“¿A qué adular al
pobre? No, deja que la melosa lengua lama la pompa estúpida, y que los goznes
de la servil rodilla se doblen allí donde el lucro pueda seguir a la lisonja”
(William Shakespeare, Hamlet, Esc. II, Act. III)
La
nueva declaración
de Menzingen sobre la consagración episcopal de Mons. Faure se propone
convencer a los fieles de la FSSPX de que, mientras que las consagraciones
episcopales de 1988 fueron un acto de prudencia, la del 2015 es un acto de
imprudencia. Que aquella fue meditada y esta es precipitada. Que aquella fue
madurada y esta es impulsiva. Que aquella se basó en certezas y esta se basa en
dudas. En definitiva, que aquella se justificaba y esta no.
En
fin, el argumento esgrimido se aplica mal y falsamente, porque hay un doble
criterio: se juzga las consagraciones de 1988 con respecto a Roma, y la
consagración del 2015 con respecto a la propia FSSPX. Aquella fue favorable a
la FSSPX y por lo tanto también a la Iglesia. Esta de ahora es “contraria” a la
FSSPX y por lo tanto contraria a la Iglesia. La inconsistencia de la
argumentación de Menzingen es notable, como se indica en el artículo de Non Possumus sobre la misma.
Menzingen
actúa contradictoriamente. Veamos lo siguiente: si en 1988 había estado de
necesidad por la situación desastrosa de la Iglesia debido a sus destructoras autoridades
modernistas, la realidad de la Iglesia en 2015 lejos de haber mejorado, es notoriamente
peor. Por lo tanto el estado de necesidad no ha cesado. La misma Neo-FSSPX
admite que existe un estado de necesidad, en su primer comunicado contra la
reciente consagración, de otro modo no podría justificar su accionar fuera de
la estructura romana conciliar.
Pero,
si persiste el estado de necesidad en la Iglesia, ¿por qué entonces no pueden
consagrarse nuevos obispos enteramente católicos? Ah, la respuesta de Menzingen
es: porque estamos nosotros, que somos quienes representamos la Tradición y ya la
aseguramos frente al estado de necesidad. La Iglesia en 1988 tenía sólo dos
obispos íntegramente católicos y ancianos (Mons. Lefebvre y Mons. de Castro
Mayer), la Iglesia hoy tiene tres obispos íntegramente católicos y no ancianos
(Mons. Fellay, Mons. De Galarreta y Mons. Tissier). Este podría ser el argumento
final de Menzingen. Ahora bien, suponiendo que los obispos de la Fraternidad no
estuvieren inclinados hacia el liberalismo y en busca del acuerdo con Roma,
suponiendo que fueran entera y perfectamente católicos, ¿sería esto suficiente
para la situación de crisis catastrófica que se vive hoy? Si la respuesta es
sí, entonces nos están diciendo que las cosas están mejor hoy que entonces,
porque en 1991 también obispos de la FSSPX hicieron una consagración episcopal.
Si la respuesta es no, entonces se justifica plenamente la reciente
consagración episcopal.
Si,
como se ha podido comprobar,
los tres obispos actuales de la FSSPX son claudicantes, entonces eso torna las
cosas más oscuras.
Pero,
¿acaso la renuncia de Benedicto, el pontificado de Francisco, el reciente
sínodo de la familia, entre otras cosas, no demuestran que las cosas se van
poniendo de peor en peor? ¿Y los ruidos de guerra que se escuchan, los
conflictos que amenazan con despedazar Occidente, la persecución masiva de
cristianos en el mundo, el avance de la impiedad y la idolatría diabólicas,
todo eso no cuenta? Entonces, si la FSSPX creyó necesario consagrar un obispo
en 1991 (y entonces quedaron cinco), ¿por qué en 2015, cuando las cosas
empeoran precipitadamente, les parece innecesario consagrar obispos, y es
suficiente con tres?
Pero
además, si Menzingen quisiera el bien de la Iglesia católica, ¿por qué habría
de molestarle que haya más obispos católicos? ¿No debería eso más bien
alegrarle? Ah no, para la Neo-FSSPX, los dos obispos de la Resistencia son “sedevacantistas”,
y por lo tanto probablemente “cismáticos”. Desde luego, con eso pretende
mantener pulcra su “imagen” ante Roma.
