COMUNICADO DE LA
FRATERNIDAD SACERDOTAL SAN PÍO X
RESPECTO DE
LOS SACERDOTES DE CAMPOS
16 de enero de 2002, Festividad de San Marcelo
El 18 de enero de 2002 el Cardenal Castrillón Hoyos leerá en la catedral de Campos los diversos documentos por los cuales el Papa Juan Pablo II erige una administración apostólica a favor de los sacerdotes de Campos y de los fieles asociados a ellos.
Monseñor Rangel es reconocido como un obispo católico y nombrado a la cabeza de la nueva administración. Esta administración tendrá derecho a los libros litúrgicos de 1962, es decir, la Misa tridentina. Las censuras “quizás incurridas” (sic) serán levantadas.
Monseñor Rangel hará en nombre de todos la profesión de fe y leerá una declaración en la cual reconoce a Juan Pablo II como Papa, al obispo del lugar como obispo legítimo, al Concilio Vaticano II como un concilio de la Iglesia católica, expresando sin embargo que se reserva el derecho de criticar de manera positiva lo que no está en conformidad con la Tradición; asimismo, en lo que atañe a la nueva misa, es reconocida como válida en sí, pero sometida a críticas constructivas.
La Fraternidad Sacerdotal San Pío X comprueba que ese resultado es el fruto de una paz separada. Para obtenerla, los sacerdotes de Campos han tenido de alguna manera que desenmarcarse de la Fraternidad, siendo de notar la precipitación y las características parcialmente disimuladas de las tratativas que han conducido al reconocimiento actual. Por ejemplo: han abandonado el pedido respecto de la Misa tridentina, que hubiera otorgado a todo sacerdote el derecho de celebrarla libremente.
Todo eso no es bueno, pues la fuerza está en la unión. No se puede decir tampoco que por este acto la crisis de la Iglesia esté ya superada. Eso puede ser un paso en esa dirección: el futuro lo dirá.
Los Padres de Campos afirman que continuarán el combate de la Tradición. Es necesario considerar también que no han hecho ninguna concesión sustancial a nivel doctrinal. Solamente el tiempo dirá como Roma permitirá el desarrollo de esta obra. Al respecto, la elección del sucesor de Monseñor Licínio Rangel será de una gran importancia, y este punto no está determinado, como así tampoco el status jurídico de la administración.
¿Cuáles serán desde ahora sus relaciones con Roma y con nosotros? También es el tiempo quien lo dirá; la nueva situación creada servirá de prueba para el futuro. La Fraternidad permanece cautelosa y observa con aprensión lo más de cerca posible el desarrollo de la obra, a la espera de ver sus frutos: por los frutos se juzga el árbol.
Es de notar, sin embargo, que por primera vez una estructura diocesana ha sido otorgada a la Tradición: un obispo tradicional es reconocido ahora como tal, como plenamente católico.
Rezamos para que todo esto coopere al bien de la Tradición y de la Iglesia —a pesar del sabor un tanto amargo que sentimos por el momento— y no queremos más que continuar obrando en el espíritu y la línea legados por Monseñor Lefebvre.
En la Fiesta de San Marcelo,
+ Bernard Fellay
Tomado de revista Iesus Christus, nº 80, marzo-abril del 2002.