HABEMUS
PAPAM, película de Nanni Moretti, año 2011
La
extraordinaria cantidad de coincidencias entre lo mostrado en esta película y
lo ocurrido posteriormente nos llevan a plantearnos este interrogante: ¿es
casualidad -sexto sentido, como dicen algunos- o un programa anticipado dos
años antes, preparado meticulosamente, para la salida de Ratzinger y la llegada
de Bergoglio al Papado, lo que se nos ofrece en este film?
Nanni
Moretti es un director, escritor y actor de izquierda italiano que realizó esta
hábil película donde busca demoler –sin caer en trazos gruesos y con una
impecable reconstrucción arquitectónica y de vestuarios- directamente el Papado
y todo lo que lo rodea. El argumento es el siguiente: ante la muerte del Sumo
Pontífice de la Iglesia, se reúne el cónclave para elegir al sucesor. En la
segunda votación sale elegido el “humilde” cardenal Melville (interpretado por
el actor francés Michel Piccoli) por absoluta mayoría. Pero en el momento en el
que debe salir al balcón de la Plaza San Pedro, se acobarda, sufre un ataque de
pánico y huye sin poder asumir. Para ayudarlo se convoca a un psicoanalista
ateo, el mejor de Italia (interpretado por el director de la película, Moretti),
que deberá residir en el Vaticano en tanto dure el difícil tratamiento.
Posteriormente el Papa se escapa –vestido como una persona cualquiera- del
Vaticano. Mientras dentro de éste el psicoanalista organiza torneos de volleyball
con los cardenales, en Roma el Papa visita a una psicoanalista –la ex mujer del
psicoanalista exitoso del Vaticano-, recorre la ciudad, recuerda sus deseos de
ser actor y se inmiscuye en un grupo de teatro que interpreta una obra de
Chejov. Finalmente rescatado por los cardenales durante una función teatral, el
Papa tiene el valor de salir a enfrentar a la multitud para decir que no acepta
ser el Papa.
Por
todo lo que esta película involucra, y de la forma en que está llevada a cabo,
es imposible que no haya contado con el apoyo vaticano –es decir, de la iglesia
conciliar-. No se hace en Roma –por más que los escenarios sean
reconstrucciones en estudio- un ataque tan elaborado e inteligente al Papa y la
Iglesia católica –en lo que representa exteriormente- sin el concurso de las
autoridades vinculadas seguramente a las logias masónicas que funcionan allí
dentro. Y mucho más damos en pensar en ello cuando vemos lo que hoy en día está
llevando a cabo Francisco: la demolición del Papado, en una continuidad de lo
que propone –sin decirlo del todo explícitamente- la película. Ésta es muy
clara en su propuesta y su guión no fue objetado en absoluto por el Vaticano.
Queda por saber si su libreto fue tomado como modelo posteriormente o si ya
desde entonces el plan masónico se había empezado a llevar adelante, para hacer
aceptar a las masas lo que dos años más tarde se les iba a imponer en la sede
romana ocupada por los enemigos de Cristo.
Antes
de ver las coincidencias asombrosas, digamos que la burla llevada a cabo por
Moretti y cía. evita caer en la caricaturización o golpe bajo, siendo al
comienzo muy respetuoso –demasiado para algunos izquierdistas que deseaban un
ataque más frontal- con las investiduras y la institución de la Iglesia. Pero
apenas empieza el cónclave, un corte de luz muestra que la película ha de
contrastar la seriedad y respetabilidad de esos ancianos hombres de la Iglesia
con el sarcasmo que se irá incrementando a medida que transcurran los minutos.
La película de Moretti nos hace acordar a las pinturas anticlericales del
ilustrador francés Jehan Georges Vibert (1840-1902), de un extremado realismo
que hacen más efectivo el contraste con las actitudes de los retratados, más
tratándose de obispos y cardenales. Pero esto, ¿no es lo que hemos estado
viendo cada vez más en la iglesia conciliar, y mucho más a partir de la elección
de Bergoglio?
Algunas
pinturas de Vibert:
Una
imagen de la película, muy acorde con aquellas ilustraciones:
Veamos ahora algunos de los
detalles de anticipación que muestra la película, lo hacemos ilustrándolo con
las imágenes correspondientes:
Luego de la primera votación del cónclave, se
muestra un plano de la gente en la plaza San Pedro, expectante. Entre varias
banderas que agitan los fieles, se ven dos de Argentina. Precisamente la más
cercana a cámaras y más visible es la de Argentina.
Tras la elección del Cardenal
Melville como Papa, entre otras banderas se ve una agitada cerca de la cámara y
separada de las otras, es la más grande de todas, y en solitario: la bandera de
Argentina. ¿Sólo casualidad? ¿Por qué la bandera argentina mostrada en dos
momentos diferentes y destacada por sobre las otras? Esta última gran bandera
ondeante aparece exactamente luego de un plano que muestra el humo blanco
saliendo de la chimenea.
Pero
allí no terminan las referencias a la Argentina. En determinado momento, un
guardia suizo que en ausencia del Papa se hace pasar por éste recluido en sus
aposentos, se pone a escuchar en un equipo musical una canción de Mercedes
Sosa, cantante argentina. La canción se llama “Todo pasa”, de contenido
absolutamente subversivo, y dice entre otras cosas:
“Cambia lo superficial
cambia también lo profundo
cambia el modo de pensar
cambia todo en este mundo
cambia el clima con los años
cambia el pastor su rebaño
y así como todo cambia
que yo cambie no es extraño”.
