Para
no pensar que Mons. Fellay tiene malas intenciones, diremos simplemente que
parece ser un hombre arrastrado por las emociones, las impresiones, el “qué
dirán”, en definitiva, la ilusión. Véase, sino, lo que decía hace tan sólo
cuatro meses atrás (sermón acá):
“Y aquí
también hay algo muy interesante. Desde, podemos decir dos años y algo, hay un
cambio muy importante no en todo, pero en la Congregación de la fe. Esta
congregación de la fe es con la cual hablamos. Y nos dicen ahora
“ustedes no están obligados a aceptar la libertad religiosa, el ecumenismo, la
misa nueva; usted puede mantener su posición, porque estos puntos del concilio
no son tan importantes que quien los rechaza no sería católico. Se puede no
estar de acuerdo con el concilio y mantenerse como católicos”. Esto es muy
importante, hasta ahora siempre han dicho “ustedes necesitan aceptar
todo”. Y estos últimos años, en las discusiones que hemos tenido con
los obispos mandados por Roma, ellos nos han dicho “estas cuestiones son
cuestiones abiertas”.
Se debe preguntar: ¿por qué han cambiado? Doy mi opinión: Me parece que la razón de este cambio de actitud viene de la gravedad de la situación actual de la Iglesia. Es un contraste. Entonces, nos tratan de un modo mejor porque la Iglesia va mal. Ven cosas malas en la Iglesia. Y están forzados a reconocer lo que nosotros hacemos y no les gusta a ellos, pero que no es al mismo nivel que lo que defendemos nosotros es católico.
Por ejemplo, la última vez que encontré al
cardenal Müller, que es el Prefecto de la Comisión de la fe, me ha dicho
“nosotros -los de la comisión de la fe- esperamos que vosotros entren en la
Iglesia -ya somos de la Iglesia- los esperamos para que nos ayudemos a combatir
los modernistas”. Están muy molestos con todas las herejías que
pasan ahora y nos miran como una ayuda para combatir estas herejías”.
Hace
diez días, se conoció la noticia (Fuente):
Dos eventos marcaron el inicio del verano en Roma:
una carta del cardenal Gerhard Müller a Monseñor Bernard Fellay y su reemplazo
como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (CDF) por el
arzobispo Luis Francisco Ladaria Ferrer.
El 26 de junio del 2017, Müller impuso nuevamente
la Declaración Doctrinal del 2012
El 26 de junio de 2017, Monseñor Bernard Fellay,
superior general de la FSSPX, recibió una carta del cardenal Gerhard Müller,
prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, con fecha
del 6 de enero de este año, en la que el prelado alemán - con la aprobación del
papa Francisco - enunció las condiciones necesarias para una declaración
doctrinal, prerequisito indispensable para cualquier tipo de reconocimiento
canónico de la Fraternidad. Las condiciones son tres:
"1) Es necesario exigir a los
miembros de la FSSPX adherirse a la nueva fórmula de la Professio fidei de
1988. En consecuencia, ya no es suficiente con que pronuncien la Professio
fidei de 1962.
2) El nuevo texto de la Declaración
Doctrinal debe incluir un párrafo en el que los signatarios declaren
explícitamente su aceptación de las enseñanzas del Concilio Vaticano II y de
aquellas del período post-conciliar, al otorgar a esas declaraciones
doctrinales el grado de adhesión que les es debido.
3) Los miembros de la FSSPX no
solamente deben reconocer la validez, sino también la legitimidad del rito de
la Santa Misa y de los sacramentos, de acuerdo con los libros litúrgicos
promulgados después del Concilio Vaticano II."
El 30 de junio, Monseñor Fellay envió esta carta a
todos los sacerdotes de la Fraternidad, con la siguiente observación: "Nos
encontramos nuevamente en una situación similar a la del 2012. Aunque Monseñor
Pozzo, secretario de la Comisión Ecclesia Dei, haya
empleado un lenguaje muy diferente el pasado mes de marzo respecto al criterio
de catolicidad que se nos exigiría."
Más adelante, recordó su declaración dada al final
de la reunión con los superiores mayores de la Fraternidad en Anzère, Suiza, el
28 de junio del 2016:
La Fraternidad Sacerdotal San Pío X no busca por
encima de todo un reconocimiento canónico, al cual tiene derecho porque es
católica. La solución no es simplemente jurídica. Depende de una cuestión
doctrinal que es indispensable expresar... La Divina Providencia no abandona a
su Iglesia, de la cual el papa - vicario de Jesucristo - es su cabeza. Es por
esto que una señal incuestionable de esta restauración será el deseo expreso
del Supremo Pontífice de conceder los medios con los cuales restablecer el
orden del sacerdocio, de la fe y de la Tradición, que además es la garantía de
la unidad necesaria de la familia de la Tradición.
Esta carta del cardenal Müller no es ninguna
sorpresa para aquellos que han seguido de cerca las complicadas relaciones
entre la Fraternidad y Roma. Desde el 8 de octubre del 2016, durante una
conferencia dada en Port-Marly, Francia, Monseñor Fellay hizo hincapié en
la contradicción entre los comentarios hechos por el cardenal Müller y los de
Monseñor Pozzo:
De pronto nos dicen que el contenido del Concilio
no es dogmático, en otras palabras, que ninguna de las Declaraciones es
necesaria para ser católicos, según Monseñor Pozzo. ¿Qué signifca esto? 'No
están obligados a estar de acuerdo para ser católicos.'... De hecho, Monseñor
Pozzo dio varias entrevistas al respecto. Hice mención de la del mes de abril
(La Croix, abril, 7, 2016), luego vinieron las entrevistas de julio (Zenit,
julio, 4, 2016 y Christ und Welt, julio, 28, 2016). Entre estas dos fechas, en
junio, su superior, el cardenal Müller, dijo lo contrario (Herder
Korrespondenz, junio, 2016)... El cardenal Müller insistió en el tema,
diciendo: '¡No, la Fraternidad debe aceptar el Concilio!' Incluso habló sobre
la adhesión sin restricciones al ecumenismo. Pero no sólo eso... habla sobre la
liturgia, sobre la libertad religiosa. Y luego, en julio, su subordinado repite
lo contrario. ¡Qué confusión! ¿A quién debemos creer?
Según estas últimas declaraciones
citadas, Mons. Fellay, confundido, no sabe a quién creer. ¿Por qué no prueba de
creer a Mons. Lefebvre, que dijo que para permanecer católicos había que
permanecer separados de la iglesia conciliar?