Número CDXVIII (418)
18 de julio de 2015
Papas Conciliares – V
Mons. Williamson
Dios finalmente rescatará Su Iglesia,
por supuesto,
Pero los Católicos deben gritar hasta
quedar roncos.
El “Comentario” de
la semana pasada fue tan lejos como para sugerir que empezar a comprender la
mentalidad liberal es una ayuda importante para mantener la Fe hoy en día.
Viendo cómo el liberalismo disuelve la Verdad, uno comprende cómo él está
socavando la Fe y destruyendo a la Iglesia. Al mismo tiempo, viendo cómo
corrompe las mentes, uno comprende cómo los hombres de Iglesia de hoy están
“diabólicamente desorientados” sin necesariamente estar completamente
conscientes de cómo están destruyendo a la Iglesia. Entonces, uno no necesita
ser ni liberal ni sedevacantista. Así que miremos a otro texto clásico de
Monseñor Lefebvre donde él examina “La Mentalidad Católico-Liberal” en el
Capítulo XVI de Le Destronaron:
“Una enfermedad
del espíritu. Más que una confusión, el catolicismo liberal es una ‘enfermedad
del espíritu’ (Padre A. Roussel en su libro “Liberalismo y
Catolicismo”): El espíritu no consigue sencillamente descansar en la
verdad. Apenas se atreve a afirmar algo, se le presenta la contra-afirmación,
que también se ve obligado a admitir. El Papa Pablo VI fue el prototipo de este
espíritu dividido, de este ser de doble faz – incluso se podía leer esto
físicamente, en su rostro – en perpetuo vaivén entre los contradictorios y
animado de un movimiento pendular, que oscilaba regularmente entre la novedad y
la Tradición. Dirán algunos: ¿esquizofrenia intelectual?
“Creo que el Padre
Clérissac vio más en profundidad la naturaleza de esta enfermedad. Es una ‘falta
de integridad del espíritu’, escribe (Humbert Clérissac, o.p. “El
Misterio de la Iglesia” Cap.7), de un espíritu que no tiene ‘suficiente
confianza en la verdad. Esta falta de integridad del espíritu en las épocas del
liberalismo, se explica del lado psicológico por dos rasgos manifiestos: los
liberales son receptivos y febriles. Receptivos porque asumen con demasiada
facilidad los estados de espíritu de sus contemporáneos; febriles porque por
miedo de contrariar esos diversos estados de espíritu, se encuentran en
continua inquietud apologética; parecen sufrir ellos mismos las dudas que
combaten; no tienen suficiente confianza en la verdad; quieren justificar
demasiado, demostrar demasiado, adaptar o incluso disculpar demasiado’.
“Ponerse en
armonía con el mundo. ¡Disculpar demasiado! ¡Qué expresión
oportuna! Quieren disculpar todo el pasado de la Iglesia: las Cruzadas, la
Inquisición, etc.; en cuanto a justificar y demostrar, lo hacen bien
tímidamente, sobre todo si se trata de los derechos de Jesucristo; pero
adaptar, por cierto que lo hacen, ese es su principio. Parten de un principio
práctico y de un hecho que juzgan innegable: que la Iglesia no podría
concebirse en el ambiente concreto en que debe cumplir su misión divina sin
armonizarse con él”.
Desde el tiempo
del Padre Clérissac y de Monseñor Lefebvre, la disolución de las mentes y de
los corazones por el liberalismo ha solamente hecho grandes avances. En el
siglo 21ero hay aún menos trazas que hayan quedado del antaño
marco de verdad objetiva y de moralidad objetiva que las que había en el siglo
20mo. Esto siendo así, la adaptación de la Iglesia a sus ambientes
deviene más y más mortal para la Fe Católica y para la moral, las cuales no son
nada si no son objetivas. ¡Cuánto hemos tenido que sufrir recientemente a causa
de una mente continuamente alternando afirmaciones con contra-afirmaciones,
continuamente ansiosa por convencer a ambos dos partidos completamente opuestos
el uno al otro, para reconciliar lo irreconciliable, careciendo no solamente de
confianza en la verdad sino incluso, tal como parece, de cualquier conocimiento
de la verdad, si no fuera que esta mente puede hacer una tan buena imitación de
la verdad! Tal mente se decía ayer que pertenecía a un “mentiroso”. ¿Y hoy?
Solamente podemos
gritar como el Salmista: Señor, tus propios Católicos han devenido una burla
para los no Católicos. Por tu propio honor y gloria, ¡apresúrate a rescatarnos!
Kyrie eleison.