14/05/2020
La
crisis producida por el coronavirus ha puesto aún más de relieve la batalla de
las élites globales por el control de la narrativa. Este control ha permitido a
los dueños del mundo ahondar como nunca en la pseudorealidad que
les asegura sus cuotas de poder y
mantener al resto en una situación de cierto reposo latente con el fin de
mantenerlos en la ignorancia.
Pero con el COVID-19 lo que ha resultado es que, dado el
nivel de hastío de gran parte de la población por la crisis financiera cuasi
perpetua y la corrupción de los gobernantes nacionales e internacionales, la
sociedad está empezando a desconfiar en los organismos de propaganda del
sistema. La crisis de credibilidad de los medios de comunicación
siempre ha sido una constante en la era posmoderna, pero se disparó en
especial desde el surgimiento de conceptos como “fake news” (bulos, en español)
o “postverdad”.
¿A qué se debe este hecho? Hay múltiples factores que lo
explican, pero lo más evidente es la burda utilización de los medios de
comunicación de masas como generadores de cortinas de humo para beneficio de
empresarios que instauran a través de ellos un espejo en el que desean que la
sociedad se refleje y que deje de pensar que hay algo más allá de lo que se le
está diciendo.
La
manera en que ha reaccionado el mundo, los medios de comunicación y las
naciones más poderosas del planeta ante la crisis del coronavirus ha
hecho despertar a una gran cantidad de ciudadanos del letargo.
La
información que nos llega es contradictoria, errónea, falseada, interesada…
Nada nuevo bajo el sol, eso es cierto, pero en este caso ha ocurrido algo nunca
antes visto: ya se habla abiertamente de Nuevo Orden Mundial.
Sí,
lo que por muchos años ha sonado como algo intangible, etéreo o inconcreto
–algo propio de locos, prácticamente– ha resultado ser finalmente verdad. Y por
muy extraño que parezca, son los gobernantes y algunas multinacionales los que
ya hablan abiertamente de este concepto, de esta “nueva normalidad” como la han
denominado. Bonito eufemismo… pero no es más que eso, un eufemismo.
¿Qué
relación tiene todo esto con la pandemia? Es lo que vamos a ver.
COVID19, ¿contagio natural o invento del ser
humano?
El
origen del nuevo coronavirus es en sí un ejemplo de esa batalla por la
narrativa a la que hacía referencia al comienzo del texto.
Una
vez China confirmó el estallido del brote a finales de diciembre de 2019, vimos
cómo la Organización Mundial de la Salud (OMS) minimizaba la capacidad de daño
del virus y recomendaba no tomar precaución alguna ni restringir el tráfico de
personas dejando las fronteras abiertas. Esto resultó ser un craso
error que miles de personas por todo el mundo han pagado con su vida. Recientemente
hemos sabido que Taiwán, por orden de su ministra Tsai Ing-wen, ya informó poco
después del brote en China de la gravedad de la situación, pero la OMS,
comandada por el marxista declarado Tedros Adhanom, hizo caso omiso de la
advertencia.
Como
curiosidad, cabe destacar que Taiwán no es miembro de la OMS por las presiones
de China ante el conflicto diplomático que mantienen ambos países por el deseo
expansionista del gigante asiático.
Tras
el brote, estalló la batalla por la (des)información. Recibimos constantemente un bombardeo informativo
que no deja ver más allá de lo que nos cuentan: número de muertos e infectados
en tiempo real como si de estadísticas deportivas se trataran, políticos
echándose la culpa unos a otros… el típico circo mediático al que nos tienen
acostumbrados, solo que potenciado.
Mientras,
la pregunta que todos nos hacemos es: ¿de dónde demonios ha salido este virus
que ha bloqueado el mundo de la noche a la mañana? La respuesta no está en los
medios de comunicación habituales, tampoco es posible señalar con exactitud el
origen, pero pueden rastrearse ciertas pruebas que ayuden a, al menos,
comprender qué intereses económicos y políticos hay detrás de todo esto.
Siguiendo la pista a una cepa
Hay
varias vías de investigación de este virus. Una, digamos, internacional y,
otra, “made in China”. Una no excluye a la otra, como veremos.
La
vía internacional comienza cuando la OMS notifica acerca de una nueva cepa de
coronavirus en el año 2012 en Arabia Saudí que se mantiene activa hasta el año
2013. En ese momento, las referencias a la misma desaparecen hasta que sale a
la luz el nuevo COVID-19. ¿Qué ocurrió en todo ese tiempo?
El
4 de mayo de 2013, el Laboratorio Nacional de Microbiología de Winnipeg MB,
Canadá, recibió el novedoso coronavirus del Centro Médico Erasmus de Rotterdam,
Países Bajos.
El
doctor Frank Plummer, experto internacional en la lucha contra el virus del
ébola, lo confirmó en un artículo el 14 de mayo de 2013. En el laboratorio
canadiense trabajaba una pareja de científicos chinos que robaron esta cepa y
otras, como la del ébola, y se las llevaron a China. Se teme que esa pareja
fueran realmente agentes encubiertos del Partido Comunista Chino.
