UNA JERARQUÍA PARA DOS
IGLESIAS
DOMINICOS DE AVRILLÉ
Le Sel de la Terre n°59,
invierno de 2006-2007
Non
Possumus vuelve a publicar este importante texto de los Dominicos de Avrillé
acerca de la dualidad "Iglesia Católica - iglesia conciliar".
La equivocidad de la expresión "iglesia conciliar" produce confusión. Ella puede entenderse en a lo menos 4 sentidos principales:
Según un primer sentido, la "iglesia conciliar" es la organización de la religión conciliar que coexiste con la Iglesia Católica en el mismo sujeto. Es lo que explican los Dominicos de Avrillé en este texto.
Conforme a un segundo sentido, la "iglesia conciliar" es la Iglesia Católica tal y como es actualmente, decayendo o corrompiéndose (en sus aspectos humanos) por obra de los modernistas que controlan la Iglesia desde el Concilio Vaticano II.
Estos dos primeros sentidos de la expresión "iglesia conciliar" no se excluyen recíprocamente, pero sí excluyen a los dos siguientes.
En un tercer sentido, la "iglesia conciliar" es esa sociedad que el común de la gente identifica erradamente con la Iglesia Católica. La sociedad a cuya cabeza está Francisco y que es conocida en todas partes como "Iglesia Católica", ya no es católica. La verdadera Iglesia Católica existe reducida a dimensiones domésticas e individuales. Este tercer sentido excluye a los otros tres, es sostenido por muchos sedevacantistas, e inclina al sedevacantismo y al cisma.
Según un cuarto sentido, la "iglesia conciliar" es únicamente un mal espíritu (liberal y modernista) existente en la Iglesia Católica. Es lo que sostienen Mons. Fellay, el P. Glaize y los acuerdistas en general. Este cuarto sentido excluye a los otros tres.
En una carta de fecha 25 de junio de 1976 enviada a Monseñor Lefebvre por parte del Papa, Monseñor Giovanni Benelli emplea por primera vez una expresión que se hizo famosa: “La Iglesia Conciliar.” “Si ellos (los seminaristas) son de buena voluntad y seriamente preparados para un ministerio presbiteral en la verdadera fidelidad a la Iglesia Conciliar, nos encargaremos de encontrar la mejor solución para ellos.”
De esta Iglesia conciliar hemos hablado frecuentemente en Le Sel de la Terre, pero no es inútil volver a esta cuestión ya que es tan importante. La cuestión que particularmente queremos abordar aquí es la siguiente: ¿La Iglesia católica y la Iglesia conciliar tienen una misma jerarquía?
ESTADO DE LA CUESTIÓN
Por principio, ¿de dónde partimos? Procuraremos definir las dos Iglesias en cuestión. Lo haremos según las cuatro causas que distingue generalmente la filosofía escolástica.
Una sociedad es un ser moral (en el caso de
la Iglesia Católica, no hay solamente unión moral. También hay unión espiritual
debido a la participación de bienes sobrenaturales (la fe por ejemplo): es una
unión de personas que está unidas por el mismo fin (un mismo bien común) Se
puede distinguir:
-La causa material, son las
personas que están unidas en la sociedad. Diremos que en el caso de la
Iglesia Católica como en el de la Iglesia conciliar, son los bautizados (con un
bautismo válido).
-La causa eficiente es el
fundador de la sociedad: Nuestro Señor Jesucristo en el caso de la Iglesia
Católica, los papas del concilio, en el caso de la Iglesia conciliar. Después
de la ascensión de su fundador, es la autoridad quien continúa haciendo el rol
de causa eficiente y mantiene unida a la sociedad. Actualmente, es esa misma
jerarquía que cumple el rol de causa eficiente para la Iglesia Católica y la
Iglesia conciliar.
-La causa final, es el bien común
buscado por los miembros de la sociedad: en el caso de la Iglesia Católica, el
bien que se busca es la salvación; en el caso de la Iglesia conciliar el bien
que se busca es –más o menos conscientemente- la unidad del género humano (el
ecumenismo en sentido amplio) “Lo que define mejor toda la crisis de la Iglesia
es verdaderamente este espíritu ecuménico-liberal” (Monseñor Lefebvre
conferencia del 4 de abril de 1978).