Si
hay estado de necesidad, tal estado demanda medidas tendientes a suplir lo que
las autoridades no realizan en orden a la salvación de las almas. ¿Por qué tal
estado de necesidad no debería permitir la consagración de obispos católicos y
sí debería permitir la acción de la FSSPX? ¿Entonces el estado de necesidad es
mitigado? Sin embargo el mismo comunicado de DICI afirma: En una carta de fecha 8
de julio de 1987, Mons. Lefebvre escribió al cardenal Ratzinger: “Una voluntad
permanente de destrucción de la Tradición es una voluntad suicida que autoriza,
por su mismo hecho, a los verdaderos y fieles católicos a tomar todas las
iniciativas necesarias para la supervivencia y salvación de las almas” Y
dice también que “todo obispo debe usar
su episcopado para la salvación de las almas y del bien común de la Iglesia, lo
que puede implicar la transmisión del sacerdocio y del episcopado, incluso
cuando la autoridad suprema de la Iglesia se oponga a ello de manera injusta”. Siendo
esto así, volvemos a preguntar: ¿por qué Menzingen condena la nueva
consagración episcopal?
Su
respuesta es: tal medida no era necesaria “para
la supervivencia y salvación de las almas”. Pero entonces, esto querría
decir que ya no es como decía Mons. Lefebvre que hay “una voluntad permanente de destrucción de la Tradición, que es una
voluntad suicida” la cual justifica medidas extremas. Sin decirlo,
Menzingen está afirmando que las cosas ya no son así, de lo contrario no
debería censurar la consagración episcopal. De ningún modo hasta el presente ha
dado una clara justificación de su condena, sino que se ha basado
fundamentalmente en el “sedevacantismo” que sería consecuencia de un “espíritu
cismático” de Mons. Williamson y Mons. Faure. Eso sí: sin prueba alguna.
En
este segundo comunicado, además, dedicado a los fieles de la FSSPX, Menzingen,
sin asomo de crítica a las actuales autoridades romanas, da a entender que es la FSSPX quien da los medios de
salvación, y por lo tanto es ella quien asegura la continuidad de la Tradición.
Pero
aquí encontramos otra contradicción. La FSSPX ha hecho difusión de sus
intenciones caritativas y apostólicas en muchas oportunidades, por ejemplo
cuando aceptó que les levantaran unas excomuniones que consideraba nulas, con
la intención de que más personas pudieran acercarse a sus capillas y obtener así
la misa y sacramentos católicos. Ahora bien, si aceptó tal medida incoherente
–que contradecía su postura de siempre y confundía a muchos- basada en ampliar
el alcance de los medios de salvación para muchos más fieles, ¿por qué no
acepta ahora una consagración que redundará en la ampliación del apostolado católico
y los bienes espirituales de la Iglesia para más fieles? Ah, no, dice la
Neo-FSSPX, lo que pasa es que la Resistencia no reconoce a Roma, es
sedevacantista. Lo curioso es que todos los sedevacantistas del mundo critican
furiosamente a los dos obispos de la Resistencia, por no ser sedevacantistas. ¿Enseña
la Resistencia doctrinas heréticas? No. ¿Pretende formar una nueva Iglesia? No.
Sólo hace lo que hacía Mons. Lefebvre, distinguir entre la Roma eterna y la
Roma modernista que se opone a la primera. Y continuar el combate de la fe.
Pero según Menzingen es sedevacantista. ¿En qué se basa para afirmar esto? En
nada. Hasta aquí llega la argumentación de Menzingen, y en esto desemboca, en
nada. Por eso a la acusación de sedevacantismo, ahora suma una nueva, también
subjetiva: la de una “loca precipitación” por parte de Mons. Williamson para realizar la consagración. Parece que una mañana despertó con ganas de hacer un
poco de ruido y entonces decidió consagrar al Padre Faure. ¿Quizás en un
próximo comunicado acusen a Mons. Williamson de neo-nazi?
Pero
veamos. Mons. Williamson siempre ha hablado claramente y con todo realismo tanto
de la crisis de la Iglesia como de la crisis y peligros dentro de la FSSPX. Ya
en una entrevista del año 2007 afirmaba estar dispuesto a consagrar obispos si
era necesario. Y lo suyo no eran palabras de ocasión, pour la galerie. Aquí un fragmento de esa entrevista:
(Vaticano II es un pastel envenenado.
Entrevista de Le Rivarol del 12 de
enero de 2007. Reproducida en revista Tradición
Católica N° 210)
¿Dónde ve Vd. a
la Iglesia católica dentro de veinte o treinta años?
