Hemos escuchado la
parábola de la cizaña. Nuestro Señor la explica a los discípulos, algunos
versículos más adelante: El que siembra la buena semilla, es el Hijo
del hombre. Y el campo es el mundo. La buena semilla son los hijos del reino y
la cizaña son los hijos de la iniquidad.
Cuidado: no
creamos que por estar bautizados, que por ser católicos o por ser
tradicionalistas o por militar en la Resistencia somos “hijos del reino”. No
nos engañemos, porque todo el que comete pecado mortal es “hijo de la
iniquidad”. El que sea cizaña, que por la confesión se convierta en trigo. El
trigo, los “hijos del reino” son las almas en gracia de Dios. Algunos que ahora
son trigo morirán siendo cizaña e irán al infierno; y al revés, algunos que
ahora son cizaña, morirán siendo trigo e irán al Cielo. Por eso dice San Pablo:el
que crea estar en pie, mire de no caer (1 Cor 10, 12), y San Agustín,
por su parte, dice (ser. 73): en el campo del Señor, esto es, en la
Iglesia, a veces, lo que era trigo se vuelve cizaña y lo que era cizaña se
convierte en trigo; y nadie sabe lo que será en el futuro… A veces, según la
estimación humana, se cree que algunos son trigo, pero son cizaña; y se cree
que algunos son cizaña, pero realmente son trigo. Y por eso la
separación del trigo y la cizaña será al final, porque la misericordia de Dios
espera que el que es cizaña se convierta en trigo. Vivamos en gracia de
Dios porque el cualquier momento podemos ser segados, y después de producida la
muerte, ni la cizaña puede hacerse trigo ni el trigo puede hacerse cizaña.
Sigue diciendo N.
Señor: el enemigo que la sembró es el diablo, la siega es la
consumación del siglo y los segadores son los ángeles. Como es recogida la
cizaña y quemada en el fuego, así será en la consumación del siglo. Enviará el
Hijo del hombre sus ángeles, y recogerán de su reino todos los escándalos, y a
los que obran iniquidad, y los echarán en el horno del fuego. Allí será el
llanto, y el crujir de los dientes. Entonces los justos resplandecerán como el
sol en el reino de su Padre.
En otro sentido,
San Juan Crisóstomo enseña que la cizaña es la verdad adulterada,
porque es propio del demonio mezclar el error con la verdad. En
efecto, es lo que hace desde la tentación que nos llevó a cometer el primer
pecado y es lo que hará hasta el final: mezclar verdades y errores. Cita de Gn
3, 1: Dijo la serpiente a la mujer: ¿por qué os mandó Dios no comer de
ninguno de los árboles del paraíso? Noten que el demonio, en estas primeras
palabras a Eva, expresa -explícita o implícitamente- varias verdades: que Dios
existe, que se comunicó con Adán y Eva, que les manifestó su voluntad, que les
prohibió algo, que esa prohibición recaía sobre la comida, específicamente
sobre los frutos, de árboles del paraíso… Van siete verdades en lo dicho por el
diablo, aunque se podrían enumerar muchas más; siete verdades y una sola
mentira en la palabra: “ninguno”, pues Dios había prohibido comer el fruto de
uno solo de los árboles, no de todos. Es propio del demonio, entonces, engañar
al hombre mediante la mezcla de verdades y errores.
San Juan
Crisóstomo, comentando también esta frase: Y mientras dormían los
hombres, vino su enemigo y sobresembró cizaña en medio del trigo y se fue, dice
que con estaspalabras se nos hace ver que el error viene después de la
verdad, cosa demostrada por la experiencia. Así, después de los profetas
vinieron los falsos profetas; después de los Apóstoles, los falsos apóstoles; y
después de Cristo, el Anticristo.
Mientras dormían
los hombres. San Jerónimo
dijo, hablando de la herejía arriana: el mundo se despertó un día y
gimió de verse arriano. Los Obispos se habían dormido, y esa falta de
vigilancia hizo que el mundo se despertara hereje en el siglo IV. Y qué decir
del Vaticano II, por culpa de cuya diabólica ambigüedad todo el mundo católico
está hoy en la herejía, y en la peor de todas: la herejía modernista. San
Jerónimo también dijo: hablar impropiamente -o de modo confuso
o ambiguo- es el origen de las herejías. Hablar de modo ambiguo es
sembrar cizaña, pues el que teniendo el deber de enseñar las verdades supremas
de nuestra fe, se expresa con palabras que pueden significar verdad o error, lo
que siembra, en definitiva, es la duda, la inseguridad, la confusión, la
cizaña. Porque las palabras ambiguas son el origen de las herejías, desde el
Vaticano II están renaciendo todas las herejías que hubo en la historia y a las
cuales la Iglesia resistió durante 1960 años. No podía ser de otro modo, pues
el modernismo reinante en la Iglesia desde ese concilio diabólico, y porque se
vale del arma poderosa de las palabras ambiguas, es la cloaca colectora
de todas las herejías, como dijo el gran San Pío X.
Sobresembró
cizaña. La cizaña es
sembrada después de que es sembrado el trigo. El error viene después de la
verdad, a destruirla. Por eso después de un Pío X y de los Papas que resistían
totalmente católicos o antiliberales hasta Pío XII, vino un Juan XXIII,
liberal, un Vaticano II, concilio liberal, un Pablo VI, más que liberal, y el
resto de la terrorífica serie de los Papas liberales y modernistas hasta el
presente. Por eso también, después de un Mons. Lefebvre, fundador de la FSSPX,
vino un Mons. Fellay, destructor de la FSSPX, y ahora somos testigos de la
transformación en cizaña de una congregación que era trigo. ¿Cómo se ha
logrado esto? Y viniendo los siervos del padre de familia le
dijeron: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De
dónde, pues, tiene cizaña? Mediante -una vez más- el veneno de las
palabras ambiguas.
Estimados fieles:
supliquemos a Dios vivir y morir siendo trigo y no cizaña y esforcémonos por
conservar la gracia en nuestras almas. Y, también con el mismo fin, rechacemos
resueltamente los intentos de los que pretenden sembrar la cizaña de la
herejía, de la mentira, del error, de la ambigüedad en nuestras almas. Yo soy
la Verdad, dice Cristo (Jn 14, 6). Nuestras almas han sido creadas para la
Verdad, no para la herejía ni para el error ni para la ambigüedad. Los pastores
que a las ovejas dan a comer la cizaña de las medias verdades o palabras
ambiguas, no menos que los que las envenenan con herejías manifiestas, vienen
del demonio, no de Dios, eso es seguro. La Verdad es para nuestras almas y
nuestras almas pertenecen a la Verdad. Que por la intercesión la la Sma.
Virgen María, Dios quiera grabar con fuego en nuestros corazones estas palabras
dichas por Cristo al Padre: Santifícalos en la Verdad. Tu palabra es la
Verdad... Y por ellos yo me santifico a Mí mismo, para que también ellos sean
santificados en la Verdad (Jn 17; 14, 17, 19).