Número
CCCLIX (359)
31
de Mayo de 2014
LA INFALIBILIDAD DE LA IGLESIA – V
Mons.
Williamson
El
liberalismo es la guerra a Dios y es la disolución de la verdad. Dentro de la
Iglesia de hoy en día lisiada por el liberalismo, el sedevacantismo es una
reacción comprensible pero sin embargo atribuye a la autoridad demasiado poder
por sobre la verdad. El mundo moderno ha perdido la verdad natural, más aún la
verdad sobrenatural, y aquí está el corazón del problema.
Para
nuestros propósitos podríamos dividir toda la enseñanza Papal en tres partes.
En primer lugar, si el Papa enseña como Papa, sobre Fe o moral, definitivamente
y como para obligar en conciencia a todos los Católicos, entonces tenemos su
Magisterio Extraordinario (ME para acortar), necesariamente infalible. En
segundo lugar, si él no compromete todas las cuatro condiciones pero enseña en
conformidad con lo que la Iglesia ha enseñado siempre y en todo lugar, y ha
impuesto a los Católicos para que crean, entonces él está participando de lo
que es llamado el “Magisterio Ordinario Universal” (MOU para acortar) de la
Iglesia, también infalible. En tercer lugar, tenemos el resto de su enseñanza
que, si no está en línea con la Tradición, no solamente es falible sino falsa.
A
esta altura debería ser claro que el ME es al MOU como la capa de nieve es a la
montaña. La capa de nieve no hace a la cima de la montaña, meramente la
hace más visible. ME es a MOU como el sirviente es al amo. ME existe
para servir al MOU volviendo claro de una vez y por todas lo que pertenece al
MOU y lo que no pertenece. Pero lo que hace que el resto de la montaña
sea visible, por así decirlo, es que se puede rastrear hacia atrás, hasta
Nuestro Señor y sus Apóstoles, en otras palabras, la Tradición. Esa es la razón
por la cual cada definición de ME debe esforzarse para demostrar que lo que está
siendo definido siempre fue previamente parte de la Tradición. Fue montaña
antes que ésta fuera cubierta por la nieve.
A
esta altura también debería ser claro que la Tradición le dice a los Papas que
enseñar, y no a la inversa. He aquí la base sobre la cual Monseñor Lefebvre
fundó el movimiento Tradicional, no obstante es la misma base que, con todo
debido respeto, los liberales y los sedevacantistas fallan en asir. Simplemente
lean en el Evangelio de San Juan cuan a menudo Nuestro Señor mismo, como hombre,
declara que lo que El está enseñando proviene no de El mismo sino de su Padre,
por ejemplo: “Mi doctrina no es mía, sino del que me envió” (VII,16), o, “Yo no
he hablado por Mí mismo, sino que el Padre, que me envió, me prescribió lo que
debo decir y enseñar” (XII,49). Por supuesto nadie en la tierra está más
autorizado que el Papa para decirle a la Iglesia y al mundo lo que está en la
Tradición, pero él no pue de decirle a la Iglesia o al mundo que hay en la
Tradición lo que no hay. Lo que hay en la Tradición es objetivo, ahora de 2,000
años de edad, está por arriba del Papa y le establece límites a lo que el Papa
puede enseñar, tanto como el precepto del Padre establecía límites a lo que
Cristo como hombre enseñaría.
Entonces,
¿cómo pueden liberales y sedevacantistas a la par reclamar, en efecto, que el
Papa es infalible aún fuera de ambos, ME y MOU? Porque ambos exageran el valor
de la autoridad en relación a la verdad y entonces ellos no ven más a la
autoridad de la Iglesia como el sirviente sino como el amo de la verdad. ¿Y
porqué es ello? Porque ambos son hijos del mundo moderno donde el
Protestantismo ha desafiado a la Verdad y el liberalismo desde la Revolución
Francesa ha estado disolviendo la verdad objetiva. Y, si ya no hay más ninguna
verdad objetiva, entonces por supuesto la autoridad puede decir cualquier cosa,
lo cual es lo que observamos todo alrededor nuestro, y no queda nada para parar
a un Pablo VI o a un Monseñor Fellay de devenir más y más arbitrarios y
tiránicos en el proceso.
Santa
Madre de Dios, obtén para mí amar, discernir y defender esa Verdad y ese orden
provenientes del Padre, ambos sobrenaturales y naturales, a los cuales tu
propio Hijo estaba sujeto como hombre, “hasta la muerte y muerte de Cruz”.
Kyrie
eleison
La
pérdida de la verdad objetiva en profundidad explica
Las
dificultades sedevacantistas y liberales en la Iglesia.