Un
dominico chileno y realista: J. M. de la Torre (1777-1840)
Hace
contraste, sin embargo, con la literatura revolucionaria, la prosa que empleó
un periódico aparecido para defender los intereses del Rey de España durante
los días amargos de la reconquista española [de Chile, después de Rancagua].
Nos
referimos a la Gaceta del Rey, que dirigió el Padre dominico Fray
José María de La Torre, nacido en Santiago el año 1777 y fallecido en la misma
ciudad en 1840. Cuando Osorio, que fue un hombre culto y con ínfulas de
letrado, abolió, durante la reconquista, diversas instituciones creadas por los
patriotas, comprendió con un gesto lleno de claridad de visión que, para los
propósitos sustentados por España, era necesario conservar la imprenta y
aprovechar bien sus servicios en pro de la causa del Rey.
Los
patriotas, antes de abandonar a Santiago, después del desastre de Rancagua,
destruyeron la imprenta existente en la capital.
Con
los restos tipográficos salvados de esta ruina, Osorio hizo publicar la Gaceta
del Rey, que encomendó a la dirección sagaz e inteligente del Padre La
Torre. Con licencia del Obispo Rodríguez Zorrilla, este religioso se hizo cargo
de la publicación del citado periódico.
Cuando
salió la Gaceta del Rey, su director hacía las siguientes
observaciones sobre los deberes del
periodista:
«Su espíritu aún debe ser más
agitado; pues él ha de discurrir acerca de toda clase de materias; ha de
desengañar sin exasperar; ha de lidiar con todo un público, a quien es casi
imposible contentar; ha de combatir con energía las opiniones sediciosas; ha de
procurar unir y pacificar los ánimos disidentes; ha de pelear con la pluma por
su rey, y con ella conquistarle multitud de corazones; ha de conciliar la
verdad con los intereses de la política; ha de tener mucha lectura e
instrucción en varias lenguas, tanto para traducir gacetas, como para otros
empeños; ha de ser honrado, sigiloso, y de prudente cautela; ha de tener
imaginación viva, estilo culto, pluma expedita, y en suma, debe ser tal que
merezca la confianza del gobierno.»
El
primer número de la citada publicación, cuyo redactor revela, a juzgar por las
ideas citadas, una mentalidad amplia para su época y un espíritu cultivado,
salió a luz el Jueves 17 de Noviembre de 1814, es decir, pocos días después de
la entrada de los realistas a la capital con motivo de su triunfo en la batalla
de Rancagua.
Comprendiendo
el Padre La Torre que, para las ideas realistas, la mujer era an elemento útil
y poderoso, les dirigió las siguientes frases, amables y cordiales y destinadas
a penetrar en su psicología:
«Chilenas,
añadid la docilidad y la dulzura a los demás atractivos que os hacen tan
apreciables. No se diga que la seducción os halló fáciles y el desengaño
tenaces. No tenga más poder y más influencia en vuestro tierno corazón, la
inconsideración, la rapacidad, la desenvoltura, que el honor, el juicio y
la prudencia. Devoto llama la Iglesia a vuestro sexo; no lo desmintáis dando a
entender que aprobáis las rapiñas, los sacrilegios, la descarada irreligión, si
defendéis apasionadamente a sus autores. No ensuciéis vuestros bellos corales,
invectivando con fiereza contra los amadores de la paz y de vuestros verdaderos
intereses. Cesen del todo y para siempre las tertulias mordaces, las sediciosas
canciones que pueden seros muy nocivas.»
Así
el Padre de La Torre ganaba voluntades para la causa realista. Su acción
habilidosa y tesonera, su conocimiento del carácter chileno, y su maravilloso
espíritu de adaptación, hicieron de este escritor uno de los elementos de más
valer de aquel tiempo.
El
postrer número de la Gaceta del Rey salió a luz el 21 de Enero
de 1817. El triunfo definitivo de los patriotas, después de la jornada de
Chacabuco y de Maipo, acabó con esta publicación que defendía la reacción
colonial y en cuyas columnas se ostentó una prosa muy superior a la que
exhibieron los escritores patriotas.
Justo
es reconocer ahora, cuando la distancia que nos aparta de esa época hace ver
con imparcialidad a los hombres y las cosas de entonces, que el Padre de La
Torre superó en ingenio literario, estilo y conocimientos a la mayor parte de
sus contemporáneos, aún a Camilo Henríquez, padre del periodismo
nacional.
Ricardo
A. Latcham, "La Literatura y la vida intelectual chilena después de la
Independencia", en Escalpelo (1925).