El
6 de julio de 1988, pocos días después de las “excomuniones” de Roma contra
Mons. Lefebvre, Mons. De Castro Mayer y los cuatro nuevos obispos de la FSSPX, una carta se dio a
conocer. Iba dirigida al cardenal Gantin, Prefecto de la Congregación de los
Obispos. Firmada por el Superior General, todos los Superiores de Distritos, de
Seminarios y de Casas Autónomas de la FSSPX, el texto es el que sigue:
CARTA
ABIERTA A SU EMINENCIA
EL
CARDENAL GANTIN
PREFECTO
DE LA CONGREGACIÓN DE OBISPOS
EMINENCIA:
Reunidos alrededor de su Superior
General, los Superiores de distritos, seminarios, y casas autónomas de la
Fraternidad sacerdotal San Pío X juzgan conveniente expresarle respetuosamente
las siguientes reflexiones.
Por medio de su carta del 1º de julio
pasado Ud. se creyó obligado a informar a S. E. Monseñor Marcel LEFEBVRE, a S.
E. Monseñor Antonio de CASTRO MAYER y a los cuatro obispos que fueron
consagrados el último 30 de junio en Econe, su excomunión latae sententiae.
Juzgue Ud. mismo sobre el valor de una tal declaración que viene de una
autoridad que rompe en su ejercicio con aquella de todos sus predecesores hasta
Pío XII, en el culto, la enseñanza y el gobierno de la Iglesia.
En cuanto a nosotros, estamos en plena
comunión con todos los Papas, y todos los Obispos que han precedido al Concilio
Vaticano II, celebrando exactamente la Misa que ellos codificaron y celebraron,
enseñando el Catecismo que ellos compusieron, oponiéndonos contra los errores
que ellos condenaron muchas veces en sus encíclicas y cartas pastorales. Quiera
Ud. entonces juzgar de qué lado se encuentra la ruptura. Estamos extremadamente
apenados por el enceguecimiento de espíritu y el endurecimiento de corazón de
las autoridades romanas.
En cambio, nosotros jamás quisimos
pertenecer a ese sistema que se califica a sí mismo de Iglesia Conciliar y se
define por el Novus Ordo Missae, el ecumenismo indiferentista, y la laicización
de toda la sociedad. Sí, nosotros no formamos parte, nullam partem habemus, del
panteón de las religiones de Asís; nuestra propia excomunión por un decreto de
Vuestra Eminencia o de otro discasterio no sería más que la prueba irrefutable.
No pedimos nada mejor que el ser declarados ex communione, fuera de la
comunión, del espíritu adúltero que sopla en la Iglesia desde hace veinticinco
años, excluidos de la comunión impía con los infieles. Creemos en el Único
Dios, Nuestro Señor Jesucristo, con el Padre y el Espíritu Santo, y seremos
siempre fieles a su Única Esposa, la Iglesia, UNA, SANTA, CATÓLICA, APOSTÓLICA
y ROMANA.
El ser asociados públicamente a la
sanción que fulmina a los seis obispos católicos, defensores de la fe en su
integridad y en su totalidad, sería para nosotros una distinción de honor y un
signo de ortodoxia delante de los fieles. Estos, en efecto, tienen absoluto
derecho de saber que los sacerdotes a los cuales se dirigen no están en
comunión con una iglesia falsificada, evolutiva, pentecostal, y sincretista.
Unidos a esos fieles, hacemos nuestras
las palabras del Profeta: (1 Reyes, 7/3) "Praeparate corda vestra Domino
et servite illi Soli: et liberabit vos de manibus inimicorum vestrorum
Convertimini ad Eum in toto corde vestro, et auferte deos alienos de medio
vestri. " "Dirigid vuestros corazones hacia el Señor y servid a El
Solo: y El os librará de las manos de vuestros enemigos. Convertíos a El de
todo corazón y quitad de en medio vuestro a los dioses ajenos. "
Confiados en la protección de Aquélla
que ha aplastado todas las herejías del mundo entero, le rogamos Eminencia,
crea Ud. en nuestra devoción hacia Aquel que es el Único Camino de la
salvación.
Econe, julio 6 de 1988
Decía
entonces en 1988 la FSSPX:
nosotros jamás quisimos
pertenecer a ese sistema que se califica a sí mismo de Iglesia Conciliar y se
define por el Novus Ordo Missae, el ecumenismo indiferentista, y la laicización
de toda la sociedad. Sí, nosotros no formamos parte, nullam partem habemus, del
panteón de las religiones de Asís; nuestra
propia excomunión por un decreto de Vuestra Eminencia o de otro discasterio no
sería más que la prueba irrefutable
Y
también:
No pedimos nada mejor
que el ser declarados ex communione, fuera de la comunión, del espíritu
adúltero que sopla en la Iglesia desde hace veinticinco años, excluidos de la
comunión impía con los infieles.
Y
allí estaba esa prueba irrefutable de
la no pertenencia de la FSSPX a la nueva iglesia conciliar, esa barrera que la
protegía (como alguna vez supo decir el mismo Mons. Fellay), y que la
fortalecía para continuar la obra de Dios, y que luego las autoridades de la
FSSPX pidieron que se les quitase.
Las
autoridades de la FSSPX consideraron que era una ignominia ante los ojos de los
fieles lo que antes consideraron una prueba de ortodoxia ante los ojos de los
fieles.
Ser
perseguido y marginado por conservar la verdadera Fe dejó de ser una señal de
ortodoxia y un honor; la excusa de la caridad con “más fieles” significó una
terrible caída: falta de confianza en Dios, visión naturalista, cobardía.
Esa
“prueba irrefutable” ya no existe.
Esa “distinción de honor y signo de
ortodoxia delante de los fieles” se festejó en la FSSPX que se le quitase,
que se le “limpiara” (y luego se criticó a los fieles que habían perdido la
confianza en aquellos que se quitaron de encima lo que indudablemente los
distinguía con su sello de “honor y ortodoxia”).
Ahora
bien, si esa “excomunión” fue quitada, es porque una de las dos partes en
cuestión cambió de parecer, cambió en su forma de pensar y de actuar.
Las
autoridades de la FSSPX siempre han dicho que era Roma la que había cambiado,
haciendo concesiones a la hábil “estrategia” de la FSSPX.
Pero
sin embargo, esa Roma calificada de Iglesia conciliar sigue definiéndose por el
Novus Ordo Missae (a pesar de que un papel diga que la Misa tradicional es la
forma extraordinaria del rito), por el ecumenismo indiferentista y la laicización
de la sociedad. Eso es absolutamente evidente.
Roma
sigue siendo la misma, o incluso peor que entonces pues ha redoblado su astucia
para no enfrentar directamente a la FSSPX sino atraerla mediante “concesiones”
que no cambian en absoluto su forma de pensar.
Entonces,
¿quién ha cambiado su posición? ¿Roma o la FSSPX?
¿Quién
ha cambiado su discurso? ¿Roma o la FSSPX?
Entonces,
¿puede o no hablarse de una Neo-FSSPX?