-La causa formal es la unión
de los espíritus y voluntades de los miembros en la búsqueda del bien común. En
la Iglesia Católica, hay unión de espíritus en una misma profesión de fe
y una unión de voluntades en la práctica de un mismo culto y en la obediencia a
los mismos pastores (por lo tanto a las leyes que ellos establezcan, a saber,
el Derecho canónico). En la Iglesia conciliar, se encuentra también una unión
de espíritus en la aceptación de una misma enseñanza (el Concilio) y unión de
voluntades en la práctica de la nueva liturgia y en la obediencia a las nuevas
directivas de la jerarquía posconciliar (como el nuevo derecho canónico). (Esta
unión de espíritus y de voluntades es mucho menos estricta en la Iglesia
conciliar que en la Iglesia Católica. Basta “aceptar el concilio” y enseguida
cada quien puede hacer lo que quiera).
Podemos definir a la Iglesia católica como la
sociedad de bautizados que buscan salvar sus almas profesando la fe católica, practicando
el mismo culto católico y obedeciendo a los mismos pastores, sucesores de los
Apóstoles.
En cuanto a la Iglesia Conciliar, ella es la
sociedad de bautizados que se someten a las directivas del papa y los obispos
actuales en su voluntad de promover el ecumenismo conciliar y que, por
consecuencia, admiten toda la enseñanza del concilio, practicando la liturgia
nueva y sometiéndose al nuevo derecho canónico.
En estas condiciones, ¿es posible que una
misma jerarquía pueda dirigir las dos sociedades?
OBJECIONES
-Primera objeción: No es posible que
una misma jerarquía dirija dos Iglesias. ¿Se Imaginan que un mismo
patriarca pueda dirigir los coptos católicos y los coptos ortodoxos? Por
lo tanto es impensable imaginarse una jerarquía común a la Iglesia Católica y a
la Iglesia Conciliar.
-Segunda objeción: De hecho, no hay
una jerarquía sino dos. Por un lado están los obispos conciliares que dirigen a
la Iglesia conciliar y del otro los obispos de la Tradición que dirigen la
Tradición, es decir, la Iglesia Católica.
-Tercera objeción: ¿Qué no ven que la
jerarquía de la Iglesia Conciliar es una seudo-jerarquía? El papa no es papa
porque no es católico; en cuanto a los obispos, no son obispos porque el rito
de las consagraciones episcopales no es válido.
[Nosotros agregamos una cuarta
objeción, leída en internet: dice esta objeción: "la
religión del Concilio Vaticano II es una religión específicamente distinta e
incluso opuesta a la católica. Es imposible que la religión conciliar esté
dentro de la Iglesia Católica". Respondemos: la idea es ésta: “la religión
conciliar es una herejía y es imposible que haya herejes dentro de la Iglesia
católica”. Pero la verdad es que se puede profesar la religión conciliar sin
culpa, incurriendo en herejía sólo material, y dado que los bautizados que
incurren en herejía únicamente material no dejan de pertenecer a la Iglesia, se
puede profesar la religión conciliar sin dejar de ser católico o de estar en la
Iglesia Católica. Nota del blog]
ARGUMENTO DE
AUTORIDAD
Nosotros no somos los primeros en afirmar que
las dos Iglesias tienen la misma jerarquía. Se encuentra esta afirmación con la
mayoría de los que han abordado la cuestión antes que nosotros:
“Que haya en el presente
dos Iglesias, con un solo y mismo papa Paulo VI a la cabeza de una y de otra,
nosotros no lo decimos por nada, nosotros no lo inventamos, nosotros
constatamos que es así”. Gustave Corçaõ en la revista
Itineraires de noviembre de 1974, luego el padre Bruckberger en “L’Aurore” del
18 de marzo de 1976 lo han remarcado públicamente: la crisis religiosa no es
como en el siglo XVI de tener para una sola Iglesia dos o tres papas
simultáneamente; ahora es de tener un solo papa para dos Iglesias, la Católica
y la posconciliar […]
El mundo moderno nos presenta un espectáculo
opuesto al del gran cisma de occidente: dos Iglesias con un solo Papa.
