“Nuestra intención dice: ‘Rogar por
la conversión de los que injurian a Dios’, y reflexionando sobre ella, hemos llegado
a un punto que parece más cerca de la inquisición que de la conversión. No es
así, sin embargo. Es que los que han llegado a cierta clase de pecado no se
convierten con cualquier clase de sermones, ni siquiera con cualquier clase de
oraciones. Por eso arriba hemos nombrado el martirio. No obra en ellos el
sermón de palabra, sino solamente el sermón de obra. Cristo sabía
perfectamente, cuando arrojó a los mercaderes del templo, que con un látigo El
no iba a derrotar a los soldados de Caifás ni a la legión de Pilatos; pero
sabía también que era parte de su misión hacer aquel gesto de indignación en
defensa de la honra de su Padre y después sostener con su vida la autoridad de
aquel gesto. Y eso es lo que hacían los mártires cuando volteaban un ídolo y después
se dejaban atar para las fieras. No hay Cruzada verdadera sin la opción del
martirio; y éste es un pensamiento absolutamente necesario para hoy, en que
varios movimientos de espada se adjudican el nombre de Cruzada. San Pedro tenía
espada y le cortó la oreja a Malco; pero después fue y negó a Cristo, a pesar
de sus buenas intenciones, solamente porque teniendo, en efecto, alma de
Cruzado, no había en su alma preparación de mártir. Se había dormido durante la
Oración”.
Padre Leonardo Castellani. Los que
injurian a Dios, “Cristo ¿vuelve o no
vuelve?”.