Número
CDXCIX (499)
04
de febrero de 2017
¿Cuento de Hadas?
Mons. Williamson
Una niña tonta puede arruinar una propiedad completamente
¡Y hacer pesar sobre el Reino su suerte!
Había una vez una joven niña (FSSPX) que había sido muy
bien educada por su buen padre (Monseñor Lefebvre). Él le había advertido
acerca de Don Juan (Papas Neo-modernistas). Durante unos años la niña fue seria
y prudente y así se resistió a los avances de Don Juan. Desafortunadamente, un
día su amado padre falleció, y la niña heredó su fortuna. Por un tiempo ella
permaneció fiel a sus mandatos. Rodeada por un grupo de otras sabias niñas
(anti-liberales de la FSSPX), ella continuó administrando su fortuna, velando
por los huérfanos en la propiedad de su padre (Católicos Tradicionales).
Pero el tiempo pasaba. La joven ya no era tan joven. Ella
comenzó a temer volverse demasiado mayor para casarse. Ella temía que cardando
su lana y trabajando en sus bordados, pronto se quedaría sola. ¡Pobre niña!
Ella quería ser amada, tener sus hijos legítimos (Tradicionalistas reconocidos
por Roma). Ella quería lograr algo más que simplemente hacer su trabajo de
caridad para con los huérfanos. Ella estaba aburrida con su vida. Ella estaba
siendo burlada e insultada por sus vecinos que querían que ella se casara
(conservadores y Tradicionalistas que se sometieron a Roma).
Ahora, Don Juan había demostrado una y otra vez cuán
perverso era y cuanto había arruinado y deshonrado a muchas buenas niñas
(Comunidades sometidas a Roma), pero él era el heredero de la familia más
grande en el Reino con el título de Virrey (Vicario de Cristo). Luego de un
prolongado estudio sobre el carácter y virtud de la niña, él decidió una
táctica especial para seducirla – él decidió apelar a los sentimientos los más
elevados de la niña. Así, él comenzó por admitir que él estaba lejos de ser
perfecto, que incluso había cometido errores. Él incluso preguntó a la niña si
podían reunirse para discutir las cosas. La niña aprovechó la oportunidad para
decirle todo lo que pensaba de él y de su s amigos (Discusiones del 2009–2011).
Y durante todo este tiempo (2006–2012) ella le repitió incluso en público que
el casamiento con él estaba descartado a menos que él se corrigiera.
Y entonces ¡Don Juan tuvo una idea brillante! Le dijo a
la niña que ella no era como las otras niñas que él había conocido. Que su
tozuda resistencia le había abierto los ojos. ¡Que solo ella podía curar sus
heridas (los desastres post-Conciliares) y hacerlo cambiar y corregirse para
bien! La niña decidió obtener consejo de sus amigos. Ella los reunió a todos en
la propiedad de su padre (Écône, 2012). Desafortunadamente para ella, ya había
despachado por ese entonces a las niñas prudentes que su fallecido padre había
elegido como sus compañeras (un obispo y sacerdotes de la Resistencia). Su
elección de nuevos amigos eran necias niñas que estaban embriagadas de alegría
de pensar en el casamiento de su amiga con el Virrey. Así que ellas ayudaron a
convencer a la niña (Capítulo General del 2012 y secuelas) que ella podía
transformar a su futuro esposo como Santa Clotilde había transformado a Clovis.
¡Ellas también le dijeron que el deseo de Don Juan de ser ayudado por ella
demostraba que él ya estaba corrigiéndose!
Mientras tanto Don Juan continuó con su empresa de
seducción, manteniendo contactos y discusiones con la niña y sus amigas
cercanas. Así que a pesar de los reproches y repetidas advertencias de las
niñas prudentes viviendo ahora en los bosques alrededor de la casa en la
propiedad del padre, ¡ella ya se había decidido! ¡Ella creía en lo que Don Juan
le estaba diciendo! ¡Ella creía en los argumentos de las niñas necias! ¡Sí,
ella y sólo ella, iba a tener éxito en salvar a Don Juan de sí mismo! ¡Cómo no
hubiera dado su amado anciano padre su aprobación!
¡Pobre niña! ¡Ella había perdido su contacto con la
realidad! Ella ya no podía ver que la misma naturaleza del Virrey estaba
corrompida, y que estaba seguro de corromperla a ella también y a todos sus
futuros hijos y a todos los huérfanos en la propiedad de su padre. Y en cuanto
a las niñas prudentes, ellas estaban temblando de frío en los bosques alrededor
de la propiedad de donde habían sido expulsadas. Lloraban por el buen anciano
padre con lamentaciones que rompían el corazón. ¡Si sólo él pudiera volver! ¡Ay
Dios mío! ¡Ay de nosotras! Pero la única respuesta a su lastimero lamento era el
gemido del viento invernal en los árboles. Era de noche . . .
Kyrie eleison.