El texto más interesante es el del padre
Julio Meinvielle. Data de 1970: es el primer texto que conocemos sobre esta
materia. El sacerdote argentino escribió –y es la conclusión de su libro
magistral “De la Cábala al progresismo”:
“Un mismo Papa presidiría
ambas Iglesias, que aparente y exteriormente no sería sino una. El Papa, con
sus actitudes ambiguas daría pie para mantener el equívoco. Porque, por una
parte, profesando una doctrina intachable, sería la cabeza de la Iglesia de las
Promesas. Por otra parte, produciendo hechos equívocos y aún reprobables,
aparecería como alentando la subversión y manteniendo la Iglesia gnóstica de la
Publicidad.
La eclesiología no ha
estudiado suficientemente la posibilidad de una hipótesis como la que aquí
proponemos. Pero si se piensa bien, la Promesa de asistencia de la Iglesia se
reduce a una asistencia que impida al error introducirse en la Cátedra Romana y
en la misma Iglesia, y además que la Iglesia no desaparezca ni sea destruida
por sus enemigos".
REFLEXION TEOLÓGICA
Nuestro Señor ha prometido que las puertas
del infierno –los poderes infernales- no prevalecerán jamás contra su Iglesia.
Por lo tanto ella es indefectible: ella debe continuar hasta el fin de los
tiempos a proponer a las almas de buena voluntad los medios de salvación, a
saber: la sana doctrina, sacramentos válidos, el santo Sacrificio de la Misa,
una auténtica vida espiritual. Todo esto supone que la jerarquía católica
durará hasta el fin del mundo y podrá- al menos para los que verdaderamente lo
desean, cumplir con su rol que consiste en conducir las almas al cielo.
Más aún, Nuestro Señor también ha anunciado
que su segunda venida sería precedida de una “tribulación tal que no la ha
habido desde el principio del mundo hasta ahora, y no habrá otra.” (Mt. 24,21)
Esta tribulación será acompañada de un descenso de la fe al punto que Nuestro
Señor se pregunta si encontraría todavía fe sobre la tierra en el momento de su
segunda Venida (Lc. 18.8) Esta apostasía está predicha por san Pablo (II Tes.
3,4) y Santo Tomás de Aquino explica comentando este versículo, que los pueblos
cristianos se emanciparán de la fe de la Iglesia Romana. Esto parece indicar
bien que una buena parte de la jerarquía será infiel a su misión.
En el tiempo que precede a la Venida de
Nuestro Señor, el sol y la luna no iluminarán más (Mt 18,8), lo que, en el
sentido simbólico, significa que la Iglesia y la sociedad cristiana perderán su
influencia.
RESPUESTAS A LAS
OBJECIONES.
Podemos ahora responder a las objeciones
contra la posibilidad de una única jerarquía para las dos “Iglesias”.
-El error de la primera objeción es
el de imaginar a la iglesia conciliar como una sociedad que impone formalmente
el cisma o la herejía, tal como una iglesia ortodoxa o una comunión
protestante. Si yo me adhiero a la iglesia anglicana, por ejemplo, soy
formalmente cismático, es decir, hereje y ya no formo parte de la Iglesia
católica.
Pero yo puedo ser conciliar –es decir, para
simplificar, ecumenista- conservando la fe católica. Sin duda que pongo mi fe,
y la de otros, en peligro. Pero no abjuro de ella enseguida.
Es por eso que los miembros de la jerarquía,
desde el momento en que no llevan sus errores al punto de renegar de la fe
católica, siguen siendo miembros de la jerarquía católica, incluso cuando son
conciliares.
Lo que concedemos al objetante, es que los
obispos de la Tradición no forman parte de la iglesia conciliar.
-Contrariamente a lo que declara la segunda
objeción, los obispos conciliares y los obispos de la Tradición no
constituyen dos jerarquías. Monseñor Lefebvre, al consagrar los obispos el 30
de junio de 1988, protestó contra la idea de establecer otra jerarquía.
No hay más que una jerarquía, teniendo en su cabeza al papa y bajo él a todos
los obispos católicos (comprendidos los de la Tradición).
Cuando un sacerdote de la Tradición celebra
la santa Misa, nombra en el canon a los miembros de la jerarquía: el papa y el
obispo del lugar.
