La Radio baila la música que quiere el Diablo.
Los acusadores seriales y
condenadores farisaicos que “Todo lo Pueden” (es decir, que se dan a sí mismos
el derecho de difamar, mentir, insultar, crear discordia y maldecir, todo esto
lo hemos demostrado en nuestro blog) embarran la cancha por no tener nada
inteligente con que refutar un artículo reciente de Non
Possumus que los ha dejado descolocados, y entonces la emprenden con
una serie de improperios –por lo menos uno por párrafo- que van pautando la
reacción histérica lanzada para no quedar sin nada que decir. Pero es
precisamente ese “beat” que conforma su pieza lo que demuestra la falta de
gallardía para discutir con altura algo que legítimamente se puede discutir,
cayendo en cambio en el bramido tribunero, confundiendo además las cosas (por
ejemplo, los conceptos de traducción y sinónimo, que
son cosas diferentes).
Así el fruto radial desfoga su
tirria contra el blog Non Possumus llamándolo en su corto artículo de
la siguiente manera:
Los Impotentes
Los Autodesapoderados
Los Incapaces
Sitio No podemos
Sitio Nadapoderoso
Los Automaniatados
Los Desfuerzados
Los-Que-No-Pueden
Los Desvigorizados
Como el ateo que se emplea en negar
la existencia de Dios, en combatir la creencia en Dios, en perseguir a los que
creen en Dios, no hace más que demostrar la existencia de Dios –de otro modo,
no se esforzaría por combatir a quien no existe-, la Radio Cristiandad no
hace otra cosa más que ocuparse de los impotentes, de atacar a los
desvigorizados, de combatir a los que no pueden. Ahora bien, el
hecho de que dediquen tanto tiempo y espacio de su Radio a “los que no pueden”,
significa exactamente lo contrario, significa que aquellos sí pueden, porque ¿a
qué emplearse sino tan “poderosa” Radio con tan inútiles contrincantes?
¿No será que, como aquel que
alardea constantemente de una virtud que no posee (¡oh, esos machotes que
pregonan su virilidad!), aquí estos achacan constantemente al otro aquello que
ellos padecen? Si es así, ¿cuál sería laimpotencia de esta gente? Voilà:
esta gente no puede aguantar que Non Possumus le
haya quitado el espacio preponderante y único entre los sitios de la Tradición
en Internet. Esta gente no puede impedir que Non
Possumus siga difundiendo las noticias y excelentes artículos de una
Resistencia a la que aquellos se niegan a pertenecer (¡oh, no es tan friki como
nos gustaría!). Esta gente no puede sufrir el ser segundos,
terceros o cuartos en la difusión de determinadas noticias o primicias del
ambiente tradi.
Desde luego que no consideramos a
estos personajes inofensivos, sino sumamente nocivos en su difusión de una
desorientación diabólica que puede ser contagiosa en espíritus rudimentarios,
infatuados o con ansias de singularidad. Otro ejemplo de la perturbación
espiritual (y psiquiátrica) que en tal lugar encuentra refugio, para desde allí
lanzar sus bocanadas de violencia verbal, lo tenemos en el último sermón gritado
por el P. Méramo (Padre Basilio para los amigos). Este pobre hombre se encierra
cada vez más en el personaje que se ha fabricado y para no ser un “sacerdote de
cachetitos rosados” (como los que salen ahora de la factoría de la Neo-FSSPX,
según indica), cree que por el contrario el sacerdote debe ser un ogro que
lanza improperios a diestra y siniestra, bramar constantemente y burlarse de
los demás. Así utiliza un sermón para burlarse del acento de un obispo, para
mofarse de las características físicas de un sacerdote, y finalmente para maldecir una
y otra vez a Mons. Fellay. Esto es sumamente grave, pues una cosa es la
crítica, la ironía, el sarcasmo, el golpear a los enemigos con cierta dosis de
pimienta. Pero otra cosa es maldecir a alguien, un pecado mucho más grave en
boca de un sacerdote y más aún dentro de un sermón, porque así los fieles que
lo escuchan se creen con derecho a hacer lo mismo. Y el exabrupto se repite en
un tono que manifiesta ya no justa indignación, sino verdadero odio.
Recordamos algo que ya publicamos
acá, sobre este tema:
“No siendo lícito desear el mal al enemigo, tampoco
lo es maldecirle. La maldición es, de suyo,
pecado mortal contra la caridad, a la que se opone directamente. Sin embargo,
en la práctica, muchas veces no pasa de pecado venial, ya sea por parvedad de
materia o por imperfección del acto. Con frecuencia esas maldiciones son efecto
de una ira momentánea y no se dicen ni desean en serio. No obstante, es
obligatorio abstenerse de ellas y corregir con energía esa mala costumbre, por
razón del escándalo y de otros muchos inconvenientes que llevan consigo. Volveremos
sobre esto al explicar el octavo mandamiento del decálogo (cf. n.823-24).”
(TEOLOGÍA MORAL PARA SEGLARES. MORAL FUNDAMENTAL Y
ESPECIAL Por el Rvdo. P. Antonio Royo Marín, O.P.)
Enseña San Isidoro de Sevilla que “los
vicios, no los hombres, han de ser odiados”, pues “los que se disocian
de la caridad, se alejan del reino de Dios”. También escribió en sus
Sentencias el magno Doctor de la Iglesia: “Hay una perversa imitación de
arrogantes sacerdotes por la que imitan a los santos en el rigor de la disciplina
y desdeñan seguirlos en el afecto de la caridad: quieren parecer rígidos por la
severidad y no quieren dar ejemplo de humildad, para ser tenidos más como
terribles, que como mansos y afables”. Mucho nos tememos que el caso que
estamos reseñando involucra no sólo al sacerdote mentado, sino que tal
empedernida actitud puede esparcirse en otros sacerdotes que juegan a ese juego
insensato, en estos tiempos de desorientación diabólica.