“Nunca
dejes que sepan lo que realmente piensas.” ~Mario Puzo, El Padrino
La oscuridad descendió sobre la Plaza de San Pedro en la tarde del
13 de marzo de 2013, cuando el sucesor del retirado Benedicto XVI fue dado a
conocer a la Iglesia católica.
Invitado al balcón, apenas unos pasos más atrás del nuevo pontífice, el
cardenal Godfried Danneels inspeccionaba la masa de espectadores durante el
anuncio de la elección del papa Jorge Bergoglio. Allí, en la Logia de San
Pedro, se paraba, enviando un mensaje con su mirada engreída y triunfante.
Como recompensa por su lealtad prodigiosa y su habilidad política
eclesial, se paró junto al pontífice, en reconocimiento de sus colegas porque
el elegido cuidadosamente por Danneels se elevaba finalmente a la Silla de
Pedro.
Adornado con el escarlata ceremonial, el cardenal belga Danneels se paró
orgulloso como la mente victoriosa detrás del grupo clandestino de prelados
europeos de San Galo que planeó, desde 1996, la elección de un radical Papa
reformador. El grupo de San Galo identificó con anticipación como su primer
contendiente al papado, a Jorge Bergoglio de Argentina, confiados en que él
podría transformar radicalmente y modernizar la Iglesia a su imagen y
semejanza. Conservaron su estrategia y su chanchullo bien escondidos bajo un
manto.
Casi ganan la guerra territorial en 2005, cuando falleció Juan Pablo II.
El grupo de San Galo luchó por instalar a su hombre, pero no lo consiguieron.
Su politiquería papal obtuvo para Bergoglio el segundo puesto en la elección al
balotaje, pero perdió finalmente contra el conservador cardenal Ratzinger. Los
informes de la prensa afirman que el grupo de San Galo no volvió a reunirse
después de 2006. Quizás no hayan vuelto a reunirse en San Galo, o quizás hayan
cambiado su nombre y se reunieron en otro lado.
Pero la frustración fue en aumento. Se les acababa el precioso tiempo a
medida que el grupo San Galo envejecía y, más aún, Jorge Bergoglio se tornaba
muy mayor como para ser considerado papable, el sueño de modernizar la Iglesia
se escabullía de sus dedos. Para peor, un Benedicto relativamente saludable
ocupaba la Silla de Pedro como impedimento infranqueable contra sus planes.
Además del demonio, no hay otro enemigo menos despiadado que el azaroso
Padre Tiempo.
El reloj avanzaba. Sin intervención divina, Benedicto aparecía firmemente
resguardado en la Silla de Pedro. Los prelados de San Galo no podían esperar
otros 3 o 4 años para su desaparición de esta tierra. Además, el cardenal Bergoglio
ya tenía 76 e iba a ser demasiado mayor para resultar elegido Papa.
Luego, sucedió algo inesperado. Un rayo cayó sobre San Pedro.
“No puede usted ocultar que el rayo le ha dado de lleno. Pero no se
preocupe; eso es algo que nadie puede ocultar. No se sienta avergonzado, pues
no hay motivo. De hecho, muchos rezan para que el rayo los ataque. Incluso me
atrevería a afirmar que es usted un hombre afortunado.” ~Mario Puzo, El
Padrino
El rayo cayó cuando el papa Benedicto, el hombre que obstaculizaba la suerte
papable de Francisco, abdicó al trono de Pedro. Con el estruendo del rayo sobre
el cielo azul oscuro, los tan ansiados planes de San Galo ya podían
desarrollarse tras la cortina del cónclave.
Danneels y sus conspiradores de San Galo manipularon rápida y
hábilmente la elección de su designado papa en espera, el cardenal de Buenos
Aires. Bergoglio fue elegido Papa por el Colegio de Cardenales, y lo demás es
herejía.
Habiendo orquestado una exitosa toma de poder papal, el cardenal Danneels
no pudo contener su fanfarronería. El pomposo prelado necesitaba el
reconocimiento público de su plan maestro. Durante el lanzamiento de su
biografía, el Cardenal belga rompió la fundamental regla de Omertà,
el estricto código de silencio, alardeando orgullosamente que el grupo de San
Galo había designado a Bergoglio. En
la conferencia de prensa sobre el libro, Daneels reveló alegremente que el
grupo de San Galo había sido sospechosamente bautizado por el mismo grupo como
la “mafia”.