Lo que da una apariencia de verdad a la
objeción, es que el papa y los obispos actuales, muy frecuentemente, actúan
como representantes de la iglesia conciliar: en esta cualidad -cuando promueven
los nuevos sacramentos, el nuevo catecismo etc.- los buenos católicos, con
razón, no los obedecen.
-En cuanto a la tercera objeción,
esta reposa en afirmaciones gratuitas, como lo hemos explicado muchas veces en
esta revista. Nadie ha aportado jamás la prueba decisiva de que el papa no sea
papa, ni que los obispos actuales sean consagrados con un rito inválido. Hay
que tenerlos -a falta de prueba en contrario- por representantes de la
jerarquía, resistiéndoles cuando utilicen su posición para imponer los errores
conciliares.
ANEXO SOBRE LA IGLESIA
CONCILIAR
Monseñor Lefebvre:
Un tiempo después de haber recibido la carta
de Monseñor Benelli, el 29 de julio, Monseñor Lefebvre comentó también esta
expresión de “iglesia conciliar”:
"¡Nada más claro! De
ahora en adelante, es a la iglesia conciliar a quien hay que obedecer y ser
fiel, ya no a la Iglesia católica. Ese es precisamente todo nuestro problema.
Nosotros estamos suspendidos a divinis por la iglesia conciliar, y para la
iglesia conciliar, de la cual nosotros no queremos formar parte.
Esta iglesia conciliar es
una iglesia cismática, porque ella rompe con la Iglesia católica de siempre.
Tiene sus nuevos dogmas, su nuevo sacerdocio, sus nuevas instituciones, su
nuevo culto ya condenado por la Iglesia en repetidos documentos oficiales y
definitivos.
Es por eso que los
fundadores de la iglesia conciliar insisten tanto sobre la obediencia hoy en
día, haciendo abstracción de la Iglesia de ayer, como si ella ya no existiera.
(…)La iglesia que afirma
semejantes errores, es a la vez cismática y herética. Esta iglesia conciliar no
es, por lo tanto, católica. En la medida en que el papa, los obispos,
sacerdotes o fieles se adhieran a esta nueva iglesia, ellos se separan de la
Iglesia católica. La iglesia de hoy no es la verdadera Iglesia más que en la
medida que ella continúe en unidad con la Iglesia de ayer y de siempre.
La norma de la fe católica es la Tradición".
Otras citas de Monseñor Lefebvre:
"De este concilio
nació una nueva iglesia reformada que el mismo Monseñor Benelli llama la
iglesia conciliar.
Es muy fácil pensar que
cualquiera que se oponga al concilio, su nuevo evangelio, será considerado como
fuera de la comunión de la Iglesia. Podemos preguntarles ¿de qué Iglesia? Ellos
responden: de la iglesia conciliar. (Yo acuso al Concilio, pág. 7)
Este concilio representa,
tanto a los ojos de las autoridades romanas como a los nuestros, una nueva
iglesia que ellos llaman “la iglesia conciliar”. (…)
Todos lo que cooperan en la
aplicación de esta alteración, aceptan y se adhieren a esta nueva iglesia
conciliar, como la designó Monseñor Benelli en la carta que me envió de
parte del Santo Padre, el pasado 25 de junio (1976), entran en el
cisma" (Un
Obispo Habla, págs. 97 y 98).
"La nueva misa, como
la nueva iglesia conciliar, está e ruptura profunda con la Tradición y el
magisterio de la Iglesia. Es una concepción más protestante que católica que
explica todo lo que está indebidamente exaltado y todo lo que ha sido
disminuido (…) La reforma litúrgica de estilo protestante es uno de los más
grandes errores de la iglesia conciliar y uno de los más ruinosos de la fe y de
la gracia" (Carta Abierta al
Papa, suplemento n° 37 de Fideliter, enero-febrero de 1984, pág.10).
"Los católicos que se
asombran del lenguaje nuevo utilizado por la iglesia conciliar, tienen la
ventaja de saber que éste no es nuevo, que Lamennais, Fuchs, Loisy lo emplearon
desde hace un siglo, y que ellos mismos no hicieron más que reunir todos los
errores que corrieron en el curso de los siglos" (Carta abierta a los Católicos Perplejos, cap. 16).
