“Decidí evitarlo. El
hablar con un hombre de mente prejuiciada, torcida o tortuosa, o simplemente
necio, si uno debe callar y no puede disputar, siempre hace daño; porque o bien
uno se contamina de sus errores y tontunas, o bien tiene después la pena de
refutarlas para sí interiormente. ¿Para qué perder tiempo? Hay que hablar
solamente con los hombres inteligentes, o por lo menos, derechos. “Responde al
necio conforme a su necedad”-dice la Escritura. O sea, no le respondas nada”.
P. Castellani, Los
papeles de Benjamín Benavides, Pág. 103.