Durante casi dos décadas, el secreto grupo de conspiradores tramó y planeó instalar a Jorge Bergoglio de Buenos Aires como pontífice 266, para reformar drásticamente la Iglesia católica.
Durante casi dos décadas, el secreto grupo de conspiradores tramó y planeó instalar a Jorge Bergoglio de Buenos Aires como pontífice 266, para reformar drásticamente la Iglesia católica.
Godfried, el Padrino, buscó los aplausos por la elección de Bergoglio,
demostrando así la famosa frase de Pacino, “la vanidad es mi pecado favorito.”
¿Qué dice acerca de la elección papal de Bergoglio el hecho de que uno de
sus principales promotores caracterice a los conspiradores papales como mafia?
¿Qué clase de hombre, nada menos que Príncipe de la Iglesia, presume con
ligereza ser miembro del grupo San Galo al que describe como ‘mafia’?
¿Qué clase de hombre, Cardenal, proclama orgullosamente que él y su grupo
clandestino de prelados se pusieron el nombre de una organización criminal que
mata por dinero y poder, atemoriza y chantajea a ciudadanos comunes, y domina
con brutalidad asesina e intimidación?
¿Qué clase de papable se rodea de defensores que se jactan de ser mafia?
¿Qué clase de oficiales de la Iglesia se llaman a sí mismos mafia, una
organización criminal que intimida a los débiles, silencia a los que hablan, y
demuestra su poder político con la intimidación?
No es la primera vez que Danneels, el Don de San Galo que coronó a
Bergoglio, intentó silenciar una víctima. En
el 2010, intentó encubrir años de abuso sexual que envolvían a su amigo íntimo
y obispo colega. Peor aún, el abusador del niño era tío de la víctima, Roger
Vangheluwe, obispo de Brujas, Bélgica. En la reunión con la víctima,
el intimidatorio cardenal Danneels ordenó a la víctima de abuso que
permaneciera en silencio sobre el abuso, “pida perdón” y “reconozca su propia
culpa.”
Danneels fue descubierto encubriendo este escándalo de abuso sexual
eclesiástico cuando la víctima grabó secretamente la conversación (una exitosa
táctica de gobierno utilizada frecuentemente contra la mafia). Con
los años, Danneels perfeccionó sus habilidades para intimidar y silenciar
víctimas y para cubrir los abusos del clero. Sin embargo, el poderoso
Cardenal no sufrió consecuencias y continuó tramando y conspirando la elección
de Jorge Bergoglio como Papa.
Este hombre no teme a nadie y no está restringido por la doctrina de la
Iglesia, la enseñanza bíblica o el Magisterio, los cuales juró sostener en sus
votos episcopales. A pesar del voto solemne, Danneels
incentivó al Rey de Bélgica para que firme una ley en favor del aborto y apoyó
la enmienda para el matrimonio homosexual en Bélgica. Sin embargo, a
pesar de los escándalos públicos, ¡Francisco lo eligió como su representante
personal para el Sínodo de la Familia!
La lealtad es la virtud más preciada en la mafia, “la lealtad lo es todo,
la lealtad es realeza,” aparentemente también entre los Príncipes de la
Iglesia.
Otros de los miembros de San Galo han sido recompensados por su lealtad a
Jorge Bergoglio: en particular, el cardenal alemán Walter Kasper, quien sirve
como poderoso capo doctrinal en el papado de Francisco.
La sospechosa pregunta aún permanece: ¿qué hizo que el papa Benedicto
renunciara?
¿Presionó ‘la mafia de San Galo’ a Ratzinger para que renunciase?
¿Los monseñores de la mafia hicieron a Benedicto una oferta que no pudo
rechazar?
¿’La mafia de San Galo’ intimidó a Benedicto?
¿Chantajearon a Benedicto?
El papa Francisco permanece en la Silla de Pedro, como el escogido de la
mafia de San Galo.
En toda mafia merodea un infiltrado, un hombre con conciencia recta.
Alguien que sabe lo que sucedió la noche que cayó el rayo sobre San
Pedro.
No tenga miedo de hablar.
Elizabeth
Yore