-¿A
vos te parece, che?
-Me
parece.
Me
colé en el diálogo como suelo hacer a la salida de la misa, y paré la oreja. No
había sacerdotes cerca nuestro. Nos arrimamos a la calle.
-¿Un
auto-atentado, como el de…
-…el
de las Torres Gemelas, eso. Eso que ahora todos saben con lujo de detalles –o
casi-, pero que al comienzo costaba decir o creer. Eso que dijo en su momento
Monseñor Williamson en Yanquilandia, y por eso se ganó la inquina de los
liberales de la Fraternidad. “De eso no se habla”.
-Pero
si aquel atentado a Estados Unidos fue ejecutado –o supervisado- por los mismos
Estados Unidos, ¿este auto-atentado al Papa sería obra del mismo Papa,
entonces? ¿No dijo Benedicto que se iba porque está “estresado”, o más o menos?
-Decires…palabras
que no explican nada…y todo el mundo sabe que no explican nada. Nadie las cree,
excepto los pobres chicos incautos de las “jmj” que se dedican a reventar el
“aplausómetro”. La cuestión acá es la siguiente –me parece.
Los
muchachos se habían ido alejando un poco del resto, apuntando para la esquina.
Allí se quedaron en una eterna despedida, y yo con ellos. Tal vez iríamos al
café.
-Sea
esa la intención del Papa o no, lo cierto es que lo hizo. Puso dinamita en el
Papado, como antes había ido sembrando el camino de minas para los menguados
tradicionalistas.
-¿Fue
presionado, entonces?
-Puede suponerse. La cuestión es saber: ¿por qué? ¿Es como dicen los fellaystas, que los progresistas temían que le diera la bienvenida
a la Fraternidad en Roma? ¡Ridículo! Si el Papa no se sale del libreto del
Vaticano II y quiere imponerlo a los tradicionalistas. Yo creo que las logias
vaticanas le dieron su oportunidad a Ratzinger para desarrollar su táctica de
la “pseudo-restauración”. Pero, apurados como están –el diablo no conoce la
paciencia- decidieron acelerar los tiempos. Tal vez ellos conozcan los planes
globalistas, o futuros pasos en vistas a una guerra, y necesitan determinados
cambios en la Iglesia. También, visto su fracaso en acabar con la Misa
tradicional, los ultraprogresistas no encontraron otra forma de dar comienzo a
la etapa final de su plan de desmantelamiento de la Iglesia Católica Romana. Si
han de cambiar la Iglesia deben empezar por el Papado. Si el ecumenismo es
democrático y la libertad religiosa es democrática, el Papado debe ser
democrático y la Misa debe ser democrática.
-Sí,
pero si se busca realizar el culto del hombre en desmedro del culto de Dios,
¿por qué acabar con la monarquía del Papa y no al revés?
-Se
busca el culto del hombre pero del hombre igualitario, del hombre como los
demás, del hombre masa. El Papa en tanto sucesor de Pedro rememora la elección
de Cristo de una persona, y esa persona no es como las otras, está por encima
de las otras, en tanto sea el Vicario de Cristo. No olviden: “Sobre esta piedra
edificaré mi Iglesia”. Si esa piedra se parte, si se quita, si se debilita, se
cae la Iglesia, que está edificada sobre ella. Si la piedra ya no es piedra,
sino manteca…Benedicto “demostró” que la piedra puede reemplazarse, quitarse y
ponerse a un costado, en otra parte del edificio. Pero sucede que esa piedra
estaba hecha para ser dispuesta en esa parte del edificio, y no en otra, como
su sostén. No puede estar en otro lugar del edificio. Y en ese lugar sólo hay
lugar para esa piedra, que no puede ser reemplazada por muchas otras. Me
refiero acá no al Papa Benedicto en sí, que es modernista, sino simplemente a
la figura del Papa. Él empezó a destruir esta investidura desde que asumió.
-Pero
¿y San Celestino, el Papa-monje renunciante? –dijo el abogado del diablo, o el
abogado a secas, bah. Siempre hay algún abogado.
-Probablemente
–esto es sólo una opinión- Dios haya permitido que sucediera su abdicación
porque era un ermitaño, un anacoreta –a los veinte años se construyó en las
montañas una celda donde apenas cabía acostado- que fue prácticamente arrancado de su celda
monacal para ser llevado a la fuerza a un lugar donde no podría reinar como es
debido. Y después fue manejado por el rey Carlos, que lo hizo abandonar Roma
para ir a Nápoles. Además, muchos lo veían como inaugurando la “nueva era” que
había pronosticado Joaquín de Fiore… Pedro Celestino vivía en una celda dentro
del palacio, y había encargado a tres cardenales las funciones del gobierno…Y a
todo esto hay que pensar que fue elegido a los 84 años de edad…Puede decirse
que su abdicación representó un bien para la Iglesia y para su alma, debido a
tan particulares circunstancias…Aunque el Dante dicen lo coloca en la antesala
del Infierno “por su gran cobardía”…En fin, un caso complicado y patético.
Benedicto, en cambio, no puede aducir nada de eso. Estuvo casi toda su vida en
el Vaticano, conoce el ambiente…y hace más de siete años que es Papa… ¿Cómo no
levantar sospechas?
-Bien,
supongamos que esto pone fin a la Iglesia post-Conciliar y da nacimiento a la
Iglesia pre-Anticristo (digamos que la otra preparó el camino para el asalto
final). Algunos pueden llamarla la Iglesia Super-Conciliar. ¡Puede darse un
cisma! ¿Cómo se entiende que haya sido un Papa el agente directo de esta
maniobra?
