Número CCCXC (390)
03
de enero de 2015
Arzobispo, Comentado – I
Mons. Williamson
Desenganchadas del
objeto, las mentes pueden ir muy mal.
Cúpulas de la
Iglesia y de la Fraternidad, ambas se han vuelto locas.
Para las
autoridades de la Iglesia hoy en día “no hay verdad fija, no hay dogma.
Todo está evolucionando”. Así dijo Monseñor Lefebvre (1905–1991) en
1991 (ver el “Comentario Eleison” de la última semana). Pues, al final de su
vida, Monseñor vio más claramente que nunca a lo que él se había estado
enfrentando en su heroica defensa de la Fe. Desde su muerte, los liberales
(¿desconocidos como tales por si mismos?) que tomaron posesión de su
Fraternidad San Pío X tan pronto como él se hubo ido, no han aún comprendido la
gravedad del problema tal como lo identificó Monseñor. Por consiguiente, que
estos “Comentarios” abran el Nuevo Año intentando una vez más poner al
descubierto la herida mortal en la Iglesia y el mundo de hoy en día.
Cuando Emanuel
Kant (1724–1804) erigió en un sistema filosófico el rechazo del hombre a la
realidad de Dios, sistema basado en su proclamación absolutamente falsa que la
mente humana no puede conocer al objeto tal como éste es en sí mismo, entonces los
departamentos de filosofía de las universidades de todo el mundo empezaron a
derramar locura en las calles porque la gente quería hacer de la libertad, su
dios, y Kant les ofreció la liberación suprema, aquella de la mente con
respecto a su objeto.
Ahora bien, los
Católicos aún no contaminados por la fantasía Kantiana saben que Dios y Su
Cielo existen bien fuera de, e independientemente de, sus mentecitas y,
entonces, si quieren ser felices por la eternidad, más les vale que sus mentes
traten con la realidad objetiva y no con la fantasía subjetiva. Por
consiguiente, por un siglo y medio, Dios dio una serie de Papas anti-liberales
que se levantaron contra el mundo liberal que se hacía constantemente más loco
todo alrededor, y éstos protegieron a la Iglesia del prestigioso y popular
subjetivismo. Pero, por los años 1950, los Cardenales y obispos de la Iglesia
no estaban rezando lo suficiente para mantener esta protección de sus mentes y
corazones, de la locura conocida dentro de la Iglesia como “modernismo” y, así,
en el cónclave de 1958 eligieron a uno de ellos mismos, el supuestamente
“bueno” Juan XXIII, un liberal (¿desconocido como tal por sí mismo? – Dios lo
sabe) quien debidamente lanzó en 1962 el desastroso Concilio Vaticano Segundo.
¿Por qué
desastroso? Porque la locura del subjetivismo (el rechazo de la realidad
objetiva) en lugar de ser todavía absolutamente condenado por las autoridades
más elevadas de la Iglesia, fue ahora adoptada por ellas, y fue hecha
(¿consciente o inconscientemente? Dios lo sabe) la base oficial de la doctrina
y acción de la Iglesia. El problema no podía ser más grave. Los oficiales de la
verdadera Iglesia de Dios, nombrados para proclamar y defender las verdades
objetivas de Dios para la salvación, de aquí en adelante las fueron filtrando a
través de sus mentes subjetivistas. Imaginen no tener más que botellas
mugrientas en las cuales almacenar el mejor de los vinos. Sólo puede ser
arruinado. Los oficiales de la Iglesia Conciliar de hoy en día sólo pueden
arruinar la verdad de Dios.
He aquí porqué
Monseñor dijo en 1991, “Estamos tratando con personas (en la cúpula
de la Iglesia) que tienen una filosofía diferente a la nuestra, una
manera de ver diferente, que están influenciadas por todos los filósofos
modernos subjetivistas. Para ellos no hay verdad fija, no hay dogma fijo. Todo
está evolucionando. Esto es realmente la destrucción Masónica de la Fe.
Afortunadamente, nosotros (Tradicionalistas) tenemos la Tradición
para apoyarnos en ella”.
Pero, ¿qué le ha
pasado a la Tradición sin Monseñor que la guíe? ¡Ay!, las autoridades en la
cúpula de su Fraternidad San Pío X, la cual por algunos 40 años encabezó la
defensa de la Fe objetiva, no pueden haber estado rezando seriamente lo
suficiente para proteger sus mentes y sus corazones de ser a su vez infectados
por el subjetivismo. Ellos también han perdido la primacía de la verdad
objetiva, y así ellos están haciéndose juguete de los Romanos como un pez es
juguete de un pescador. Monseñor Lefebvre, ¡reza por nosotros!
Kyrie eleison.