Número
CCCLXIX (369)
09
de agosto de 2014
¿ISRAELITAS, ISRAELÍES?
Mons. Williamson
Aceptemos
entonces (CE 368) que las órdenes de Dios Todopoderoso de exterminar ciertos
pueblos en el Antiguo Testamento (por ejemplo I Sam.XV) han sido un acto de
justicia y de misericordia para los paganos mismos y un acto también destinado
a ayudar a los israelitas en la preparación de la cuna para el Dios Encarnado,
Nuestro Señor Jesucristo, para cuando El viniera varios siglos más tarde. Esta
cuna, los israelitas sí la han efectivamente provisto, particularmente con la
Santísima Virgen María para con la cual toda la raza humana tiene una deuda sin
límites de gratitud. Si alguno de nosotros llega al Cielo, será solamente por
su intercesión.
Entonces,
¿qué conexión puede existir entre esos judíos a través de los cuales viene la
salvación (Jn. IV, 22) y el conjunto de los judíos de hoy que están masacrando
a Palestina o que apoyan moralmente o financieramente la masacre? La mayoría de
los judíos de hoy, siendo judíos askenazis, bien pueden no ser descendientes
por la sangre de Abraham, pero sea como sea, ellos han seguramente absorbido a
través del Talmud, el libro sagrado del Judaísmo post-cristiano, lo que Nuestro
Señor llamó “la levadura de los fariseos y de los saduceos” (Mt. XVI, 11), para
significar el espíritu de sus acérrimos enemigos que lo crucificaron y que han
combatido su Iglesia desde entonces. ¿Y cómo este Pueblo Elegido ha podido
alistarse consistentemente entre sus peores enemigos? (Si la sola pregunta
parece “antisemita”, uno debe recordar que la verdad es buena mientras que el
“antisemitismo” es malo, de tal manera que nada verdadero puede ser
“antisemita” y nada “antisemita” puede ser verdadero. Lo que sigue es la
verdad, y no tiene de ninguna manera algo que ver con el así llamado
“antisemitismo”).
En
primer lugar si el Pueblo Elegido se volvió contra su Dios, el problema puede
parecer cronológico, pero en el fondo no lo es. A lo largo del Antiguo
Testamento hubo israelitas que se volvieron en contra de Dios, por ejemplo los
adoradores del becerro de oro o los judíos exilados en Babilonia. Dios tuvo que
castigar a menudo a su propio pueblo “de dura cerviz” y rebelde. Del mismo modo
desde el principio del Nuevo Testamento hasta nuestros propios días hubo siempre
convertidos judíos célebres, como San Pablo que era tan judío como se puede
serlo (cf.Rom.IX, 1–5; II Cor.XI,21–22; Fil.III,4–6). La diferencia entre
israelitas e israelíes es la misma diferencia que hubo siempre entre los de
cualquier raza que aman a Dios y los que se rebelan contra Él. La verdadera
línea judeo-cristiana se extiende desde Abel pasando, por ejemplo, por Abraham,
Moisés, David y la Madre de Dios hasta la Iglesia católica. La falsa línea
judeo-cristiana pero verdadera línea judeo-masónica se extiende desde el
maldito Caín pasando, por ejemplo, por los que mataban a los profetas de Dios
hasta Anás y Caifás y la masonería moderna que fue creada por judíos y que está
todavía controlada por ellos con el propósito de luchar contra la Iglesia católica,
aun cuando muchos masones desconozcan este hecho.
Muy
bien, pero ¿no es el contraste entre israelitas e israelíes particularmente
agudo? Sí, porque como dice el viejo refrán, “Cuanto más alto se está, más dura
es la caída”. Una vez que el Pueblo Elegido se hubo rehusado a ser el servidor
particular de Dios, como lo hicieron ampliamente desde la Encarnación en
adelante, ellos estaban destinados a volverse los servidores particulares del
Diablo. Para ellos no podía haber nada intermedio. Y, ¿qué había detrás de este
rechazo? En una sola palabra: soberbia. En lugar de utilizar los dones
especiales que Dios les proporcionó para Su gloria, ellos los desviaron para
servir a su propia gloria. Antes que viniera su Mesías, se pusieron a
concebirlo de una manera errónea como su salvador material en lugar de
espiritual, de tal manera que cuando El vino, ellos rehusaron reconocerlo, y
desde entonces lo combaten por haber reemplazado su religión mosaica
racialmente exclusiva por la religión Católica racialmente inclusiva, abierta a
todas las razas.
Y,
¿qué pueden hacer los Católicos para resistir a la dominación material de los
antiguamente Elegidos arrolladora todo alrededor nuestro? Materialmente, casi
nada, pero una sola alma rezando espiritualmente y sinceramente para que venga
el Reino de Dios y para que se haga Su voluntad, puede hacer que Dios desplace
montañas materiales, un juego de niños para Dios. El solamente permite esta
dominación judía para traernos de vuelta a Él.
Kyrie
eleison.