El comportamiento insultante del laico y sus actos que socavaban mi autoridad sacerdotal no fueron corregidos por el P. Pfeiffer ni hubo una disculpa por su conducta.


Diariamente este laico toma más y más territorio. Trajo a una familia sin el padre. El padre de esta familia quiere de regreso a sus hijos y su esposa pero Pablo continúa burlándose de él, denigrándolo delante de sus hijos y glorifica la independencia de la esposa. Todo esto bajo el ojo vigilante del “jefe”.

Hay mucho más que puedo decir concerniente a la manera en que este hombre opera, pero sería un libro. Puedo decir que lo que escribí es solamente la punta del iceberg y que recibo correos de católicos que han experimentado sus tácticas de “lengua dura” en su contra. No tiene escrúpulos de consciencia para amenazar y detractar si eso funciona para su conveniencia.

5. Pastor del mundo ¿con qué autoridad?

¿Es posible para un sacerdote servir en todo el mundo? Es una pregunta tonta pero también es muy tonto para un sacerdote morder más de lo que puede masticar. Fue divertido ver las operaciones de este sacerdote con un telefonazo aquí y otro allá. Él podía resolver los problemas en todas partes. El P. Chazal era incompetente en Asia, por lo que nuestro héroe debía visitarlo dos veces al año para poner las cosas en orden. La multiplicación de los centros de misa aumentó en un mapa de los Estados Unidos para ver cómo podía atender tantos lugares por fin de semana como fuera posible.

Al final los horarios de vuelo eran una pesadilla porque tenía que visitar dos o más sitios en un día. Muchos lugares recibían al padre, celebraba misa y regresaba al aeropuerto para ir a otro lugar para la misa de la tarde. Era una locura. Pero si algo vale la pena hacerse, vale la pena hacerlo mal.

Al final él se convirtió en su propio enemigo y sacerdote tras sacerdote se hartaron de la manera que él opera. Ningún otro sacerdote ha venido en su ayuda. Permitirá que los obispos sean despreciados, que los sacerdotes sean difamados; y que los líderes laicos sean burlados, azotados y escupidos con las palabras viciosas de un hombre que él no puede controlar.