Algo
que llama la atención es que tanto el doctor Plummer como el doctor Salama,
director ejecutivo del Departamento de Salud Global de la OMS, han muerto hace
apenas dos meses en plena crisis del coronavirus. El primero de un infarto y el
segundo de “muerte repentina”.
Sigamos
con el viaje temporal. En 2014, se construyó en Wuhan un laboratorio
franco-chino para el estudio de virus infecciosos. Puede tener relación o no,
pero Francia fue de los primeros países en descartar que el COVID-19 viniera de
Wuhan en China. ¿Por qué lo aseguraron categóricamente sin mostrar prueba
alguna?
En
2015, la empresa británica Pirbright patentó una vacuna contra el coronavirus.
Esta empresa ha sido financiada por la fundación Bill y Melinda Gates.
En
ese mismo año, Bill Gates impartió una conferencia en TED en la que avisó de
los peligros de una posible pandemia que podría llegar a matar a unos 30
millones de personas en todo el mundo. En otra conferencia señaló que se podría
reducir el crecimiento de población mediante el uso de vacunas, el sistema de
salud y la “salud reproductiva” (eufemismo para no decir aborto). Sí, así lo
dijo.
Tanto
Bill como Melinda Gates son unos apasionados del control de natalidad, como
otros tantos miembros de la élite empresarial y política mundial. Entre ellos,
Felipe de Edimburgo, el marido de la reina Isabel II de Inglaterra, quien dijo,
textualmente, “si pudiera reencarnarme, me gustaría volver como un virus mortal
con el fin de contribuir a resolver la superpoblación”. Este señor aboga por
reducir la población mundial a dos mil millones de personas, lo que supone
eliminar a cinco mil millones.
Como
podemos comprobar, parte de la élite que gobierna el mundo es una
entusiasta genocida.
Vamos
ahora al rastro “made in China”.
La
doctora china Shi Zhengli es una experta reconocida a nivel internacional en el
coronavirus trabajando durante años en el Instituto de Virología de Wuhan. El
virus que nos ocupa está presente en la naturaleza en muchos animales, incluido
el ganado del que nos alimentamos, pero no tenía la capacidad para mutar e
infectar al ser humano.
No,
al menos, hasta que Zhengli consiguió entre 2010 y 2013 modificar algunas de
las proteínas del coronavirus salvaje para que pudiera afectar a organismos
diferentes a los murciélagos, entre otros. Según demuestra en sus estudios
científicos, las pruebas fueron positivas en chimpancés, organismos
biológicamente semejantes a los seres humanos.
En
2015, el científico Declan Butler llamó la atención en la revista Nature sobre
lo extremadamente peligroso que es el hecho de haber modificado un
virus semejante en laboratorio con un claro potencial para el uso militar en la
guerra biológica.
¿Es
posible que la doctora Zhengli pudiera haber terminado su trabajo con algunas
de las cepas previamente tratadas en Canadá provenientes de Rotterdam? Es más,
en esos años realizó varios viajes a países como EE. UU. y Canadá. ¿Con quién
se encontró en esos viajes? ¿Puede haber una relación entre ellos?
Soros y China
Todo
indica que el virus que estamos sufriendo ha sido creado en laboratorio, a pesar de que todavía seguimos siendo
bombardeados con noticias que niegan todas las evidencias y que insisten en la
transmisión natural de pangolines y murciélagos. La última en defender esta
tesis ha sido la OMS, pero su extraña relación con China resta toda
credibilidad a esta afirmación.
Como
sea, queda claro que detrás de este virus también existen unos intereses
comerciales, como es habitual. Y, en este caso, quiero fijarme en la figura del
multimillonario de origen húngaro George Soros.
Según
un informe de la Comisión de cambio y valores de Estados Unidos del primer
tercio de 2011, el fondo de George Soros (Soros Fund Management) invirtió en la
empresa Wuxi Pharmatech Cayman enfocada en productos biotecnológicos y creada
en Shanghái en el año 2000. En el año 2008, la empresa compró App Tech.
Un
año después de esta inversión, Wuxi construyó un laboratorio en la ciudad de
Wuhan (concretamente en el número 666 de
Gaoxin Road East Lake), la misma
ciudad donde se encuentra el Instituto de Virología y en donde, supuestamente,
estalló todo.
Wuxi
App Tech es una empresa que trabaja, en especial, en tres campos: terapia
genética y celular, vectores virales y productos virales. En resumen, se
especializa en bioingeniería y en la producción de tests virales.
Esta
empresa se encuentra muy cerca del laboratorio P4 de alta seguridad en el que
se habría tratado el actual COVID-19. Este laboratorio pertenece al Instituto
de Virología de Wuhan que, a su vez, pertenece a la Academia China de Ciencias.
El director del laboratorio es Yuan Zhiming quien fue el responsable de la
creación de la ciudad científica de Wuhan. Antes hablamos de Francia, resulta
que el país galo fue el que diseñó el laboratorio P4 de Wuhan. ¿Niegan
toda relación entre el COVID-19 y China para eliminar toda hipótesis que guíe
hasta ellos?
