La Divina Maternidad es
el título más glorioso de María: “Madre de Dios”. De ahí dimana toda su
grandeza y todo su poder. Es el dogma que proclamó el Concilio de Efeso, en
431, contra la herejía de Nestorio. Para conmemorar su XV Centenario, Pío XI
extendió esta fiesta a la Iglesia universal. Al honrarla con ese título
dulcísimo, recordemos que también es Madre nuestra, y nos sentiremos felices al
echarnos confiados en sus brazos maternales. Es una fiesta a propósito para
rehabilitar en el mundo la maternidad, tan ultrajada. Por eso en algunas
partes, como en la Argentina, se celebra este día el "Día de la Madre”.
(Misal de Azcárate)
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