El
Nuevo Orden Mundial, al que corresponde la apostasía blanda en la Iglesia,
avanza a pasos de gigante. Pero la Iglesia es indestructible. Por lo tanto,
una de dos: o en cinco, diez o veinte años Dios intervendrá con un castigo
ejemplar para restablecer el orden, o la Iglesia estará gimiendo en las
catacumbas esperando esta intervención. De todos modos, la situación actual
es irrecuperable a través de esfuerzos puramente humanos.
Al prolongarse
la crisis, ¿está Vd. dispuesto a consagrar obispos sin mandato pontificio?
Sí.
Pero espero que no sin la prudencia requerida por todas las circunstancias.
Tratándose
precisamente de su propio episcopado, ¿se considera Vd. miembro de la Iglesia
docente y del colegio apostólico?
Yo
no formo parte ni de la Iglesia docente conciliar ni del colegio apostólico
conciliar, pero en cambio sí formo parte de la Iglesia docente católica y del
colegio apostólico católico. Y al contrario, los obispos diocesanos conciliares
forman un pastel envenenado en bloque, aunque no en todas sus partes.
Vemos
entonces que Mons. Williamson es simplemente un obispo consecuente con sus
palabras que, entendiendo que las circunstancias extremas lo justificaban, y
tras una larga deliberación, realizó la consagración episcopal de Mons. Faure.
Por lo tanto la acusación de realizar un acto de manera sorpresiva e
irreflexivamente, sin la prudencia requerida, no tiene ningún sostén.
Pero
quizás haya que buscar la causa de toda esta serie de comunicados de condena de
la Neo-FSSPX hacia la consagración episcopal de Mons. Faure, en otro punto que
nos parece clave. ¿Por qué esta censura persistente de parte de Menzingen?
La
respuesta está en la afirmación del comunicado de que la Resistencia tiene la “necesidad
de sustituir a la FSSPX”. Ahí creemos que aparece el meollo de este asunto. Es
sin dudas el orgullo institucional que debe salir a mantener su imagen
victoriosa, su prestigio como “campeona de la Tradición”, primero ante Roma y
luego ante sus propios miembros y adherentes. Primero, dando cuenta de que la
FSSPX no es sedevacantista o cismática como los rebeldes resistentes con los
que ya no tiene ninguna relación ni vínculo. Segundo, dando cuenta a sus fieles
de que la FSSPX no ha dejado de ser la misma de siempre, brindándoles la misa
de siempre y oponiéndose a los errores modernistas de Roma. Para lo primero
miente absolutamente. Para lo segundo miente parcialmente.
La
Neo-FSSPX se siente como Esaú, que perdió la primogenitura de la Tradición por
un plato de lentejas…prometido por Roma.
La
Neo-FSSPX está en una gran apretura. Por un lado teme volver a ser
estigmatizada si se los pone “en la misma bolsa” que los resistentes,
alejándose así de la posibilidad de ser reconocidos por Roma. Por el otro, teme
que el integrismo católico de la Resistencia provoque algún asomo de disidencia
en sus propias filas, pues es claro que lo que ha ocurrido ha puesto más en
evidencia a los traidores de Menzingen que cada vez se descubren más en público
como lo que son.
Con
todo lo cual se ve que no hay en Menzingen amor a la verdad y amor a la
Iglesia, sino amor a sí misma. Por eso como una mujerzuela se pasea buscando
aprobación, primero de Roma, y luego de sus fieles. Se vende como un
politiquero en campaña electoral, con una sonrisa y un discurso acorde para
cada cual. De allí entonces que no bastándole con perseguir a los antiliberales
cuando estaban dentro de sus filas, continúa tal persecución y condena estando
ellos afuera, sumándose así a la iglesia conciliar de la que dice no formar
parte.
Con
“loca precipitación”, Menzingen lanzó su comunicado de condena el mismo día de
la consagración episcopal (¡antes aún que Roma!), pero no porque lo condujera a
ello una “simple duda”, sino por el contrario, porque temían ser asociados
públicamente con tal acto, lo cual saben que podría complicarles su “reconciliación
plena” con Roma. El comunicado de condena ha sido el peor error que ha cometido
Menzingen, porque es con él precisamente que termina de aventar todas las dudas
que pudiera haber hasta entonces sobre su intención de complacer a Roma.
No
habrá firmado un papel con membrete vaticano, pero el espíritu de la Neo-FSSPX
ya le pertenece a la Roma modernista.