"El cardenal Ratzinger
se esfuerza una vez más en dogmatizar el Vaticano II. Nos enfrentamos a
personas que no tienen ninguna noción de la Verdad. Estaremos cada vez más
forzados a actuar considerando esta nueva iglesia conciliar como ya no católica" (Carta de Monseñor Lefebvre a Jean Madiran, el 29 de enero de
1986).
"Louis Veuillot dijo:
“Dos poderes viven y están en guerra en el mundo: La Revelación y la
Revolución”. Hemos escogido conservar la revelación mientras la iglesia
conciliar escogió la Revolución. La razón de nuestros veinte años de combate
está en esta elección" (Conferencia
en Ecône en septiembre de 1986, Fideliter 55, pág. 18).
"Como es éste espíritu
de diálogo liberal que es inculcado desde el concilio a los sacerdotes y
misioneros, comprendemos por qué la iglesia conciliar ha perdido completamente
su celo misionero, el espíritu mismo de la Iglesia" (Le han destronado, pág. 104).
(…) "Esperando que
ustedes puedan realizar mi deseo de una revista que destruya los errores del
concilio y de la iglesia conciliar profesados cada vez más abiertamente por el
papa y la curia romana, sacando a la luz la doctrina católica. Ahora nos
enfrentamos con los asesinos de la fe católica, sin ninguna
vergüenza" (Carta de
Monseñor Lefebvre al padre prior de Avrillé, 7 de enero de 1991).
Terminemos con un extracto del sermón de
Monseñor Lefebvre el 30 de junio de 1988, durante la consagración de los cuatro
obispos:
"Pienso que vuestros
aplausos de hace unos momentos eran una manifestación espiritual que traducían
vuestra alegría por tener al fin obispos y sacerdotes católicos que salven
vuestras almas, que den a vuestras almas la vida de Nuestro Señor Jesucristo,
mediante la doctrina, los sacramentos, la fe y el Santo Sacrificio de la Misa. La vida de Nuestro Señor, de la que tenéis necesidad para ir al Cielo,
está desapareciendo por todas partes en esta iglesia conciliar. Sigue unos
caminos que no son los caminos católicos. Sencillamente conducen a la
apostasía. (…)
Si estoy en el error, si
enseño errores, está claro que se me debe traer de nuevo a la verdad, de
acuerdo con los que me envían este protocolo para ser firmado reconociendo yo
mis errores. Como si me dijesen: si reconoce sus errores, le ayudamos para que
vuelva a la verdad. ¿Qué verdad es ésta, según ellos, sino la verdad del
Vaticano II, la verdad de esta Iglesia conciliar? Por tanto es cierto que para
el Vaticano la única verdad que existe hoy es la verdad conciliar, el espíritu
del Concilio, el espíritu de Asís. Esa es la verdad de hoy. Y eso no lo
queremos por nada del mundo".
Otras citas:
No fue Monseñor Lefebvre el único en utilizar
esta expresión. El Padre Calmel, en 1971, hablaba de la falsa iglesia
posconciliar.
"La falsa iglesia que
vemos entre nosotros desde el curioso concilio Vaticano II, se aleja
sensiblemente, año con año, de la Iglesia fundada por Jesucristo. La falsa
iglesia posconciliar se divide cada vez más de la Santa Iglesia que salva las
almas desde hace veinte siglos. La seudo-iglesia en construcción se divide cada
vez más de la Iglesia verdadera, la única Iglesia de Cristo, por las innovaciones
más extrañas, tanto en la constitución jerárquica como en la enseñanza de la
moral".
Bajo expresiones análogas, encontramos la
misma noción en Gustave Corçaõ, en 1974 y 1978:
"Este desorden que
reina en el cristianismo, se amplifica día con día, y nos deja en una situación
única en la historia después de la santa natividad de Nuestro Señor: ¡nosotros
ya no sabemos dónde está nuestra Iglesia! Por los signos visibles, tenemos una
idea de pesadilla: el mundo modernos nos presenta un espectáculo opuesto al del
gran Cisma de Occidente: dos Iglesias con un solo papa.
Mi convicción firme y
tenaz, tantas veces sostenida aquí y en todas partes, es que entre la religión
católica profesada hace algunos años en todo el mundo católico y esta religión
impuesta abiertamente al siglo como “nueva”, “progresista”, “evolutiva”, existe
una diferencia de especie o diferencia por alteridad. Tenemos actualmente dos
iglesias, gobernadas y servidas por una misma jerarquía: la Iglesia católica de
siempre y la otra.
