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domingo, 5 de abril de 2015

“UNA LOCA PRECIPITACIÓN”



“¿A qué adular al pobre? No, deja que la melosa lengua lama la pompa estúpida, y que los goznes de la servil rodilla se doblen allí donde el lucro pueda seguir a la lisonja”
(William Shakespeare, Hamlet, Esc. II, Act. III)



La nueva declaración de Menzingen sobre la consagración episcopal de Mons. Faure se propone convencer a los fieles de la FSSPX de que, mientras que las consagraciones episcopales de 1988 fueron un acto de prudencia, la del 2015 es un acto de imprudencia. Que aquella fue meditada y esta es precipitada. Que aquella fue madurada y esta es impulsiva. Que aquella se basó en certezas y esta se basa en dudas. En definitiva, que aquella se justificaba y esta no.

En fin, el argumento esgrimido se aplica mal y falsamente, porque hay un doble criterio: se juzga las consagraciones de 1988 con respecto a Roma, y la consagración del 2015 con respecto a la propia FSSPX. Aquella fue favorable a la FSSPX y por lo tanto también a la Iglesia. Esta de ahora es “contraria” a la FSSPX y por lo tanto contraria a la Iglesia. La inconsistencia de la argumentación de Menzingen es notable, como se indica en el artículo de Non Possumus sobre la misma.

Menzingen actúa contradictoriamente. Veamos lo siguiente: si en 1988 había estado de necesidad por la situación desastrosa de la Iglesia debido a sus destructoras autoridades modernistas, la realidad de la Iglesia en 2015 lejos de haber mejorado, es notoriamente peor. Por lo tanto el estado de necesidad no ha cesado. La misma Neo-FSSPX admite que existe un estado de necesidad, en su primer comunicado contra la reciente consagración, de otro modo no podría justificar su accionar fuera de la estructura romana conciliar.

Pero, si persiste el estado de necesidad en la Iglesia, ¿por qué entonces no pueden consagrarse nuevos obispos enteramente católicos? Ah, la respuesta de Menzingen es: porque estamos nosotros, que somos quienes representamos la Tradición y ya la aseguramos frente al estado de necesidad. La Iglesia en 1988 tenía sólo dos obispos íntegramente católicos y ancianos (Mons. Lefebvre y Mons. de Castro Mayer), la Iglesia hoy tiene tres obispos íntegramente católicos y no ancianos (Mons. Fellay, Mons. De Galarreta y Mons. Tissier). Este podría ser el argumento final de Menzingen. Ahora bien, suponiendo que los obispos de la Fraternidad no estuvieren inclinados hacia el liberalismo y en busca del acuerdo con Roma, suponiendo que fueran entera y perfectamente católicos, ¿sería esto suficiente para la situación de crisis catastrófica que se vive hoy? Si la respuesta es sí, entonces nos están diciendo que las cosas están mejor hoy que entonces, porque en 1991 también obispos de la FSSPX hicieron una consagración episcopal. Si la respuesta es no, entonces se justifica plenamente la reciente consagración episcopal.

Si, como se ha podido comprobar, los tres obispos actuales de la FSSPX son claudicantes, entonces eso torna las cosas más oscuras.

Pero, ¿acaso la renuncia de Benedicto, el pontificado de Francisco, el reciente sínodo de la familia, entre otras cosas, no demuestran que las cosas se van poniendo de peor en peor? ¿Y los ruidos de guerra que se escuchan, los conflictos que amenazan con despedazar Occidente, la persecución masiva de cristianos en el mundo, el avance de la impiedad y la idolatría diabólicas, todo eso no cuenta? Entonces, si la FSSPX creyó necesario consagrar un obispo en 1991 (y entonces quedaron cinco), ¿por qué en 2015, cuando las cosas empeoran precipitadamente, les parece innecesario consagrar obispos, y es suficiente con tres?

Pero además, si Menzingen quisiera el bien de la Iglesia católica, ¿por qué habría de molestarle que haya más obispos católicos? ¿No debería eso más bien alegrarle? Ah no, para la Neo-FSSPX, los dos obispos de la Resistencia son “sedevacantistas”, y por lo tanto probablemente “cismáticos”. Desde luego, con eso pretende mantener pulcra su “imagen” ante Roma.