-Sólo
se entiende de una manera: si ese Papa no tiene fe. ¿No ha enseñado desde hace
muchos años herejías tras herejías? ¿No vieron de casualidad la película
inglesa “Catholics” o “El conflicto”? ¿Vieron al abad del Monasterio que obliga
a sus monjes a cambiar la misa tradicional por la Misa nueva? ¿Por qué lo hace?
Lo confiesa hacia el final al enviado de Roma: no tiene fe. Esto es tal cual en
Roma. Ese abad no puede rezar. Benedicto no puede besar el crucifijo, como se
ve en filmaciones en Internet. Véanlo y después me dicen.
-Pero
entonces –ahora preguntó alguien más- entonces, ¿cómo es que favoreció la
libertad de la Misa tradicional, si antes dijiste que quería destruirla?
-¡Oh,
amigos! Si leyeran un poco más al enemigo, comprenderían su forma de pensar y
de actuar. Deberían leer o releer el “Interrogatorio Rakovsky” (también llamado
“La Sinfonía Roja”). ¿No son acaso los capitalistas, los millonarios, los
banqueros los que financiaron la revolución comunista de la “clase obrera”? ¿No
da la revolución un paso atrás para dar luego dos hacia adelante? Es lo que
hacen los modernistas. Necesitaban atraer –para atrapar- a los
tradicionalistas. Pero hacerlo sin renegar, claro está, de su defensa de la
Misa nueva. ¿Qué hacer? Escribir en un papel una verdad de Perogrullo: “la misa
tradicional no fue abrogada”. Pero agregándole: “Ojo: la misa nueva es la forma
ordinaria del rito romano”. En la práctica fue una levísima concesión, una
apariencia de tradición, ya que los impedimentos para celebrar y dar a conocer la Misa tradicional no cambiaron. Los
modernistas odian la Misa tradicional, el diablo odia el Sacrificio de Nuestro
Señor. Una vez dentro la Fraternidad, poco a poco irían imponiéndole la Misa
nueva. Con el tiempo la Misa tradicional sería una antigualla celebrada por
curas sin fe, con un apego puramente estético al rito. Las masas descreídas y
cretinizadas le darían la espalda, prefiriendo la Iglesia ya macdonalizada (¿no
se está el mundo cada vez más macdonalizándose? ¿Por qué no iban a hacer lo
mismo con la Iglesia? Cada uno con su menú favorito, fácil de digerir,
pero…chatarra). Los grupos minoritarios fuera de la Roma modernista serían poco
a poco marginalizados, criminalizados, perseguidos y penados, seguramente por
“nazis” o “fanáticos”, por “antidemocráticos”. Este plan es el que no pudieron
aplicar del todo por la táctica demasiado lenta del Papa y por la resistencia
de algunos lefebvristas.
-Bueno
–intervino ahora alguien que no había hablado hasta el momento-, eso está
claro, puede muy bien ser así, pero yo creo que la cosa puede venir por otro
lado. Si me permiten… Benedicto (Ratzinger) estuvo destruyendo a la
Tradición por los últimos 30 años. Yo más bien veo en esta movida suya una
jugada astutísima, es como “el golpe maestro de satanás”. Su obra maestra. ¿No
lo ven? Haciéndose a un lado coloca una presión insostenible sobre la
Fraternidad San Pío X y la obliga a definirse. Es su última movida. Su último
gesto de “clemencia” hacia los díscolos lefebvristas. Por eso el “ultimatum” de
uno de sus hombres, Muller.
-¿Y
para eso llega a renunciar, por un grupo minúsculo de tradicionalistas?
-Me
atrevo a decir que sí –continuó el hombre- porque el enemigo parece conocer
mejor que nosotros -¡lamentablemente!- el valor de la misa y de la fe católica.
El diablo conoce quién le hace daño. No quiere más misas tradicionales, quiere
estar completamente desatado para destruir la Iglesia y toda la obra de Dios.
Se me ocurre pensar ahora si el katejon a la manifestación del Anticristo no
será el Santo Sacrificio de la Misa. Es más bien una pregunta. Tal vez el
Papado.
-¿Pero
la Fraternidad no estaba por afuera de la Iglesia oficial?
-Sí
de algún modo, pero había recibido la aprobación de la Iglesia oficial. Y es
esa misma Iglesia oficial la que ahora quiere destruirla, transformándola en
una “Prelatura” o como quieran llamarla. Los grupitos de sacerdotes y algún
obispo perdido que queden por ahí, serían tan minúsculos que finalmente podrían
ser acabados o marginados completamente. Bueno, la cosa es, para no desviarnos
del tema, que la renuncia del Papa podría ser el anzuelo para atrapar al pez
que tanto han deseado, destruyendo de esa forma la obra del tan odiado por ellos
Monseñor Lefebvre. Si pudieron destruir la herencia del Padre Pío –y vemos en
esa famosa iglesia masónica ¡cómo!-, ¿por qué no iban a poder hacer lo mismo
con la Fraternidad? También de esta manera Benedicto se libra –estando afuera-
de los ataques de los ultraprogresistas. Y les da a estos un motivo para elegir
un Papa super-progre en el Cónclave, el cual terminaría de operar la
destrucción de la Fraternidad.
-Pero
la obra de Lefebvre va a continuar…
-De
eso no les quepan dudas, y Dios dará las gracias para ello. Pero el desastre en
la Iglesia se va a profundizar sin esa piedra en el zapato…
-O
sea que en definitiva Benedicto renunció al Papado pero no renunció a su
trabajo de destrucción de la Tradición católica.
-Eso
creo. Es probable. Pero el fondo de la cuestión la conoce sólo Nuestro Señor.
-Dios
se apiade de nosotros. A rezar muchachos, a rezar por la Iglesia.