Y así mientras los cardenales se ponen a bailar al son de
este tema, en la calle, coincidentemente, el Papa encuentra a una mujer
argentina que canta este tema. ¿Pero acaso desde que asumió, Francisco –el
cardenal argentino Bergoglio- no habla una y otra vez de que hay que cambiar
muchas cosas en la Iglesia? ¿No es acaso un hombre favorecedor de la izquierda?
“Hay tanto que se debe cambiar”, dice el Papa de la película.
Cuando
queda claro que el Cardenal Melville es el nuevo Papa, todos los Cardenales se
ponen de pie para aplaudirlo. Pues bien: eso es lo que dijo Bergoglio que
sucedió cuando fue su elección.
Otro
detalle interesante: en la película hay varias escenas donde los cardenales,
manejados por el psicoanalista, juegan con una pelota al vóley (incluso las
monjas lo hacen) dentro del Vaticano.
¿No nos
recuerda esto a Francisco jugando con una pelota dentro del Vaticano?
La
forma en que este hombre manipula a los cardenales –como si fueran niños-, ¿no
recuerda a aquellos obispos infantiles manipulados por un sujeto –homosexual
según dicen- durante el baile de la Jornada Mundial de la Juventud en Río?
En la
película se lo ve al Papa, en sus andanzas por Roma, dentro de una iglesia,
sentado en un banco como un fiel más. Exactamente igual que como hizo Bergoglio
–éste con la vestimenta blanca- en más de una oportunidad.
En la
película se introduce a un personaje que es un intelectual ateo, que departe
con el Papa e incluso tiene cosas para enseñarle a un Pontífice con quien habla
de igual a igual e incluso se muestra superior. Esto nos hace acordar a la gran
deferencia que tuvo Francisco con el ateo periodista italiano Eugenio Scalfari.
También,
tanto en la obra de Chejov como en Hamlet de Shakespeare, a la cual tal obra
menciona, hay en cada una un usurpador junto a una mujer de la cual su hijo
quiere se separen. ¿Sería acá el Papa un usurpador?
Este no es Benedicto, sino el papa de la película. ¿Parecido, no?
Más
detalles:
-El
afiche es muy interesante. Muestra la mano izquierda del Papa reteniendo la
derecha. ¿Acaso no es el ala más izquierdista la que ha triunfado con
Bergoglio? Hasta él mismo aclaró que nunca fue de derecha, por si acaso. Por
otra parte, la mano derecha es la que bendice: en la película el Papa cuando
sale al balcón no bendice a nadie, sólo se excusa y pide a la multitud que rece
por él.
-
El Papa es alguien como los otros: eso es lo que la película instala en el
espectador. Y eso mismo es lo que ha venido sosteniendo Francisco desde que
asumió.
-El Papa Melville se cura de su
miedo saliendo a caminar entre la multitud, saliendo al mundo. Francisco quiso
vivir fuera de los apartamentos pontificios y habla de salir y caminar. Dicen
varios medios también que sale a la ciudad disfrazado.
-En un momento el Papa Melville se acerca a curiosear en un puesto de diarios, como cualquier ciudadano. ¿Acaso no es esto lo que solía hacer Bergoglio en Buenos Aires, ir a comprar su propio diario?
-Le
dice un cardenal al psicoanalista, en medio de un partido de volley y entre
festejos: “Para su fortuna, profesor, usted al Infierno no se irá. No se irá
nadie allí. El Infierno está desierto”.
-Antes
de esto se había mostrado simpáticamente unos dibujos de dragones, hechos por
los niños de la psicoanalista. ¿Con qué motivo?
-Que
Moretti es de izquierda, ya lo sabíamos. Pero ¿acaso realizó esta película por
encargo de las logias masónicas? En la fotografía que aparece en el sitio web
de su productora, Sacher Films, Moretti aparece cubriéndose un ojo, típico
signo masón.
Si
Moretti introdujo con total descaro el desorden en el Vaticano, mientras el
inoperante Papa estaba afuera, ¿no es ese el programa que está cumpliendo
Francisco, el de “hacer lío”, como explícitamente lo ha dicho él mismo a los
jóvenes? Así, el papel que cumple el psicoanalista ateo en la película lo
estaría cumpliendo ahora el supuesto papa Francisco. Y esa apertura al mundo, a
los “saberes” de los ateos, a la mayor participación de las mujeres donde la
Iglesia nunca lo determinó, esas salidas al mundo, a “caminar por las
periferias”, todo eso que muestra la película, ¿no es acaso lo que está haciendo
el propio Francisco, como si se tratara de una película?
“Habemus
papam” simula ser una comedia dramática acerca de un conflicto psicológico que
involucra a un hombre que debe asumir un cargo muy poderoso en una institución
muy importante. Pero en verdad, le está diciendo a la Iglesia cuál es su lugar
en el mundo, según los planes de las logias satánicas. Más allá de las
coincidencias casuales o no, lo cierto es que esta película fue realizada muy
“oportunamente” para suscitar en la opinión pública la posibilidad de imaginar
aquello que “debía” ocurrir posteriormente. Las artes y en particular el cine
vienen desde hace años preparando el terreno para las élites secretas que
imponen su contrarreligión y su contraiglesia cuando los obstáculos han sido
vencidos y las mentes subvertidas por estos medios masivos de difusión. Si
debemos siempre tener en cuenta los signos de los tiempos, estar atentos a
estas señales que nos dan los enemigos puede servirnos para alertarnos aún más
ante lo que el futuro puede depararnos. Lo dijo Nuestro Señor: “Velad y orad”.
Detalle
interesante: del Cap. 26 del libro “El verdadero Francisco”, de Omar Bello,
Editorial Perfil, 2013: