“Permítanme ayudarlos a entender lo que “las excomuniones”
significan para la Fraternidad. Primero, yo estoy absolutamente seguro que esas excomuniones han sido una
gran bendición y una protección de Dios. Sí, con
esas excomuniones, nosotros hemos estado protegidos. ¿Por qué? Porque
Roma ha construido una pared entre ellos y nosotros, de tal manera, que todas las
balas que puedan dispararnos, van directamente hacia la pared y a nosotros ni
siquiera nos tocan”.
(Mons. Fellay, conferencia dada en la Iglesia San Vicente de Paul de
Kansas City, Missouri, el 10 de noviembre de 2004).
Doce años atrás Mons.
Fellay parecía estar encantado con las falsas excomuniones. Se sentía
protegido. Y decía una gran verdad. La FSSPX estaba fortalecida por su
testimonio íntegro, ratificado por la condena de los modernistas.
Quitada la “mancha” de
las “excomuniones”, las balas empezaron a entrar. Una tras otra. Pero Mons.
Fellay parece no haberse dado cuenta. O no darle importancia. Ahora piensa
distinto.
Hoy Mons. Fellay no
sólo afirma que esas “excomuniones” eran legítimas, sino que pide a Roma otro
tipo de “protección”, en sentido contrario. Pide un papelito con membrete
vaticano, firmado por Francisco o el Cardenal Pozzo o Muller, donde diga:
“Ustedes son católicos. Los reconocemos. Ustedes están protegidos contra todo
riesgo”, o algo así. Pide una Prelatura personal con garantías. ¿Y todo esto
por qué? Porque ya no se siente protegido contra los modernistas romanos.
Quizás podría alguien
sugerirle que imite a Mons. Williamson, consagre algún obispo y volverá a tener
la “excomunión” protectora de parte de los modernistas que ocupan el Vaticano.
Sería una forma más rápida de obtener esa protección anhelada.
Ah, pero Mons. Fellay
busca otra cosa. Él no quiere la protección de Dios (como dijo eran las falsas “excomuniones”).
Él quiere un Protectorado. Él quiere en Francisco a un "Protector".
Si sigue insistiendo lo obtendrá.
Si sigue insistiendo lo obtendrá.