domingo, 2 de febrero de 2014

PADRE JEAN DE MORGON: LA RESISTENCIA ES UNA CUESTIÓN DE PRINCIPIOS.

NON POSSUMUS


El pasado domingo 26 de enero, durante la Misa, el Padre Jean de Morgon explicó a los fieles el por qué de la separación de los sacerdotes y los Dominicos de Avrillé de la FSSPX. 
Les ofrecemos un extracto del sermón.



San Pablo nos dice, en la Epístola a los Gálatas, que  Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema. Por lo tanto, no es posible estar en paz con alguien que tiene otra doctrina, otro Evangelio. Permítanme entonces partir de esta palabra de Dios para tratar de aplicarla a la situación actual, de hoy.

Debemos tener la preocupación de predicar la palabra de Dios, la Verdad, y aplicarla al tiempo presente.  Creo que ustedes están al corriente de los acontecimientos que sacuden al mundo de la Tradición. Si no lo están, se los comunico rápidamente. Algunos sacerdotes han dejado la Fraternidad y también comunidades amigas, las cuales han tomado sus distancias de las autoridades de la Fraternidad.

Tengo el permiso de mi superior de predicar hoy sobre este tema, de explicarles por qué esta división. Es muy importante comprender, pues esta división visible, sensible, es resultado de una división mucho más profunda, más grave, sobre la cual quiero hablar.  Es una división de los principios. Es muy importante comprenderlo, no es una división de personas,  es una cuestión de principios.

A la salida de Misa, ustedes encontrarán fotocopias de un texto que escribí hace algún tiempo. No está firmado pero fui yo quien lo redactó y asumo la responsabilidad.

En la primera parte les quiero demostrar que nosotros debemos ser personas de principios. En la segunda parte, quiero demostrarles que si después de cincuenta años nosotros estamos en la Resistencia, en el combate por la Fe y la Tradición, es porque somos hombres de principios; y en tercer lugar quiero aplicar esto a lo que sucede actualmente,  hay un problema de principios en la Tradición.

Primer punto:

Debemos ser personas de principios.

Nos basamos en las enseñanzas del Papa Pio IX, en 1871 dijo a los franceses que, desde la Revolución, ya no tienen la bendición de Dios pues alteraron los principios. Luego San Pio X en su encíclica Pascendi que dice que cuando se alteran los principios aunque sea un poco, las consecuencias son enormes. Después el Papa Pio XII, recibiendo a los franceses, les dijo que Francia no se levantará hasta que los católicos sean hombres de principios, hombres de doctrina, hombres con formación.

Después citaré al gran Cardenal Pie, que hizo un sermón para explicar a sus diocesanos que la Iglesia siempre ha sido intransigente con los principios, y tolerante en la práctica con las personas. Y el mundo, los liberales, son todo lo contrario: Son tolerantes con los principios e intolerantes en la práctica. Esto es lo que explica el Cardenal Pie.

Y Monseñor Freppel dice que cuando abandonamos los principios, es la ruina. Ellos también nos dicen que todas las revoluciones no se hacen por las personas sino que son batallas por los principios.

Por lo tanto, debemos ser hombres de principios, los Papas lo dicen, la Iglesia lo dice. Si somos hombres de interés, si ponemos a los principios por debajo de nosotros, por nuestros intereses, entonces vamos hacia la catástrofe, no estamos haciendo la voluntad de Dios.

Los principios no son forzosamente dogmas de fe. Pero si no los respetamos, hay graves consecuencias. En Francia y en Inglaterra hay un principio para conducir en un mismo sentido por la calle. Aunque en Inglaterra conduzcan por la izquierda y nosotros por la derecha. Pero el principio es el mismo. Y si no queremos respetar ese principio, vamos hacia la catástrofe. Así son los principios, no necesariamente son dogmas de fe, pero es un principio que si no lo respetamos, vamos hacia la catástrofe, al accidente.

Segundo punto:

Quiero demostrar que en la Tradición, en la Resistencia que llevamos a cabo a pesar de nosotros, resistencia al Papa, a los obispos, es porque es una cuestión de principios.