(…)
Note bien, estimado lector,
que cuando le doy a esta “otra” el nombre de iglesia posconciliar, no es de
ninguna manera para insinuar en los espíritus la idea infeliz de que después
del concilio la Iglesia de Jesucristo se transformó al punto de quedar irreconocible,
ni que los fieles de buena doctrina católica deban someterse por pura
disciplina a esta nueva forma visible de la Iglesia, en la cual la mayoría de
sus predicaciones y nuevas enseñanzas son radicalmente extranjeras y algunas
veces opuestas a la doctrina católica. No. La Iglesia Católica, Apostólica y
Romana continúa existiendo en el mundo después del concilio sometida a duras
pruebas, pero siempre fiel en la conservación del depósito sagrado.
Si el lector me pide
algunas diferencias esenciales que separan a estas dos religiones, respondo:
una diferencia de espíritu, una diferencia de doctrina, una diferencia de culto
y una diferencia de moral. ¿Cómo llegué a forjarme una convicción tan
espantosa? Pues bien, como todos los católicos que la comparten conmigo: por
años de sufrimiento y de reflexión. Confrontamos primero los nuevos textos, las
nuevas alocuciones, las nuevas publicaciones pastorales con la doctrina
enseñada hasta… antier. Comenzando por los textos salidos de los escalones más
altos, cuyo examen doloroso nos fuerza a concluir que ellos están inspirados
por otro espíritu y enraizados en otra doctrina".
En 1976, en el Supplement-Voltigeur de
la revista Itineraires, Jean Madiran escribió:
"¿FUERA DE QUÉ IGLESIA?
En su discurso al
consistorio del 24 de mayo (1976), donde Monseñor Lefebvre es nombrado muchas
veces, Paulo VI (…) lo acusa de “ponerse fuera de la Iglesia”.
Pero ¿fuera de cuál
Iglesia? Hay dos. Y Paulo VI no ha renunciado a ser el papa de estas dos Iglesias
simultáneamente. En estas condiciones, “fuera de la Iglesia” resulta equívoco y
no zanja nada.
Que haya en la actualidad
dos Iglesias con un solo y mismo Paulo VI a la cabeza de una y de la otra, no
lo inventamos, constatamos que es así.
Algunos episcopados que se
declaran en comunión con el papa, y que el papa no rechaza su comunión, han
salido objetivamente de la comunión católica (…) Sí, pero prevaricadores,
desertores, impostores, Paulo Vi sigue siendo su cabeza sin desaprobarlos ni
corregirlos, los conserva en su comunión, él preside esta iglesia también
(...).
Si el concilio ha sido
interpretado constantemente como lo ha sido, es con el consentimiento activo o
pasivo de los obispos en comunión con el papa. Así se constituyó una iglesia
conciliar, diferente de la Iglesia Católica. (…)
Hay dos Iglesias bajo Paulo
VI. No ver que son dos, o no ver que son completamente diferentes una de la
otra, o no ver que Paulo VI hasta ahora preside una y otra, es la ceguera, y en
ciertos casos puede ser una ceguera invencible. Pero habiéndolo visto y no
decirlo sería la complicidad de su silencio y una anomalía monstruosa.
Gustave Corçaõ en la
revista Itineraires de noviembre de 1974, luego el Padre Bruckberger en
L’Aurore del 18 de marzo de 1976, lo expresaron públicamente: La crisis
religiosa ya no es como en el siglo XVI, cuando se tuvo una sola Iglesia y dos
o tres papas simultáneamente: Hoy es tener un solo papa para dos Iglesias, la
católica y la posconciliar" (...)
El Padre Meinvielle, en 1970, hablaba de
la Iglesia de la publicidad para designar lo que llamamos la
iglesia conciliar: pero él describe muy bien la situación actual, de una misma
jerarquía gobernando dos Iglesias:
"No hace falta mucha
sagacidad para ver que desde hace cinco siglos el mundo se está conformando a
la tradición cabalística-El mundo del Anticristo se adelanta velozmente. Todo
concurre a la unificación totalitaria del hijo de la perdición. De aquí también
el éxito del progresismo. El cristianismo se seculariza o se ateíza.
