R.P. Félix Sardá y Salvany (1844 - 1916)
En la Epístola de
este domingo nos habla San Pablo de la caridad.
Los liberales han
falseado la noción de la caridad. Para ellos, la caridad es un sentimiento -no
una virtud- que nos hace ser simpáticos, condescendientes y afectuosos siempre
y con todos. Por eso un Sacerdote liberal, mundialmente famoso por sus escritos
espirituales (?), en un libro sobre la Vida de Cristo, relatando el episodio de
la expulsión de los mercaderes del templo, escribió que Nuestro Señor "perdió
el control de sus nervios… y literalmente salió de sus casillas". Dios
lo perdone. Como para los liberales toda violencia, porque coarta la libertad,
es incompatible con su falsa idea de la caridad, con esa simpatía y afabilidad;
no pueden comprender la ira santa de Cristo y la explican de modo blasfemo y
herético.
Veamos cómo
entienden los liberales algunas de esas palabras de San Pablo sobre la caridad
en 1 Cor:
La caridad es benigna. Lo que dijimos: los
liberales pretenden que los católicos debemos ser siempre agradables,
simpáticos y condescendientes con todos los hombres. Distinta es la explicación
que da Santo Tomás de Aquino sobre esta frase (Coment. Super 1 Cor): ella se
refiere a la beneficencia, pues lo propio de la caridad -dice- es
hacer que el hombre no retenga para sí solo sus bienes, sino los comparta con
otros.
La caridad no se irrita. Los liberales nos dirán
que, según esto, debemos evitar todo enojo, toda ira y sonreír siempre. Explica
Santo Tomás que con estas palabras se nos dice que hay que evitar la
ira entendida como un apetito desordenado de venganza, pues
es más propio de la caridad perdonar las ofensas que vengarse con exceso o
desordenadamente. Y Santo Tomás también enseña que hay una ira justa y
virtuosa.
La caridad no piensa mal. Según los liberales,
estas palabras nos obligan a creer bien intencionados a todos los hombres. En
cambio, Santo Tomás enseña que el sentido es queno debemos pensar cómo hacer
el mal y que debemos evitar pensar mal del prójimo por sospechas y juicios
temerarios. Lo que no impide pensar mal de alguien cuando hay serios
fundamentos.
La caridad todo lo cree. Para los liberales esto
quiere decir que, como los hombres son buenos, hay que creer
todo lo que nos dicen. San Juan de la Cruz precisa en su obra “Cántico
Espiritual” (canc. 12, n° 11): la caridad cree todas las
cosas, es a saber, las que se deben creer. Y Santo Tomás dice que estas
palabras se refieren a lo que procede de Dios: la caridad cree
todo a Dios. Pero creer todo lo que dicen los hombres -agrega
el Santo- es liviandad.
La caridad todo lo soporta. Para los liberales,
sentimentales utópicos, esto significa que se debe soportar todo lo que nos
hagan los hombres. El católico debe ser un borrego, una ameba, un pacifista
cobarde. El liberalismo es afeminado y afeminante, por eso prohíbe o ve con
malos ojos toda rebelión o la defensa contra el injusto agresor. Para el
liberal, la guerra es el peor de los males. San Juan de la Cruz distingue
nuevamente: la caridad todas las cosas soporta, que convienen a la
caridad (id). Santo Tomás señala que el sentido es éste: debemos esperar
pacientemente que, pese a la dilación, Dios cumpla lo prometido.Ninguna
relación con la pusilanimidad liberal.
El n° 2 de la
FSSPX, el Padre Pfluger, dictó una serie de conferencias a los hermanos de
Flavigny a finales de diciembre pasado. Este Sacerdote, como el Superior
General, tiene ideas liberales sobre la caridad, es un “resabiado de
liberalismo”, como dice el gran P. Sardá y Salvany. Por ejemplo, dijo lo siguiente
en esa ocasión: El apostolado es “sentire cum Ecclesia” y no criticar
al Vaticano II... La crítica termina por cansar y nos desgarra, como mucha
gente brillante que nos han dejado pues no tenían la “cáritas Christi”... No
hagamos como la seudo resistencia, sino que reencontremos el entusiasmo por el
bien. Busquemos el reino de Dios y no convertir al Papa, analizar los textos
del Superior General o Lumen Gentium... Dios no puede bendecir la actitud de
los que no quieren entrar al aprisco porque habría un lobo.
Los liberales que
quieren agradar a Roma Anticristo y someterse a la Jerarquía modernista sí
tienen la “cáritas Christi”. La Resistencia, los que siguen combatiendo por la
fe, los que rechazan las concesiones hechas el año 2012 por el Superior General
en esa traidora Declaración Doctrinal que presentó a Roma, los que, leales a la
herencia de Mons. Lefebvre, quieren permanecer intransigentes y de pie ante el
liberalismo y el modernismo; esos no tiene caridad. La “caridad liberal”
lleva a las actuales autoridades de la Fraternidad a buscar la unión suicida
con Roma modernista. Ya decía Mons. Lefebvre (en “El Golpe Maestro de Satanás”)
que el liberalismo persigue encarnizadamente un contubernio imposible
entre la Verdad y el Error, la Virtud y el Vicio, la Luz y las Tinieblas, entre
la Iglesia Católica y el mundo con todos sus desenfrenos. Para los
liberales que detentan el poder en la Neo FSSPX, la intolerancia, la
intransigencia en la defensa de la Verdad es contraria a la caridad.
