DE
“EL
FRANCOTIRADOR”
A
“APOCALIPSE NOW”
Todo
parece indicar que los liberales que están en la Fraternidad ya no tienen mucho
más que decir, pues evitando hablar de los problemas doctrinales, terminan
limitándose a hablar de los que de diverso modo se han ido o han sido
expulsados de la Fraternidad. Y como se evita tocar lo doctrinal, o mencionar
los errores de las autoridades, o aquello que pueda resultar ambiguo o
conflictivo, se busca –repetimos, cada vez con menos ideas- hacer un análisis
psicológico, sociológico o hasta cinematográfico de los llamados “rebeldes”. No
faltarán pronto los análisis sanitarios o higiénicos para explicar por qué
cunde la “desobediencia” en las filas de la Fraternidad.
Desde
luego que nosotros podemos en algún momento ampliar nuestro análisis a
diferentes motivaciones de los que actúan a uno u otro lado de este conflicto,
pero sólo después de haber abordado las cuestiones doctrinales y los hechos
basándonos en declaraciones, entrevistas, actos u omisiones que se suceden.
Ahora
bien, el artículo de referencia aparecido en el sitio “Panorama Católico
Internacional” (“Dialéctica Amigo-Enemigo o la Caridad vs. la
ideología”, es el título del mismo) plantea,
en apretada síntesis, lo siguiente:
1
Hay algunos tradicionalistas que, tras tantos años en las trincheras, han
adquirido un reflejo, “un cierto reflejo
condicionado por el ambiente, cuya única posible neutralización se será por la
caridad” (sic), y que los hace, frente al enemigo, tirar sin
discernimiento. “Ante el enemigo, el
gatillo”.
2
Ante autoridades en las que no confían, y que creen los han traicionado, se
sienten tentados a ser como Kurtz, el personaje de Joseph Conrad llevado a la
pantalla por Francis Ford Cóppola en la película “Apocalipse Now”.
3
Los tradicionalistas (llamados allí “tradis”) son tentados con la rebeldía, “rebeldía
contra el destino, contra lo mal que han hecho quienes nos precedieron, contra
los que conducen la lucha. Esta rebeldía o espíritu de independencia es un gen
de desunión que va enquistado en el código de cada obra que nace bajo
este espíritu”. Pero Dios nos pide ser obedientes,
no rebeldes, no independientes como Kurtz.
4
En definitiva, el católico tradicionalista (o “tradi”) debe someterse a la obediencia
debida o sino…Kurtz, es decir “el
horror…el horror”.
Partamos
de la base de que allí se reduce el personaje de Conrad-Cóppola a lo siguiente: “Kurtz es un hombre de la primera línea de
combate, cuyos jefes han decidido retroceder ante el enemigo, y a quien él se
niega a obedecer. El combate con convicción, los jefes no. Por supuesto, los
jefes de Kurtz mandan un emisario para que lo mate, porque es quien pone en
evidencia la traición y molesta las negociaciones de retirada.
Es un personaje que
llena el ojo de cualquier persona con ideales nobles. No traiciona, aunque sus
jefes traicionen. Lucha solo. Muere solo luchando sin ceder a las tentaciones
del desánimo. ¿Quién no quiere ser él? Modelo de almas con vocación heroica”.
Bueno,
esto es sencillamente una rebaja inédita de tan recordado personaje, que no “llena
el ojo de quien tiene ideales nobles” sino que sirve de advertencia a todo
aquel que quiere conservarse mental y espiritualmente sano, y ayuda a descubrir
muchas cosas del mundo moderno.
Es
importante dilucidar bien quién es el personaje porque al católico
tradicionalista resistente se lo compara con él (del aspecto militar del
personaje ya se han ocupado quienes saben del tema):
El
Coronel Kurtz (en la película, Marlon Brando) representa de manera simbólica el
grado o la función heroica que quiere por sí misma, por sus propias fuerzas,
pasar a representar la función sagrada o religiosa, en este caso asumiéndose –o
siendo asumido- como un dios por las tribus paganas de un rincón ignoto del
sudeste asiático. Y como un dios amoral se permite la crueldad porque él está
por encima de las criaturas. No debe olvidarse que más que un film bélico, “Apocalipse
Now” es un film de horror. Y más que hablar sobre Vietnam, habla sobre los
Estados Unidos de América en tanto que “occidente cristiano” degradado.