Si hay estado de necesidad, tal estado demanda medidas tendientes a suplir lo que las autoridades no realizan en orden a la salvación de las almas. ¿Por qué tal estado de necesidad no debería permitir la consagración de obispos católicos y sí debería permitir la acción de la FSSPX? ¿Entonces el estado de necesidad es mitigado? Sin embargo el mismo comunicado de DICI afirma: En una carta de fecha 8 de julio de 1987, Mons. Lefebvre escribió al cardenal Ratzinger: “Una voluntad permanente de destrucción de la Tradición es una voluntad suicida que autoriza, por su mismo hecho, a los verdaderos y fieles católicos a tomar todas las iniciativas necesarias para la supervivencia y salvación de las almas” Y dice también que “todo obispo debe usar su episcopado para la salvación de las almas y del bien común de la Iglesia, lo que puede implicar la transmisión del sacerdocio y del episcopado, incluso cuando la autoridad suprema de la Iglesia se oponga a ello de manera injusta”. Siendo esto así, volvemos a preguntar: ¿por qué Menzingen condena la nueva consagración episcopal?

Su respuesta es: tal medida no era necesaria “para la supervivencia y salvación de las almas”. Pero entonces, esto querría decir que ya no es como decía Mons. Lefebvre que hay “una voluntad permanente de destrucción de la Tradición, que es una voluntad suicida” la cual justifica medidas extremas. Sin decirlo, Menzingen está afirmando que las cosas ya no son así, de lo contrario no debería censurar la consagración episcopal. De ningún modo hasta el presente ha dado una clara justificación de su condena, sino que se ha basado fundamentalmente en el “sedevacantismo” que sería consecuencia de un “espíritu cismático” de Mons. Williamson y Mons. Faure. Eso sí: sin prueba alguna.

En este segundo comunicado, además, dedicado a los fieles de la FSSPX, Menzingen, sin asomo de crítica a las actuales autoridades romanas, da a entender  que es la FSSPX quien da los medios de salvación, y por lo tanto es ella quien asegura la continuidad de la Tradición.

Pero aquí encontramos otra contradicción. La FSSPX ha hecho difusión de sus intenciones caritativas y apostólicas en muchas oportunidades, por ejemplo cuando aceptó que les levantaran unas excomuniones que consideraba nulas, con la intención de que más personas pudieran acercarse a sus capillas y obtener así la misa y sacramentos católicos. Ahora bien, si aceptó tal medida incoherente –que contradecía su postura de siempre y confundía a muchos- basada en ampliar el alcance de los medios de salvación para muchos más fieles, ¿por qué no acepta ahora una consagración que redundará en la ampliación del apostolado católico y los bienes espirituales de la Iglesia para más fieles? Ah, no, dice la Neo-FSSPX, lo que pasa es que la Resistencia no reconoce a Roma, es sedevacantista. Lo curioso es que todos los sedevacantistas del mundo critican furiosamente a los dos obispos de la Resistencia, por no ser sedevacantistas. ¿Enseña la Resistencia doctrinas heréticas? No. ¿Pretende formar una nueva Iglesia? No. Sólo hace lo que hacía Mons. Lefebvre, distinguir entre la Roma eterna y la Roma modernista que se opone a la primera. Y continuar el combate de la fe. Pero según Menzingen es sedevacantista. ¿En qué se basa para afirmar esto? En nada. Hasta aquí llega la argumentación de Menzingen, y en esto desemboca, en nada. Por eso a la acusación de sedevacantismo, ahora suma una nueva, también subjetiva: la de una “loca precipitación” por parte de Mons. Williamson para realizar la consagración. Parece que una mañana despertó con ganas de hacer un poco de ruido y entonces decidió consagrar al Padre Faure. ¿Quizás en un próximo comunicado acusen a Mons. Williamson de neo-nazi?

Pero veamos. Mons. Williamson siempre ha hablado claramente y con todo realismo tanto de la crisis de la Iglesia como de la crisis y peligros dentro de la FSSPX. Ya en una entrevista del año 2007 afirmaba estar dispuesto a consagrar obispos si era necesario. Y lo suyo no eran palabras de ocasión, pour la galerie. Aquí un fragmento de esa entrevista:

(Vaticano II es un pastel envenenado. Entrevista de Le Rivarol del 12 de enero de 2007. Reproducida en revista Tradición Católica N° 210)

¿Dónde ve Vd. a la Iglesia católica dentro de veinte o treinta años?

