Viernes
07 de marzo de 2014 | Publicado en edición impresa
Vaticano
Insólita
confesión: el Papa contó que le robó una cruz a un cura muerto
Reveló que la sacó del
rosario que llevaba uno de sus confesores cuando estaba siendo velado y que
siempre la lleva consigo; fue "ese ladrón que todos tenemos dentro",
dijo.
Por Elisabetta Piqué | LA
NACION
Francisco,
ayer, en un encuentro con curas en el Vaticano. Foto: Reuters
ROMA.-
"Mientras arreglaba las flores, agarré la cruz del rosario y con un poco
de fuerza la arranqué. Y en ese momento lo miré y le dije: «Dame la mitad de tu
misericordia»."
En
una reunión que tuvo ayer con sacerdotes de Roma, cita tradicional del inicio
de la Cuaresma, Francisco no sólo los llamó a ser misericordiosos con los
heridos de este mundo, sino que confesó una anécdota de su vida totalmente
desconocida.
Sorprendiendo
a todos, contó que en la década del 90, siendo vicario general de Buenos Aires,
"robó" la cruz del rosario de un sacerdote que se había muerto, a
quien admiraba: el padre José Aristi, famoso confesor de la Iglesia del
Santísimo Sacramento, que incluso confesó a Juan Pablo II en uno de sus viajes
a la Argentina. "En ese tiempo yo vivía en la curia y cada mañana bajaba
al fax para ver si había algo", relató Francisco. Una mañana de Pascua,
encontró un fax que anunciaba la muerte del padre Aristi "a los 94 o 96
años". Y como ya tenía arreglado ir a almorzar con sacerdotes ancianos jubilados, Jorge Bergoglio decidió
pasar por la tarde a despedirse de su amigo sacerdote, en la Iglesia del
Santísimo Sacramento.
"Bajé
a la cripta y estaba el ataúd, sólo dos viejitas que rezaban, pero ninguna
flor. Y pensé: «¿Pero para este hombre, que le perdonó los pecados a todo el
clero de Buenos Aires, y también a mí, ninguna flor?»", contó. Fue así que
Bergoglio salió a comprar flores -"porque en Buenos Aires, donde hay
gente, en los cruces de calles, hay florerías", explicó- y volvió a la
cripta.
"Empecé
a preparar bien el ataúd con las flores... Miré el rosario que tenía en la mano
y enseguida me vino a la mente ese ladrón que todos tenemos dentro, ¿no? Y mientras
arreglaba las flores agarré la cruz del rosario y con un poco de fuerza la
arranqué. Y en ese momento lo miré y le dije: «Dame la mitad de tu
misericordia»", reveló, dejando boquiabierto al auditorio.
"Sentí
una cosa fuerte que me dio el coraje de hacer esto y esta oración",
siguió, al destacar que desde ese día siempre llevó consigo esa cruz. Como
"las camisas del papa no tienen bolsillos", puntualizó, ahora la
guarda en un sobre de tela muy pequeño, debajo de su hábito blanco. Y cuando
tiene "un pensamiento malo contra alguna persona", pone su mano
arriba de esa cruz "robada". "Y siento la gracia, siento que me
hace bien. ¡Qué bueno es el ejemplo de un cura misericordioso, de un cura que
se acerca a las heridas!", exclamó.
Francisco,
que fue aplaudido por los sacerdotes romanos, utilizó la anécdota para ponerle
el broche final a un discurso simple y claro que terminó siendo una clase
magistral sobre la misericordia. "En la Iglesia, toda, es el tiempo de la
misericordia, que fue una intuición de Juan Pablo II", dijo. "La
verdadera misericordia se hace cargo de la persona, la escucha atentamente, la
acompaña en el camino de la reconciliación", explicó.
Criticó
a los curas "asépticos" o los "de laboratorio, todo limpio, todo
lindo", que "no ayudan a la Iglesia". Los curas deben saber
llorar y acariciar a los tantos heridos de este mundo, subrayó. Recomendó no
ser ni "mano ancha" ni rígidos. Y volvió a reiterar su visión de
Iglesia como "hospital de campaña" que debe curar a la gente herida
"por los problemas materiales, por los escándalos, también en la Iglesia,
por las ilusiones del mundo". "Nosotros, los curas, debemos estar
ahí, cerca de esta gente.".
Entonces, ¿resulta que AFANANCIO era en realidad
Francisco?