Transcribo
lo que sostienen un par de hijos putativos del Padre Arrupe, a quienes la
sotana les pesa. Ambos son españoles, lo cual duele y avergüenza más -si cabe-
tanto como avergüenza su deplorable aspecto.
La
primera chorrada es la de José María Castillo, a quien los años
parecen haber pegado duro en la zona neuronal, armándole flor de matete:
…si
la Iglesia no vio dificultad alguna en adaptarse a las leyes civiles y laicas
de los pueblos y culturas en los que fue creciendo y a los que se ajustó sin
poner oposición o resistencia, ¿por qué ahora, cuando el cristianismo es una
institución de ámbito, no ya europeo, sino global,vamos a rechazar que la
Iglesia acepte e integre en su vida los usos y costumbres, las tradiciones y
normas de conducta, que en cada momento y en cada país se vean más
convenientes?
Ante
todo, conviene tener en cuenta que la familia tradicional era, sobre
todo, una unidad económica. La transmisión de la propiedad era la base
principal del matrimonio…
en
la Europa medieval el matrimonio no se construía sobre la base del amor sexual,
ni se consideraba un espacio donde el amor debía florecer.
ni
la familia es ya una unidad económica, sino que, en todo caso, se tiene
que construir sobre el fundamento del amor sexual. Y, sobre todo, resulta
capital tener presente, en todo caso, que la igualdad de derechos entre hombre
y mujer, y la libertad en la toma de decisiones de ambos, son los pilares sobre
los que se pueden renovar y reconstruir la familia y el matrimonio en
este momento.
Por
tanto, las soluciones que se puedan aportar a los problemas planteados al
Sínodo, concretamente la problemática del divorcio, la aceptación por
parte de la Iglesia de las uniones entre personas del mismo sexo o el uso de
anticonceptivos, son cuestiones de suma importancia (que) la
Iglesia puede hoy resolver estos problemas modificando la legislación canónica
actual y sin traicionar para nada su fe y su tradición.
…se
puede afirmar con toda certeza que la doctrina, que se definió en
Trento sobre los sacramentos no es una doctrina de fe en el sentido de un
conjunto de verdades de fe divina y católica.
En
consecuencia, es claro que las formulaciones clásicas de la teología
sacramental pueden y deben ser replanteadas desde una nueva perspectiva…
… una
vez desbloqueado el “corsé dogmático”…la respuesta evangélica y cristiana
más coherente y certera será la respuesta que más nos humanice a todos
en la bondad, el respeto, la tolerancia y la búsqueda de la felicidad …y del
bien y del amor a todos y para todos.
José
María Castillo
La
segunda no pasa de chorradita -se le agradece la brevedad- y es producto del
magín del joven Javier “Javi” Montes:
“Los
retos sobre la mesa del sínodo no son pequeños, por eso debemos apoyar, animar
y orar por los que tienen en sus manos tanta responsabilidad, para que se dejen
iluminar por el evangelio más allá de normas esclerotizadas, para que
la acogida y el acompañamiento ganen al juicio y la condena y para que el
sínodo ayude a que nadie se pueda sentir excluido de la gran familia que somos
la Iglesia”.
Dios
mediante, el día llegará en que un buen Papa encargue a un buen jesuíta la
tarea de barajar y dar de nuevo. El Gran Capitán Ignacio se lo merece
largamente.