No otra cosa podemos pensar
luego del reportaje que publica hoy La
Nación al cardenal Walter Kasper, realizado -cuando
no-, por la venenosa Elizabetta Piqué. Recomiendo su lectura por la gravedad de
sus declaraciones.
Aquí van algunos comentarios:
Presupuestos
Me parece importante incluir
algunos presupuestos contra neocones, que estarán medio confundidos
por estas arremetidas pontificias contra la doctrina católica, y adjudicarán
las declaraciones del alemán a dichos y rumores sin demasiada trascendencia.
- El cardenal Kasper, en este
tema concretamente, expresa las ideas de Francisco. O si quieren, Bergoglio
habla por boca de Kasper. Sabemos que, para el Papa, el cardenal Kasper es un
“gran teólogo” y un “gran alma”, que hace “teología de rodillas”. Muy pocos
purpurados, si es que alguno, ha recibido tales repetidos elogios públicos del
Pontífice felizmente reinante.
- La mayor parte de las
entrevistas son pautadas. Es decir, lo que Kasper dijo no son los desvaríos de
un ancianito senil, sino que han sido muy pensadas y meditadas, y dichas con
sus palabras justas en el tiempo convenido.
Las declaraciones
1)La respuesta a la primera
pregunta es, de hecho, una declaración de guerra a los cardenales y obispos
conservadores, considerando por “conservadores” a aquellos que defienden la
doctrina tradicional de la Iglesia sobre la economía sacramental. Les dice
directamente que ellos han convertido al Evangelio en una ideología y que pretenden
deducir silogísticamente, a partir de una frase evangélica, un conjunto de
normas que pertenecen al campo de la disciplina. Y pretende apoyar su posición
nada menos que en Santo Tomás de Aquino para, de esa manera, restarle a la
posición conservadora, sustento doctrinal.
2) “Nosotros tenemos que
caminar con todo el pueblo de Dios y ver cuáles son sus necesidades”. Es decir,
el Evangelio, que no es un código de normas penales, debe adaptarse a las
necesidades del Pueblo de Dios. Yo siempre entendí que la cosa era al revés: el
Pueblo de Dios debía adaptarse al Evangelio que, como bien dice el purpurado
alemán, es Palabra viva, destinada a deificar al hombre o, si esto escandaliza
a algunos, a elevarlo. Utilizar el Evangelio para justificar las debilidades y
pecados de los cristianos no es sólo invertir la enseñanza del Señor, sino
impedir que los bautizados sean transformados por su gracia.
3) “¿Qué es lo bueno para la
Iglesia? Lo bueno para la Iglesia es adaptarse al mundo”. Es esto lo que, en
definitiva, dice Kasper cuando considera que es “necesaria una discusión
abierta” porque una “Iglesia cerrada no es sana” y porque “vivimos en una
sociedad abierta y plural”. Es decir, la Iglesia debe ser como es la sociedad
actual: abierta, dispuesta a debatir todo, y que los temas disciplinares y
doctrinales provengan del consenso de los actores de la discusión. En término
filosóficos, no más que la “ética del consenso” de Jürgen Habermas, eximio
representante del marxismo crítico de la Escuela de Frankfort y, en términos
escatológico, la entrega de la Esposa del Cordero a las potestades de este
mundo.
Por otro lado, el muy ladino
recurre al sensum fidelium para intentar el engaño de que, la
encuesta que por mandato pontificio se realizó a los fieles, expresaría
justamente ese sentir de los fieles que debe ser tenido en
cuenta. ¡Ya te voy a dar yo a vos, trapacista empurpurado, que el sensum
fidelium se mida con encuestas! Para eso contratamos a
Management&Fit o a Poliarquía, y no a ustedes, teólogos de rodillas o de
dedo meñique.
- ¡No exagere Wanderer! Eso es
lo que dice un cardenal; no lo que dice el Papa.
- Ese cardenal asegura: “Esta
es la aproximación del Papa”. Y, hasta ahora, nadie salió a desmentirlo.
3) Afirma Kasper, en tono
negativo y azuzado por la Piqué, que “hay gente que no está totalmente de
acuerdo con este Papa”. ¿Pero en qué quedamos Eminencia? ¿No era que estamos en
la Iglesia del diálogo y la apertura? ¿O será que la apertura es solamente para
los que piensan como usted y como su valedor, y que los que piensan distinto
están, de suyo, excluidos de cualquier posibilidad de diálogo? Ya se publicó la semana pasada las tretas y artilugios que usted y su pandilla
tienen preparadas para manipular el sínodo e impedir que las posturas
“conservadoras” sean escuchadas y tenidas en cuenta.
4) “No recuerdo una situación
semejante, en la que de forma tan organizada cinco cardenales escribieran
semejante libro (refieriéndose al de los cinco cardenales conservadores). Es
como se manejan los políticos, pero creo que en la Iglesia no deberíamos
portarnos así”.
¡Hipócrita tunante! ¿No es así,
acaso, como te manejás vos y los de tu mesnada? ¿No es así, acaso, como se
manejó siempre tu jefe e inspirador, mientras era arzobispo de
Buenos Aires? ¿No es así como se maneja aún hoy? Abrí las páginas de los
diarios y entérate de la parafernalia circense que permitió el sábado de la
semana pasada en ocasión de la visita de la presidente argentina y de los
impresentables personajes que la acompañaban, y te vas a enterar lo que es
manejarse como político.
Los cardenales que escribieron
el libro fueron valientes pastores que, aun a costa de perder si no su cabeza,
al menos su capelo, afirmaron lo que la Iglesia siempre afirmó. Y, en todo
caso, fueron “astutos como serpientes” según nos manda el Evangelio.
5) “No puedo imaginarme que la
mayoría del sínodo en este punto pueda oponerse al Papa”. Otra vez con la
trampa. ¿No era que las decisiones no debían venir “desde arriba” sino alcanzadas
mediante el diálogo y el consenso? ¿Cómo es entonces que, si el Papa indica en
el discurso de apertura que los que viven en adulterio pueden comulgar, todos
deben seguirlo y ninguno oponerse? Kasper, vos sos como Bergoglio. Muchas
misericordia, pero preguntale a Livieres, o a Palazzini, o al pobre Palmiero, o
a Mollaghan como fueron misericordiados por Francisco.
Conclusión
Las declaraciones del cardenal
Kasper son durísimas. Son un atrincheramiento. Son un mensaje al resto de los
padres sinodales: esta es la posición del Papa y él no espera que nadie le haga
oposición, porque ya saben lo que les va a pasar a los que se opongan.
¿A qué les hace acordar? Los
argentinos no tendrán duda: a las sesiones del Congreso Nacional que son no más
que una farsa en la que se aprueban sin chistar los proyectos enviados por el
Poder Ejecutivo, haciendo caso omiso a las posiciones contrarias de la
oposición. Peronismo en estado puro.
Finalmente, el Rin y el
Riachuelo terminarán siendo los afluentes principales de la Apostasía
profetizada.