El Nuevo Orden Mundial, al que corresponde la apostasía blanda en la Iglesia, avanza a pasos de gigan­te. Pero la Iglesia es indestructible. Por lo tanto, una de dos: o en cinco, diez o veinte años Dios intervendrá con un castigo ejemplar para resta­blecer el orden, o la Iglesia estará gi­miendo en las catacumbas esperan­do esta intervención. De todos mo­dos, la situación actual es irrecupe­rable a través de esfuerzos pura­mente humanos.

Al prolongarse la crisis, ¿está Vd. dispuesto a consagrar obispos sin mandato pontificio?

Sí. Pero espero que no sin la pru­dencia requerida por todas las circunstancias.

Tratándose precisamente de su propio episcopado, ¿se considera Vd. miembro de la Iglesia docente y del colegio apostólico?

Yo no formo parte ni de la Iglesia docente conciliar ni del colegio apostólico conciliar, pero en cambio sí formo parte de la Iglesia docente católica y del colegio apostólico católico. Y al contrario, los obispos diocesanos conciliares forman un pastel envenenado en bloque, aunque no en todas sus partes.

Vemos entonces que Mons. Williamson es simplemente un obispo consecuente con sus palabras que, entendiendo que las circunstancias extremas lo justificaban, y tras una larga deliberación, realizó la consagración episcopal de Mons. Faure. Por lo tanto la acusación de realizar un acto de manera sorpresiva e irreflexivamente, sin la prudencia requerida, no tiene ningún sostén.

Pero quizás haya que buscar la causa de toda esta serie de comunicados de condena de la Neo-FSSPX hacia la consagración episcopal de Mons. Faure, en otro punto que nos parece clave. ¿Por qué esta censura persistente de parte de Menzingen?

La respuesta está en la afirmación del comunicado de que la Resistencia tiene la “necesidad de sustituir a la FSSPX”. Ahí creemos que aparece el meollo de este asunto. Es sin dudas el orgullo institucional que debe salir a mantener su imagen victoriosa, su prestigio como “campeona de la Tradición”, primero ante Roma y luego ante sus propios miembros y adherentes. Primero, dando cuenta de que la FSSPX no es sedevacantista o cismática como los rebeldes resistentes con los que ya no tiene ninguna relación ni vínculo. Segundo, dando cuenta a sus fieles de que la FSSPX no ha dejado de ser la misma de siempre, brindándoles la misa de siempre y oponiéndose a los errores modernistas de Roma. Para lo primero miente absolutamente. Para lo segundo miente parcialmente.

La Neo-FSSPX se siente como Esaú, que perdió la primogenitura de la Tradición por un plato de lentejas…prometido por Roma.

La Neo-FSSPX está en una gran apretura. Por un lado teme volver a ser estigmatizada si se los pone “en la misma bolsa” que los resistentes, alejándose así de la posibilidad de ser reconocidos por Roma. Por el otro, teme que el integrismo católico de la Resistencia provoque algún asomo de disidencia en sus propias filas, pues es claro que lo que ha ocurrido ha puesto más en evidencia a los traidores de Menzingen que cada vez se descubren más en público como lo que son.

Con todo lo cual se ve que no hay en Menzingen amor a la verdad y amor a la Iglesia, sino amor a sí misma. Por eso como una mujerzuela se pasea buscando aprobación, primero de Roma, y luego de sus fieles. Se vende como un politiquero en campaña electoral, con una sonrisa y un discurso acorde para cada cual. De allí entonces que no bastándole con perseguir a los antiliberales cuando estaban dentro de sus filas, continúa tal persecución y condena estando ellos afuera, sumándose así a la iglesia conciliar de la que dice no formar parte.

Con “loca precipitación”, Menzingen lanzó su comunicado de condena el mismo día de la consagración episcopal (¡antes aún que Roma!), pero no porque lo condujera a ello una “simple duda”, sino por el contrario, porque temían ser asociados públicamente con tal acto, lo cual saben que podría complicarles su “reconciliación plena” con Roma. El comunicado de condena ha sido el peor error que ha cometido Menzingen, porque es con él precisamente que termina de aventar todas las dudas que pudiera haber hasta entonces sobre su intención de complacer a Roma.

No habrá firmado un papel con membrete vaticano, pero el espíritu de la Neo-FSSPX ya le pertenece a la Roma modernista.