“La perfección consiste: 1°, en un verdadero
desprecio de sí mismo; 2°, en la entera mortificación de sus apetitos; 3°, en
una perfecta conformidad con la voluntad de Dios. El que no reúne estas tres
virtudes, está fuera del camino de la perfección.
Por esto decía un gran siervo de Dios, que era
mejor proponernos por objeto de nuestras acciones el hacer la voluntad de Dios
que el procurar la gloria de Dios; porque haciendo la voluntad divina ya
procuramos su gloria; al paso que, proponiéndonos la gloria de Dios, nos
engañamos muchas veces, haciendo nuestra propia voluntad con el pretexto de la
gloria de Dios”.
San Alfonso María de Ligorio, Práctica del amor a Jesucristo