Número DXXIV (524)
29 de julio de 2017
Consagración de Fátima – I
Mons. Williamson
Cuando el hombre moderno de Dios
se apartó,
A Nuestra Señora, tratando de
ayudar, solo despreció.
Cuando en mayo pasado los cuatro
obispos en Vienna, Virginia, en los Estados Unidos, hicieron lo que pudieron
para consagrar Rusia al Corazón Inmaculado de María, ellos utilizaron una
fórmula para la Consagración que nunca había sido utilizada anteriormente, y
que era un tanto diferente de las fórmulas usuales. Incluyó una breve historia
del pedido de Nuestra Señora para la Consagración, mostrando cómo los líderes
de la Iglesia fallaron, y todavía fallan, en responder adecuadamente a la
simple solución del Cielo para los problemas sin precedentes de la Iglesia y el
mundo de hoy. El propósito de esta fórmula fue ayudar a que todos se dieran
cuenta que estos problemas, de otra manera insolubles, son culpa no de Dios
Todopoderoso sino de la falta de fe por parte de los hombres de Su Iglesia.
Ellos deben hacer lo que les pidió Nuestra Señora que hicieran, a pesar de lo
que el Vaticano II los haga querer hacer. ¿Qué desastres se necesitarán para
hacer que finalmente hagan lo que Ella quiere, para salvarnos a todos? He aquí
la primera mitad de aquella Consagración de Virginia:
Santísima Madre de Dios,
Inmaculado Corazón de María, Trono de Misericordia, Trono de Bondad, Trono del
Perdón, puerta segura por la cual las almas entran al Cielo, mira de rodillas
ante Ti a los cuatro hijos de Mons. Lefebvre, cuatro obispos tratando de hacer
lo que pueden para ayudarte a obtener del Papa y los Obispos de la única
verdadera Iglesia de tu Divino Hijo, la Consagración de Rusia a tu Corazón
Dolorido e Inmaculado pues esta solamente puede obtener la paz para la
humanidad, actualmente bajo la sombra de una espantosa tercera Guerra Mundial.
En Fátima, Portugal, hace cien años, Tú primero advertiste a la humanidad de la
Segunda Guerra Mundial por venir, del hambre y persecuciones, si la gente no
dejaba de ofender a Dios. Para prevenir estos desastres, Tú prometiste regresar
para pedir la Consagración de Rusia a Tu Inmaculado Corazón, y la Comunión
Reparadora de los Primeros Sábados. Si tus pedidos fuesen atendidos, Rusia se
convertiría y habría paz. De lo contrario, los desastres seguirían y Rusia
diseminaría sus errores por todo el mundo. Doce años más tarde tú regresaste
como lo prometiste, e hiciste la doble petición.
Sin embargo, confiando en los
medios humanos para resolver los graves problemas de la Iglesia, los clérigos
no hicieron inmediatamente lo que tú solicitaste. Dos años más tarde tu Divino
Hijo advirtió a la humanidad a través de la Hermana Lucía de Fátima, que ya que
Sus ministros retrasaban el cumplimiento de Su mandato, sufrirían graves
consecuencias: Rusia difundiría sus errores por el mundo, causando guerra y
persecuciones a la Iglesia y el Papa sufriría mucho. Aun así el Papa prefirió
sus medios humanos al tratar con Rusia.
En 1936 Nuestro Señor explicó a
la Hermana Lucía que la conversión de Rusia dependía de su consagración a tu
Corazón Inmaculado porque Él quería que toda la Iglesia reconociera que esta
conversión sería un triunfo de tu Corazón, de modo que la devoción a tu Corazón
se situara junto a la devoción a Su Sagrado Corazón.
Todavía los hombres de Iglesia
dudaron, y entonces en 1939 estalló la terrible Segunda Guerra Mundial, y en
todo el mundo el Comunismo extendió su poder. Inmediatamente después de la
guerra, tus estatuas peregrinas de Fátima tuvieron gran éxito, pero aun así los
hombres de iglesia no harían exactamente lo que tú pediste, y así en 1957,
antes que la Hermana Lucía fuera silenciada por los hombres de Iglesia, ella
expresó tu tristeza porque ni los buenos ni los malos atendieron el mensaje de
Fátima. Tú dijiste que los buenos no le daban importancia, mientras que a los
malos no les importaba. Pero tú nos advertiste una vez más de que el terrible
castigo era inminente.
Para este castigo, vea los
“Comentarios Eleison” de la próxima semana.
Kyrie eleison.