Este
personaje no “muere solo luchando sin ceder a las tentaciones del desánimo”,
sino que, en la película a que se hace referencia en el artículo de “Panorama”,
muere sacrificado ritualmente por el emisario de sus superiores del Ejército
de, otra vez lo decimos, un degradado occidente cristiano que primero lo
encumbró y luego lo destruyó (como hizo, también y digámoslo de paso, con Abraham
Lincoln). Willard, su ejecutor, a pesar de la idolatría de los nativos, vencerá
la tentación de tomar su lugar para convertirse en un nuevo dios, aunque
quedará marcado para siempre por esa aventura.
Lo
interesante de la muerte de Kurtz es que la acepta y acepta su derrota porque
sabe que ha ido demasiado lejos. Kurtz sucumbió a la tentación pagana, pero
sobre todo debido a la desacralización de la sociedad moderna (que tampoco lo
necesita ya como héroe). Luego, esa sociedad que lo ha incitado a la grandeza y
lo ha abandonado a su suerte, decide que debe eliminarlo. Kurtz ha sido un
agente que a través de su grandeza nos permite atisbar el misterio que nos
rodea, pero el mundo occidental yanqui no quiere ya nada con el misterio. Y ese
misterio se aborda de manera brutal en el mundo pagano irracional del lejano oriente.
En
definitiva, el hombre no es un dios, no es Dios, y no hay escape al degradado
mundo occidental por ese camino de heroicidad o gigantismo paganos.
¿Cuál
es la ideología de Kurtz? Ninguna. Kurtz termina creyendo solamente en sí
mismo, esa es su tragedia. ¿Cuál es la ideología de los resistentes al liberalismo dentro o fuera de
la Fraternidad? Se habla en la nota que nos ocupa de la dialéctica convertida
en ideología, pero no puede verificarse en lo allí dicho que los “Kurtz” de que
se habla sean “dialécticos”. En todo caso, la amplia generalización termina
finalmente por resultar ambigua y no definir nada.
Por
otra parte, Kurtz no tiene razón de ser sin sus fanáticos acólitos, sin sus adictos
y adoradores. ¿Eso quiere decir que los que se acercan a los “Kurtz”
tradicionalistas serían otros fanáticos como los nativos de la Indonesia?
Cita luego el artículo un pasaje evangélico que le gusta citar a Mons. Fellay en relación con la Iglesia conciliar (véase Cor Unum nº 96, Junio 2010):
“El
Evangelio nos presenta dos textos que parecen contradictorios: “El que no está Conmigo está en Mí contra,
el que no recoge Conmigo, desparrama” (Mt. 12,30).
Pero
también: “Entonces respondiendo Juan dijo:
—Maestro, vimos a cierto hombre echando fuera demonios en tu nombre, y se lo
prohibimos, porque no sigue con nosotros.
Jesús le dijo: —No
se lo prohibáis. Porque el que no está contra vosotros, por vosotros está”.(Lc. 42, 49-50).
De
donde surge que los enemigos de Cristo no siempre son los que no están con
nosotros. La radicalidad amigo-enemigo es un planteo válido para con Cristo y
con su Iglesia. No para con los cristianos, que tenemos un juicio limitado,
pasiones que nos obnubilan, que no conocemos los misteriosos caminos de Dios”.
Veamos: Juan dice que
vio a una hombre “echando fuera demonios” en el nombre del Señor. Pero hoy lo
que se ve en Roma, y ponemos este ejemplo porque es el centro de las
discordias, no es que esté echando fuera demonios, sino más bien todo lo
contrario, se los aprueba y se los hace entrar una vez tras otra (recordemos
solamente Asís III). Por lo tanto ellos están contra Cristo y contra nosotros.