No estamos en contra del Papa, no estamos en contra de los obispos, al contrario, estamos contra sus falsos principios. Sí. Y les doy un ejemplo para comprender rápidamente: El Concilio Vaticano I impuso un principio: Todo aquí abajo está ordenado para la gloria de Dios. Principio que es dogmático, está en la Sagrada Escritura. El Vaticano I no inventó nada declarando esto. El Vaticano I solo recuerda el principio que todo aquí abajo está ordenado y fue creado para la gloria de Dios. Pero el Vaticano II puso otro principio: Todo aquí abajo está ordenado para el hombre. Impusieron otro principio. Y Monseñor Lefebvre, el Padre Calmel, y otros, no aceptaron este nuevo principio. Queridos fieles, me dirijo a los más antiguos en la Tradición de entre ustedes, ustedes no aceptaron el nuevo principio tampoco, pues la nueva religión que ordena todo al hombre, ocasionó que ustedes se sorprendieran cuando llegando a su iglesia ya no vieron el Sacrificio de la Misa,  y su sentido católico, incluso sin conocer el principio, les hizo no querer volver a la nueva misa.  Fue gracias a estos pioneros en la Tradición a quienes les debemos que estemos en el buen combate por la Fe, si no hubiera sido por Monseñor Lefebvre y tantos otros, no estaríamos aquí. Y ellos fueron hombres de principios, que no quisieron transigir. Ustedes deben saber que Monseñor Lefebvre no quiso ni una vez en su vida celebrar la nueva misa. Fue presionado por algunos, pero Monseñor era un hombre de principios y si esa misa es mala, el siempre dijo “¡No, yo no la voy a celebrar!”, ni una sola vez lo hizo. Si Monseñor Lefebvre hubiera sido un hombre de interés, hubiera dicho: podemos arreglar las cosas, estas personas son muy amables, me darán una capilla, vamos a poder arreglar las cosas. Otro ejemplo: cuando el rey de Inglaterra se quería divorciar, el Papa le dijo que no, no se podía divorciar. El Papa hubiera podido decir que sí, es un rey católico, Inglaterra seguirá siendo católica, etc.  Pero no, no era posible, y como resultado el rey se separó de la Iglesia y hubo cisma. Pero es una cuestión de principios, no podemos hacer un mal para sacar un bien, dice San Pablo. No podemos hacer a un lado un principio querido por Dios por un interés pasajero, o particular en contra del bien común.

Podemos poner muchos ejemplos más. Ahora resumo el segundo punto: Los antiguos fueron fieles a los principios y gracias a ellos estamos aquí, luchando el buen combate.

Tercer punto:

Su aplicación en la actualidad.

¿Dónde se sitúa el problema? ¿Dónde se sitúa la división? No es una cuestión de sacerdotes o de comunidades religiosas amigas. La división está en los espíritus en nuestro mundo de la Tradición. En los prioratos, en los conventos, está en los espíritus, los cuales profesan un principio que han mantenido por muchos años, que Monseñor Lefebvre nos legó, y ahora este principio ya no está más, y este es el problema. Ahora, ¿cuál es este principio? Es el principio de que no podemos firmar un acuerdo práctico con las autoridades romanas si antes no estamos de acuerdo sobre la doctrina, si no profesamos la misma Verdad. Y este es un principio católico. Vean las fotocopias que les puse a disposición, léanla, allí demuestro que es un principio católico fundado en la Sagrada Escritura, en los Padres de la Iglesia, fundado también en la práctica de la Iglesia, la cual es la actitud del Papa frente, por ejemplo, a los ortodoxos, los cuales después del gran cisma, y discutieron con Roma para volverse a reunir con un acuerdo práctico, pero la Iglesia siempre insistió en la cuestión de la doctrina. Siempre. La Primacía del Papa y el Filioque. Y los acuerdos que hubo con algunos ortodoxos griegos o rusos, ellos se volvieron católicos, Roma nunca transigió con la doctrina. Nunca. Roma siempre fe muy firme en la doctrina. Primero la doctrina y luego las cuestiones prácticas, la cuestión litúrgica, por ejemplo. Pero en la Fe no se transige. La Iglesia es de hecho intolerante con la doctrina, es la Fe, ella no nos pertenece, es un depósito que hemos recibido y no tenemos derecho de tocarlo. Ni siquiera el Papa.

Entonces, nuestro problema actual. Durante años, y hasta las consagraciones episcopales, Monseñor Lefebvre buscó las discusiones con Roma. Desde 1975, luego de la condenación injusta -y nula- de Roma a la FSSPX, hasta 1988, Monseñor Lefebvre era llamado a Roma y discutía –de doctrina. Luego intentó un acuerdo práctico cuya firma retiró al día siguiente. Entonces por eso se puede dar citas de Monseñor en el sentido de ir a Roma, de hacer la experiencia de la Tradición, etc. Pero se dio cuenta –incluso lo dijo- que había ido demasiado lejos con el Protocolo de acuerdo de 1988, fue muy lejos pues transigió en la doctrina, puso la práctica primero, él lo reconoció. Y después afirmó que si fuera a tener nuevos coloquios con Roma, es él quien pondría las condiciones (Fideliter 66). Por lo tanto, la posición de Monseñor Lefebvre desde las consagraciones hasta su muerte, es que por principio le diría a Roma si se adhería a las encíclicas de los Papas. Les diría: ¿Está de acuerdo con esta encíclica? Quanta Cura, Mortalium Animos, etc. etc. etc. ¿Está de acuerdo con las encíclicas de sus predecesores? Y la segunda condición que es muy importante ¿Está de acuerdo en reformar el Vaticano II con base a estas encíclicas? Porque Vaticano II dice lo contrario de Mortalium Animos, por ejemplo. ¿Está de acuerdo no solamente con la doctrina de sus predecesores sino también cambiar o hacer retornar al Vaticano II sobre estos puntos principales? Yo no invento nada, está en Fideliter 66. Y otras declaraciones de Monseñor Lefebvre, por ejemplo en Flavigny: No podemos entendernos hasta que hayan re-coronado a Nuestro Señor, que afirmen que Él debe reinar en la sociedad.

