sábado, 2 de julio de 2016

SOBRE LA CALUMNIA



Podemos trasladar los principios vertidos en esta sencilla historia del telefilm a otra realidad, en nuestros tiempos, mucho menos “naif”, por cierto, respecto de los esparcedores de calumnias a través de la internet. En este caso por parte de sacerdotes y laicos que deciden eliminar “de la cuadra” a otro sacerdote vigilante que servidor de la verdad ha descubierto verdades que comprometen una “reputación” construida publicitariamente. Estos nuevos calumniadores no recurren al anonimato porque, orgullosos y presumidos como son, desean ver sus nombres destacados, a fin de afirmarse como “campeones de la ortodoxia”, “super resistentes”,  “grandes católicos”, etc. Gente incoherente que está dispuesta a todo para “sacarse de encima” a alguien que les molesta, lanzando a los obispos y sacerdotes acusaciones y difamaciones gratuitas de “ruindad”, “demencia senil”, “herejías”, “apostasía”, “blasfemias”, “venderse por una mitra” e incluso llegando a vertir amenazas contra un sacerdote. Afortunadamente, estos desquiciados personajes no han podido ni podrán  evitar que haya quienes sigan vigilantes en las esquinas, que haya quienes en vez de “felecistamente” tragarse las mentiras o preferir dejarlas pasar, que prefieran combatir, esclarecer y poner las cosas en su lugar. Sin hacer propaganda de sí mismos, sin escenificar shows o audiovisuales, sin buscar otra cosa que la sola y pura verdad. Buscando seguir los consejos para imitar a Cristo: “guárdate mucho de la vana complacencia y de la soberbia. Por esto muchos están engañados, y caen algunas veces en ceguedad casi incurable. Sírvate de aviso y de perpetua humildad la caída de los soberbios que locamente presumen de sí”. (Imitación de Cristo, L.III, C. VI)