R.P.
Félix Sardá y Salvany
Es lícita la defensa de
la Religión desde el periódico* exclusivamente
religioso. Esta es la forma de la polémica en el día, y es forzoso adoptarla.
La Revolución quisiera sin duda que escribiésemos sobre cada cuestión diaria
sendos tomos en folio, segura de que tales tomos no fueran leídos. Ahora, como
el periódico lo lee todo el mundo, ahí está la razón de las invectivas contra
el periódico. Y escucha, más. Si por nuestras razones particulares hubiésemos
desdeñado esta forma de discusión, se nos hubiera echado en cara que no
queríamos descender al terreno propio del siglo, que en odio a las luces
odiábamos la institución de la prensa periódica, que no sabíamos movernos de
las armas anticuadas de la Edad media. Hoy hemos adoptado el armamento de
nuestros enemigos, y se nos echa en cara esto como crimen de lesa Religión,
como si ellos más que nosotros celasen por su honra. ¡Qué perversidad! ¡Qué
hipocresía!
Óyeme, pues. La verdad
puede ser defendida hasta por un periódico, ¿estás? Y el interés de la verdad
está en que cada día aumente el número de estos, defensores guerrilleros. Los
grandes controversistas católicos, los autores de obras magistrales, vienen a
ser la artillería gruesa de nuestro Ejército, que dispara de vez en cuando
algún cañonazo para destruir las aparatosas fortificaciones del enemigo. La
prensa periódica viene a ser la fusilería que al amparo de los fuegos de la
artillería, y aprovechando la brecha que ésta abre en las obras enemigas, se
lanza al combate parcial y de avanzadas, atacando, cuerpo a cuerpo, cansando
con repetidos escarceos, explorando, el campo, reconociendo y obligando a
contestar al quién vive a los sospechosos, etc., etc. Es, en fin, un ejército
movilizado, excelente mientras no se separe, que nunca lo hará, de la voz del
general en jefe. Lo repito. Por esto le aborrece en tanto grado el enemigo...
Esto por lo que toca a la prensa exclusivamente religiosa.
¿Y por lo que toca a la
prensa político-religiosa? Aquí te parecerá que tienen alguna razón nuestros
adversarios: en efecto; aquello tan manoseado de que tales periódicos confunden
la religión con la política es realmente un cargo atroz. Ya verás, no obstante,
a qué queda reducido.
La política es una
ciencia como otra. Y puede tratarse de política en orden a la fe:
O con criterio
contrario,
O con criterio
indiferente,
O con criterio
favorable.
Si lo primero, el
periódico será político anticatólico franco, y por lo tanto, dicho se está que
será cosa mala.
Si lo segundo, será
también anticatólico, a pesar de su pretendida neutralidad, porque esta
neutralidad es ya de sí anticatólica, conforme a la proposición XIV del
Syllabus condenada: Philosophia tractanda est nulla supernaturalis habita
ratione. Proposición que coge de lleno a la política, que es un ramo especial
de la filosofía.
Si lo tercero, será
político-católico, es
decir, tratará y resolverá las cuestiones políticas, juzgará los
acontecimientos, apreciará las personas y las cosas según su conformidad o
disconformidad con las enseñanzas de la fe. Que es precisamente lo que hace la
tan maldecida prensa político-religiosa. De suerte que después de: tanta
declamación y de tanto ultraje sacamos en limpio que no sólo es lícito el
periodismo político-religioso, sino que en cierto modo es entre los político el
único lícito y el único permitido por lo ley de Dios. Repasa si quieres la
precedente argumentación.