Por otra parte, este
pasaje evangélico, que en realidad está en Marcos IX, 38, y dice en traducción
de Mons. Straubinger así: “Pero Jesús dijo:
No se lo impidáis, porque nadie, haciendo milagro por mi nombre, será capaz de
hablar luego mal de Mí. Porque quien no está contra nosotros, por nosotros
está”, se refiere a aquellos que no están manifiestamente contra Cristo.
Pero si se fija esto a nivel doctrinal, la Iglesia surgida del Vaticano II no
deja de enseñar y hacer cosas contrarias a Cristo –y por los frutos se conoce
el árbol- por lo tanto si se disputa a nivel doctrinal, mal puede aplicarse
este pasaje evangélico. Por cierto que debe ser aplicado con la mejor
disposición para aquellos que no se manifiestan como enemigos. Pero también
este pasaje del Evangelio puede serle aplicado a los mismos que desde dentro de
la Fraternidad atacan a los que siguen luchando desde afuera, calificándolos de
rebeldes, traidores, desertores, francotiradores, etc., porque los que resisten -desde dentro o fuera-
al liberalismo no están contra los verdaderos cristianos y seguidores de Mons.
Lefebvre. Y, si hacen cosas buenas en nombre de Cristo, entonces no se puede
actuar como intentaban los Apóstoles, esto es, prohibirles el apostolado.
Luego se afirma el
autor en uno de los argumentos favoritos –sino el único- de los liberales de la
FSSPX para inculpar a los que no acuerdan con ellos: el de la obediencia: “Lo
que Dios nos pide es la obediencia, no la rebeldía. Ante jefes traidores,
timoratos o sospechosos, atenerse al deber. No convertirse en coroneles Kurtz, dueños del juicio de cada
circunstancia. (Hay pocos con las agallas de Kurtz, tampoco fantasear lo que no
somos). Sobre todo cuando la rebeldía es gratuita y no paga
consecuencias. Mejor dicho, las paga, pero no se sienten en lo inmediato”.
No se aclara allí si en
“atenerse al deber” se encuentra servir a Dios en la verdad y señalar los males
graves que pueden llevar a la pérdida de la fe propia o del prójimo, o sino en
volverse traidor, timorato o sospechoso, cerrando los ojos en cada
circunstancia para no ser tildado de “rebelde”. ¡Oh, cómo condenarían con esas
palabras a Monseñor Lefebvre, los que hoy tanto le deben, los que hoy ensalzan
su nombre!
Termina el artículo diciendo: “Ser tradi hoy es, bajo circunstancias
excepcionales pero previstas en las profecías, hacer lo mismo que hicieron
siempre los cristianos: ser obedientes a Dios antes que a los hombres, pero ser
obedientes a los hombres allí donde la obediencia es debida. Porque así lo
quiere Dios”.
Una vez más vemos que los
fellaystas nunca hablan del plano doctrinal, nunca discuten de esas cosas, sino
que se hace hincapié en la obediencia, como si de repente un virus hubiera
contagiado a hombres hasta ayer sensatos y los hubiera vuelto refractarios e
individualistas, reacios a toda autoridad. Hay aquí una impresionante evasión a
los argumentos de los disidentes. Es como la historia de los militares setentistas
contada por los marxistas: un día los militares se despertaron con ganas de
perseguir gente buena e idealista. No hubo ningún problema de trasfondo.
Decía Monseñor
Lefebvre: “Si estoy en el error, si
enseño errores, está claro que se me debe traer de nuevo a la verdad”. Por
supuesto que puede haber personalidades conflictivas o problemáticas en las
filas tradicionales, sin dudas que sí, pero llevar todo el asunto a ese nivel,
sin asomarse a la discusión de fondo, y reducir todo el problema presente a una
cuestión de obediencia, simplifica las cosas torpemente de la misma manera que
los maliciosos modernistas han hecho siempre con los “lefebvristas”. Terminan
así coincidiendo con personajes nefastos, con los periodistas liberales y de la
izquierda cuando descalificaban a Mons. Lefebvre acusándolo de “rebelde”.
No viene mal hacer un
repaso:
“El
Papa polaco excomulgó al obispo francés rebelde después de que monseñor Lefebvre
ordenó en la sede de la Fraternidad en Econe, Suiza, a cuatro obispos, entre
ellos Bernard Fellay y Richard Williamson, que también fueron excomulgados”.