¡Intransigencia! -dice el P. Sardá y Salvany en “El
liberalismo es pecado” (Cap. 21, cito extractando)- Oigo exclamar aquí
a mis lectores más o menos resabiados (de liberalismo).¡Qué modo de
resolver la cuestión tan poco cristiano! ¿Son o no prójimos, como cualquier
otro, los liberales? "¡Ya apareció aquello!", exclamaremos nosotros,
lo de la "falta de caridad". Vamos, pues, a contestar también a este
reparo, que es para algunos el verdadero caballo de batalla de la cuestión. Es,
como ha dicho un autor, hacer servir a la caridad de barricada contra la
verdad.
Sepamos ante todo
qué significa la palabra caridad: la caridad es una virtud sobrenatural que nos
inclina a amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos
por amor de Dios. De esta definición, después de la parte que a Dios se
refiere, resulta que debemos amar al prójimo como a nosotros mismos, y esto no
de cualquier manera, sino en orden y con sujeción a la ley de Dios y por amor
de Dios.
Ahora bien: ¿Qué
es amar? "Amar es querer bien a quien se ama". ¿Y a quién dice la
caridad que se ha de amar o querer bien? Al prójimo, esto es, no a tal o cual
hombre solamente, sino a todos los hombres. ¿Y cuál es este bien que se le ha
de querer para que resulte verdadero amor? Primeramente el bien supremo de
todos, que es el bien sobrenatural: luego los demás bienes de orden natural, no
incompatibles con aquél.
De ahí, que se
puede amar y querer bien al prójimo (y mucho) disgustándole, y contrariándole,
y perjudicándole materialmente, y aun privándole de la vida en alguna ocasión.
Todo estriba en examinar si, en aquello que se le disgusta o contraría o
mortifica, se obra o no en bien suyo, o de otro que tenga más derecho que él a
este bien, o simplemente en mayor servicio de Dios.
1.° O en bien
suyo. Si disgustando y ofendiendo al prójimo se obra en bien suyo, claro está
que se le ama aún en aquello en que por su bien se le disgusta y contraría. Así
al enfermo se le ama quemándolo con el cauterio o cortándole la gangrena con el
bisturí; al malo se le ama corrigiéndole con la reprensión o el castigo, etc.
Todo lo cual es excelente caridad.
2º O en bien de
otro prójimo que tenga derecho mejor. Sucede frecuentemente que hay que
disgustar a uno… para librar de un mal a otro a quien el primero se lo procure
causar. En este caso es ley de caridad defender al agredido de la violencia
injusta del agresor, y se puede hacer mal a éste cuanto sea preciso o
conveniente para la defensa de aquél. Así sucede cuando en defensa (de alguien) a quien acomete un ladrón,
se mata a éste. Y entonces matar o dañar, o de otra cualquier manera ofender al
injusto agresor, es acto de verdadera caridad.
3.° O en el debido
servicio de Dios. El bien de todos los bienes es la divina gloria… De
consiguiente, el amor a los hombres debe entenderse siempre subordinado al que
debemos a nuestro Señor. Por su amor y servicio, pues, se debe (si es
necesario) disgustar a los hombres; se debe (si es necesario) herirlos y
matarlos. Adviértase la fuerza de los paréntesis (si es necesario), lo cual
dice claramente el caso único en que exige tales sacrificios el servicio de
Dios. Así en guerra justa, como se hieren y se matan hombres por el servicio de
la patria, se pueden herir y matar hombres por el servicio de Dios. Lo cual
justifica plenamente a la maldecida Inquisición. Todo lo cual (cuando tales
actos sean necesarios y justos) son actos de virtud, y pueden ser imperados por
la caridad.
No lo entiende así
el liberalismo. Por esto tiene y da a los suyos una falsa noción de la caridad
y apostrofa a todas horas a los católicos firmes, con la acusación de
intolerancia e intransigencia. Nuestra fórmula es muy clara y concreta: La suma
intransigencia católica es la suma católica caridad. Y los tipos de esta
intransigencia son los héroes más sublimes de la caridad, como la entiende la
verdadera Religión. Y porque hay pocos intransigentes, hay hoy día pocos
caritativos de veras. La caridad liberal que hoy está de moda es en la forma
del halago y la condescendencia y el afecto; pero es en el fondo el desprecio
esencial de los verdaderos bienes del hombre y de los supremos intereses de la
verdad y de Dios.
Que la Santísima
Virgen nos libre de la falsa caridad liberal y nos alcance de Dios la verdadera
caridad de Cristo.