jueves, 20 de julio de 2017

SAN PÍO X DENUNCIA EL MAYOR PELIGRO DEL MODERNISMO






Alocución “Relicturus Ecclesiam” (16 de diciembre de 1907)

La característica más peligrosa del modernismo

San Pío X recuerda en esta Alocución (Relicturus Ecclesiam) que Jesús había predicho que la Iglesia habría sido perseguida y atribulada y escribe: “En procinto de dejar a la Iglesia y en el momento de volver al Padre, Cristo Nuestro Señor muchas veces y explícitamente predijo que habríamos sido expuestos siempre a la persecución de los enemigos”.

Los tiempos nuevos y la herejía modernista añaden, sin embargo, a las antiguas y cruentas persecuciones, otros sufrimientos quizá más peligrosos aunque menos dolorosos físicamente. Este es el peligro que mayormente angustia al Papa.

Hoy, como en todos los tiempos, continúa el Pontífice, vemos realizarse la predicción de Jesús. En efecto en algún lugar la Iglesia es asaltada o “con divisiones alineadas y en abierta batalla” o “con artes engañosas e insidias escondidas”.

El modernismo es la insidia escondida o el engaño (“subdolo” [término italiano empleado por el Papa, ndt] del latín “sub-dolo”: bajo engaño). Esta es la característica más peligrosa del modernismo: no salir de la Iglesia, no combatirla cara a cara, sino quedarse dentro, ocupar los lugares de mando y cambiarla desde dentro. Pío X lo explica claramente: “Debería ciertamente deplorarse que tales hombres, abandonado el seno de la Iglesia, pasaran a ser sus enemigos declarados: pero es mucho más doloroso verlos caídos en tanto exceso de ceguera que les hace considerarse aún y proclamarse hijos de la Iglesia aunque, con los hechos si no quizá con las palabras, hayan renegado de aquella promesa de fe que pronunciaron en el Bautismo. Y de este modo mantienen aún hoy las prácticas cristianas, se alimentan de las carnes sacrosantas de Cristo y, lo que es más horrendo, suben así al altar de Dios para ofrecer allí el Sacrificio”.

Como se ve, el modernista no niega el Credo de palabra y abiertamente, sino que prácticamente con su actuar lo impugna y reniega de él. Por tanto el hecho de que se oculte en la Iglesia y no quiera abandonarla es muy peligroso porque la erosiona desde dentro como una carcoma invisible.

El primer enemigo descrito por San Pío X combate a la Iglesia abiertamente: “todo derecho suyo es combatido […] sus leyes son despreciadas por aquellos mismos que deberían tutelar su autoridad”. Ciertamente es triste y doloroso, pero es sobre todo la “quinta columna” escondida la que preocupa al Papa.

“A todo esto -escribe- se añade ahora otro mal incontestablemente gravísimo: un cierto espíritu ávido de novedad, que no soporta ninguna disciplina y ninguna autoridad, va difundiéndose ampliamente; apuntando a la doctrina de la Iglesia e incluso a la verdad revelada por Dios, se esfuerza por derrumbar desde sus fundamentos la santísima religión”. He aquí la intención final del modernismo: la ruina completa del catolicismo, mediante la corrosión de sus fundamentos.

La duda metódica y el modernismo

Este nuevo error, que niega la sustancia misma de la religión católica, es seguido por numerosas personas, las cuales “difunden una duda metódica llena de impiedad acerca de las bases mismas de la fe” [6].

El Papa compara justamente el modernismo al cartesianismo: la duda metódica sobre todo, no hay certeza de nada, todo es relativo y subjetivo: Dios mismo y la religión con sus dogmas y mandamientos serían un producto del pensamiento humano.

Esta es la enorme gravedad del modernismo que se esconde bajo la apariencia de catolicismo para disolver la Iglesia como Cristo la fundó y ha llegado hasta nosotros.

El Papa Sarto añade que: “si los modernistas hacen parte del clero, desprecian el estudio de la teología católica y extraen de fuentes envenenadas [Descartes, Kant y Hegel] su filosofía” [7].

El Pontífice concluye justamente que los modernistas, por lo que “proclaman, hacen y con la misma pertinacia profesan, demuestran que han perdido la fe, aunque consideren que es encuentran todavía en la nave de la Iglesia, mientras han naufragado miserablemente” [8].

Conclusión

¿Se puede colaborar con los modernistas para restaurar la Iglesia cuando ellos quieren demolerla desde sus cimientos? El pensamiento de San Pío X es claro. Lo sea también el nuestro: “¿Qué hay de común entre Cristo y Belial? (2 Cor., VI, 15).

Joseph