Yuan
Zhiming colabora con Jiang Zhicheng, hijo de Jiang Mianheng, hijo de Jiang
Zemin, ex líder supremo del Partido Comunista Chino. Zhicheng (nieto de
Zemin) es el responsable de Wuxi App Tech, dueña de la farmacéutica Fosun
asociada a la norteamericana Gilead en la producción de Remdesivir, uno de
los fármacos que se están testeando en este momento contra el coronavirus.
Soros
invirtió en eso hace años. ¿Sabía algo?
Pero
el multimillonario no solo tiene intereses en China. En mayo de 2019
compró acciones de Grifols –multinacional española radicada en Cataluña–, por
un valor de 38 millones de euros. Esta empresa está enfocada en productos
hemoderivados (plasma sanguíneo, etc.). Poco después, entra Capital Group con
una inversión de 400 millones de euros. A su vez, la empresa Genómica (también
con una de sus sedes en Wuhan) saca al mercado español el test para el
coronavirus COVID-19. Genómica pertenece a PharmaMar que se alía con Grifols en
la esfera internacional para luchar contra el coronavirus. Organismos supranacionales
ya han firmado acuerdos con ambas empresas. ¿Resultado?
Revalorización
de estas empresas por encima del 35% para Grifols y por encima del 28% para
PharmaMar. Negocio redondo en poco más de seis meses de inversión para Soros y
otros inversores que le siguieron. ¿Casualidad? Saquen ustedes sus
conclusiones.
Las consecuencias políticas del coronavirus
La
respuesta de la élite no se ha hecho esperar, es como si esta pandemia les
hubiera caído del cielo.
Organismos
internacionales como la OMS, la ONU, la Unión Europea y un largo etcétera ya
hablan abiertamente de cesión de soberanía a estos entes para poder hacer
frente a “los retos que plantea para la salud pública” este virus, según nos
comentan.
Políticos
como el presidente español, Pedro Sánchez, son conocidos por ser títeres de los
globalistas como George Soros y los fondos de inversión. Es más, Sánchez se ha
reunido en numerosas ocasiones con el magnate sin dejar constancia a pesar de
los requerimientos por parte del Comité de Transparencia. Ha declarado las
reuniones como “secretas”. ¿Acaso la transparencia no es un requisito clave
para hablar de democracia? Vemos que la están erosionando cada vez más y sin
control alguno.
Pero en la órbita de Soros no solo está Pedro Sánchez.
También se encuentran la ministra de Exteriores González Laya, el exministro de
Industria Miguel Sebastián, periodistas de Eldiario.es, plataformas de libertad
de información, organizaciones, fundaciones… El entramado es imposible de
detallar aquí pero penetra en todas las capas de las sociedades.
Los políticos títeres de los globalistas
totalitarios ya se han quitado la careta. En las últimas
semanas, la portavoz del gobierno social-comunista español ha hablado
abiertamente de Nuevo Orden Mundial. En la sesión de control del 22 de abril,
una parte del discurso del presidente filtrado a los periodistas por parte de
La Moncloa, decía lo siguiente: “La pandemia tiene como objetivo acelerar
cambios que ya venían de hace años: el cambio en el teletrabajo, en el consumo,
hacia la digitalización y la automatización, hacia formas de
gobernanza mundial”. Sánchez, en el estrado, cambió “objetivo” por
“efecto”, pero los medios ya habían transmitido el mensaje original. Se les
escapó el matiz que desmonta todo su relato.
Sí, exactamente el
discurso filtrado indicaba que la pandemia tiene como objetivo todo eso. Eso
quiere decir que hay una intención clara detrás de ella con la intención, como
han dicho, de modificar radicalmente el mundo conocido mediante ingeniería
social.
Uno de los más entusiastas de esto es, nuevamente, Bill
Gates, quien está financiando el proyecto ID2020 para el control digital de
toda la humanidad y una especie de tatuaje formado por polímeros
y azúcares que serviría para identificar quiénes han sido vacunados y quiénes
no. Esto se implementaría a la par que la vacuna universal de Bill Gates
subvencionada y promocionada por la élite política y financiera mundial. Mediante estos dispositivos el Estado
tendría un control absoluto sobre la población y acceso total al registro de
cada individuo (información laboral, sanitaria, económica…).
La
humanidad está al borde de un precipicio nunca antes visto ni imaginado donde
el control será prácticamente absoluto.
Nos encontramos ante una élite globalista que desea
subyugar la economía y política mundial bajo su cetro de mando.
Juntos podemos evitarlo si la humanidad despierta del
letargo del materialismo individualista al que nos llevan sometiendo décadas.
No es tarde si reaccionamos ya. La libertad bien lo merece*.
*Nota de Syllabus:
más allá de las reacciones valientes que surjan aquí o allá, como resistencia a
la tiranía mundial, la solución sólo vendrá del Cielo, cuando un Papa realice
el pedido de la Virgen de Fátima de consagrar Rusia a su Inmaculado Corazón.
Nuestra arma más poderosa en estos tiempos es el Santo Rosario y la unión de
nuestros sufrimientos a la Pasión de N.S.