Extraño se me hace que
tantos católicos, llevados de su encono a las cosas católicas, lancen así tan
sin ton ni son anatemas sobre la prensa político-católica, cuando ha sido
objeto de repetidos Breves gratulatorios de Pío IX. Entre ellos únicamente
recordamos ahora los dirigidos a los excelentes periódicos L'Univers de París, La Unitá
Cattolica de Tuy y El Pensamiento
español de Madrid. ¿Qué mas? Sabido es que La Civiltá Cattolica fue fundada por iniciativa especial del Sumo
Pontífice, y por él encomendada a los Padres Jesuitas con Breve también
especial. Ahora bien. La Civiltá es
un periódico, no solo religioso, sino político religioso, y por cierto que al
hacer reseña mensual de los acontecimientos políticos del mundo lo hace con
singular desenfado a la par que con reconocida profundidad. ¿Quién se atreverá
ahora a censurar corno perjudicial la prensa político-religlosa? ¿Quién? Vea V.
¿quién había de ser? El católico-liberal. Naturalmente se comprende. Como a él
le pica la mostaza...
«¡Pero, sus
Intemperancias!» Es verdad, no negaremos que los redactores católicos suelen
ser hombres en carne mortal y no ángeles en forma humana; pueden por lo mismo
tener su viveza de genio, y estimulados por la caridad con que suelen tratarles
sus enemigos, especialmente los católico-liberales, echar alguna vez, como se dice, la capa al toro y caer en
alguna fragilidad. No la aplaudimos, ni siquiera tratarnos de excusarla. Pero
el que en esto se halle sin pecado lance la primera piedra. Sí, amigo mío, tú
mismo que tanto recomiendas la moderación y la caridad, discutes a menudo con
tus adversarios no con razones sino con salivazos y puntapiés, y eres el
veuillotista mas acerbo cuando por algún accidente acierta a subírsete la mosca
a las narices, que es muy frecuente. Basta, pues, si no quieres que te lo
pruebe con mil citas textuales. El gran Veuillot, finalmente, a propósito de
una reconvención del Papa en que se creyó aludido, fue tan humilde que la
insertó en su periódico, la elogió y se declaró comprendido en ella pidiendo
perdón a sus adversarios. Nosotros a pesar de que la reconvención del Papa se
dirigía a todos, no vimos imitado por los católico-liberales la gloriosa y
edificante conducta del feroz Veuillot.
«¡Pero esto de que
anden los seglares metidos en cosas de Religión!» Esta especie, amigo mío, te
la he oído mil veces en son de ataque contra la prensa católica. No tienes
razón con ella, amigo mío; no tienes razón. Precisamente los grandes
controversistas de la escuela católico-liberal son casi todos seglares, y
hablan y discuten de materias religiosas a su modo con el más gentil
desembarazo. Seglar eres tú y casado y padre de familias, y en tus
conversaciones y escritos tratas filosófica y teológicamente empeñadas
cuestiones de Religión, y lo haces a veces con acierto y provecho. Y desde el
principio del Cristianismo hubo seglares que escribieron de Religión, y algunos
de ellos a pesar de posteriores extravíos han sido incluidos en la lista de los
grandes escritores católicos. Recuerda a Orígenes y Tertuliano, que ciertamente
no fueron obispos. No; la polémica católica no está vedada al seglar, como se
sujete en ella a las condiciones a que debe también sujetarse el eclesiástico,
es decir, a la sumisión a la autoridad de la Iglesia. Recientemente para acabar
de desvanecer, amigo mío, tan injustificadas aprensiones, porque en ciertas
cosas eres muy aprensivo, tanto como en otras lo eres muy poco, te diré que el
Papa acaba de felicitar a Mr. Carlos Perin, catedrático seglar de la
Universidad de Lovaina, por una obra suya titulada: Las leyes de la sociedad
cristiana, colmándole de merecidos elogios. Y el tal Carlos Perin no es obispo,
amigo mío, sino un buen seglar como tantos otros que a la sombra del Episcopado
esgrimen la pluma que Dios les puso en las manos.
*Nota Syllabus: Todo lo
que se dice de los periódicos debe aplicársele hoy día a los blogs y sitios de
Internet.
P.
Félix Sardá y Salvany, “Cosas del día, o sea, respuestas católico-católicas a
algunos escrúpulos católico-liberales”. Texto completo acá.
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