(Julio Algañaraz, Clarín,
30 agosto 2005)
“Ayer tarde en ese
secular trono se sentó Lefèbvre. Días antes el vicario del Papa para la
diócesis de Roma había publicado un artículo en el Osservatore Romano, titulado Un
episodio que hay que olvidar, denominando el desafío de Lefèbvre «como
un acto presuntuoso que demuestra tal falta de buen gusto y de educación que
ruboriza a quienes todavía quisieran conservar sentimientos de veneración por
este eclesiástico». Horas antes de la conferencia se esperaba que el obispo rebelde desistiera de su iniciativa”
(El
País, 08/06/1977)
“Lefébvre ha incurrido
- como casi todos los cismáticos y herejes - en la “idelidad a la
Iglesia” (a la imagen que él mismo se ha forjado de la Iglesia) y, por
tanto, a abandonar la Iglesia que dicen defender.
La Santa Sede ha hecho
todo lo posible por evitar que se llegase a esta dolorosa situación para toda
la Iglesia, luego de muchos años de dramáticos intentos ha prevalecido un
correoso atrincheramiento del Obispo
rebelde
en posiciones incompatibles con la fidelidad a todo Magisterio de la Iglesia y
con la obediencia a la suprema autoridad del Vaticano de Cristo”.
(Churchforum.org)
“La Santa Sede calificó ayer la decisión de
Lefebvre de consagrar a cuatro obispos como un “esto de naturaleza
cismática”. Al mismo tiempo, el Vaticano ha reaccionado con la publicación
de la correspondencia mantenida a tres bandas, entre el Papa, el cardenal
Ratzinger y el arzobispo
rebelde”.
(El País, 17 junio 1988).
“Ciudad del Vaticano.
Miguel Castellví. Monseñor Marcel Lefebvre, el obispo
rebelde
ha muerto sin modificar su postura”.
(A B C, Martes 26- 3-
91)
“Después de haber
sufrido mucho con los caprichos de monseñor Marcel Lefebvre, Pablo VI, el gran
papa moderno, no logró convencerlo de que depusiera su actitud rebelde que provocaría un cisma”.
(La Nación, 15 febrero
2009)
“El prelado también
agradeció a Benedicto por levantar la excomunión que pesaba sobre él desde
hacía 20 años, cuando fue consagrado obispo por el arzobispo rebelde ultraderechista Marcel Lefebvre”.
(emol.com)
“En enero de 2009,
Williamson había desatado uno de los escándalos que vienen jalonando el
pontificado de Benedicto XVI, cuando se conocieron sus afirmaciones acerca de
que ningún judío hubiera muerto en ninguna cámara de gas, durante el gobierno
nacionalsocialista en Alemania. Poco después de esos dichos, el Papa le había
levantado la excomunión que sobre él pesaba a causa de haber sido ordenado por
el obispo rebelde Marcel Lefebvre”.
(Página 12, 17 abril de 2010)
Creemos
conveniente terminar con las palabras del propio Monseñor Lefebvre, hoy de
tanta actualidad como cuando fueron pronunciadas:
“Somos incriminados porque hemos elegido la
supuesta vía de la desobediencia. Pero se trataría de que nos entendamos
precisamente sobre lo que es la vía de la desobediencia. Pienso que podemos en
verdad decir que si hemos elegido la vía de la desobediencia aparente, hemos
elegido la vía de la obediencia real.
Entonces pienso que
aquellos que nos acusan han elegido quizá la vía de la obediencia aparente pero
de la desobediencia real.” (“El golpe maestro de Satanás”).
La
santa desobediencia de Monseñor Lefebvre a los errores modernistas y sus autores
está explicada por él mismo, y nos sirve de guía para no volvernos
desobedientes a los ojos de Dios:
“Nuestra desobediencia está
motivada por la necesidad de salvaguardar la fe católica. Todos los teólogos
enseñan que si el Papa con sus actos destruye la Iglesia nosotros no podemos
obedecerle; es más, él debe ser reprendido respetuosa pero públicamente”.