Cómo se hayan de cumplir, en esta edad cabalística, las promesas de asistencia del Divino Espíritu a la Iglesia y cómo se haya de verificar el portae in feri non prevalebunt, las puertas del infierno no han de prevalecer, no cabe en la mente humana. Pero así como la Iglesia comenzó siendo una semilla pequeñísima (1), y se hizo árbol y árbol frondoso, así puede reducirse en su frondosidad y tener una realidad mucha más modesta. Sabemos que el mysterium iniquitatis ya está obrando (2); pero no sabemos los límites de su poder. Sin embargo, no hay dificultad en admitir que la Iglesia de la publicidad pueda ser ganada por el enemigo y convertirse de Iglesia Católica en Iglesia gnóstica. Puede haber dos Iglesias, la una la de la publicidad, Iglesia magnificada en la propaganda, con obispos, sacerdotes y teólogos publicitados, y aun con un Pontífice de actitudes ambiguas; y otra, Iglesia del silencio, con un Papa fiel a Jesucristo en su enseñanza y con algunos sacerdotes, obispos y fieles que le sean adictos, esparcidos como "pusillus grex" por toda la tierra. Esta segunda sería la Iglesia de las promesas, y no aquella primera, que pudiera defeccionar. Un mismo Papa presidiría ambas Iglesias, que aparente y exteriormente no sería sino una. El Papa, con sus actitudes ambiguas, daría pie para mantener el equívoco. Porque, por una parte, profesando una doctrina intachable sería cabeza de la Iglesia de las Promesas. Por otra parte., produciendo hechos equívocos y aun reprobables, aparecería corno alentando la subversión y manteniendo la Iglesia gnóstica de la Publicidad.
La eclesiología no ha estudiado suficientemente la posibilidad de una hipótesis como la que aquí proponernos. Pero si se piensa bien, la Promesa de Asistencia dé la Iglesia se reduce a una Asistencia que impida al error introducirse en la Cátedra Romana y en la misma Iglesia, y además que la Iglesia no desaparezca ni sea destruida por sus enemigos".
Cómo se hayan de cumplir, en esta edad cabalística, las promesas de asistencia del Divino Espíritu a la Iglesia y cómo se haya de verificar el portae in feri non prevalebunt, las puertas del infierno no han de prevalecer, no cabe en la mente humana. Pero así como la Iglesia comenzó siendo una semilla pequeñísima (1), y se hizo árbol y árbol frondoso, así puede reducirse en su frondosidad y tener una realidad mucha más modesta. Sabemos que el mysterium iniquitatis ya está obrando (2); pero no sabemos los límites de su poder. Sin embargo, no hay dificultad en admitir que la Iglesia de la publicidad pueda ser ganada por el enemigo y convertirse de Iglesia Católica en Iglesia gnóstica. Puede haber dos Iglesias, la una la de la publicidad, Iglesia magnificada en la propaganda, con obispos, sacerdotes y teólogos publicitados, y aun con un Pontífice de actitudes ambiguas; y otra, Iglesia del silencio, con un Papa fiel a Jesucristo en su enseñanza y con algunos sacerdotes, obispos y fieles que le sean adictos, esparcidos como "pusillus grex" por toda la tierra. Esta segunda sería la Iglesia de las promesas, y no aquella primera, que pudiera defeccionar. Un mismo Papa presidiría ambas Iglesias, que aparente y exteriormente no sería sino una. El Papa, con sus actitudes ambiguas, daría pie para mantener el equívoco. Porque, por una parte, profesando una doctrina intachable sería cabeza de la Iglesia de las Promesas. Por otra parte., produciendo hechos equívocos y aun reprobables, aparecería corno alentando la subversión y manteniendo la Iglesia gnóstica de la Publicidad.
La eclesiología no ha estudiado suficientemente la posibilidad de una hipótesis como la que aquí proponernos. Pero si se piensa bien, la Promesa de Asistencia dé la Iglesia se reduce a una Asistencia que impida al error introducirse en la Cátedra Romana y en la misma Iglesia, y además que la Iglesia no desaparezca ni sea destruida por sus enemigos".
(1) Mi., 13, 32.
(2) 2
Tes., 2, 7