Retengamos entonces, queridos hermanos, que Monseñor Lefebvre –después de las consagraciones- hasta su muerte se mantuvo firmemente en este principio: Yo podría mis condiciones –la doctrina. Las enseñanzas de los papas: ¿están de acuerdo o no? Si no lo están, inútil dialogar. Esto está escrito en Fideliter 66. Inútil discutir. ¡Inútil!  Si no estamos de acuerdo sobre la doctrina, inútil hablar de la cuestión práctica.  Esto es lo que Monseñor Lefebvre nos legó. Y nuestro mundo de la Tradición siempre estuvo perfectamente unido mientras este principio se mantuvo.

En las fotocopias que les ofrezco se encuentran las declaraciones de los cinco obispos que defienden este principio. Claramente, Monseñor Fellay en una carta a los amigos y benefactores, en octubre de 2008, afirma este principio en el orden de la naturaleza: “Pero hay un orden de naturaleza, e invertir las cosas nos pondría inevitablemente en una situación insoportable; tenemos la prueba de esto todos los días. Lo que está en juego es ni más ni menos que nuestra existencia futura”.

Desgraciadamente, después de algún tiempo, después de terminar con las discusiones romanas, vemos, constatamos cómo poco a poco, las autoridades de la Fraternidad han abandonado este principio.  Lo digo sin celo amargo, lo digo pacíficamente, estoy dispuesto a asumir las consecuencias de lo que digo, y no me lo pueden discutir pues esto es público. Primero empezó Monseñor Fellay poco a poco. En Canadá puso como ejemplo a los ortodoxos, que hubo acuerdos sobre la cuestión del matrimonio, etc. Entonces para Monseñor Fellay hay excepciones a los principios y se puede transigir. Pero el asunto del matrimonio de los ortodoxos no es cuestión de fe, es cuestión de disciplina, completamente diferente. Y Monseñor de Galarreta, en esa conferencia que dio el 13 de octubre de 2012 en Villepreux. Él dijo que era una cuestión práctica, que había que estar todos juntos y que sí podemos aportar algo, continuaremos el buen combate en el interior, como una punta de lanza en el interior, combatiremos desde el interior. Y Monseñor Tissier en una conferencia reciente en Toulon dijo que Monseñor Lefebvre siempre buscó un acuerdo práctico. Yo le escribí diciéndole que es cierto que antes de las consagraciones, hay citas de Monseñor Lefebvre en este sentido, pero después de las consagraciones dejó muy en claro el principio que se encuentra en Fideliter 66: Yo sería quien podría las condiciones, etc. En septiembre de 2013, me respondió, tengo la carta, y me dijo: "Lo dijo, pero no lo hubiera hecho".

Yo no estoy en contra de nadie. No estoy en contra de Monseñor Fellay, ni de Monseñor de Galarreta o Tissier, son obispos, ellos me ordenaron sacerdote, pero lo que yo digo son cosas públicas, están publicadas, lo de Canadá, de Villepreux,  de Toulon, es público. Lo que quiero es que ustedes comprendan el problema que hay en este momento. Hay una división en los espíritus. Este principio que fue mantenido durante muchos años, es ahora abandonado. En el 2006, la Fraternidad hizo un Capítulo general donde reafirmó solemnemente este principio. Y en el 2012, lo abandonó. Puso sus condiciones las cuales se contempla el acuerdo práctico. Y Monseñor Fellay escribió a Benedicto XVI el 16 de junio de 2012 en donde deja de lado los problemas doctrinales que no se han resuelto, hagamos un acuerdo práctico y después veremos los problemas doctrinales. Y Monseñor Fellay le dijo a Benedicto XVI que tenía la intención de continuar en este camino. El 2 de julio siguiente hay una reunión de superiores de religiosos en París con Monseñor Fellay y Monseñor de Galarreta y los padres Dominicos le preguntaron a Monseñor Fellay: Monseñor, ¿no puede regresar al principio del capítulo de 2006? Y respondió: No, no. Eso ya es pasado. Cuatro años antes había dicho que era del orden de la naturaleza, para lo cual no hay excepción posible.

Este es entonces, estimados hermanos, el problema actual. He querido que lo comprendan, no he buscado tomar partido ni atacar las personas, he dado nombres pero son cosas públicas. Les pido que reflexionen estas cosas para que cada uno de nosotros, en conciencia, vea cuál es la voluntad de Dios en este asunto. Esto es lo más importante: Cuál es la voluntad de Dios en este asunto.

Estamos en una guerra de principios, y lo más importante, lo primordial es que se den cuenta que todas las revoluciones se han hecho sobre los principios.

Entonces los sacerdotes estamos ante un grave problema de conciencia como  lo dijo Monseñor de Galarreta en el Capítulo de Albano en 2011: si abandonamos este principio, habrá un grave problema de conciencia para los sacerdotes. Él lo advirtió. Desgraciadamente lo que vemos hoy, esta separación de los sacerdotes, es porque estos sacerdotes tienen un grave problema de conciencia y no son los únicos. ¿Qué debo hacer en este momento?

Los invito a rezar mucho, para que seamos fieles a este principio, el cual estoy convencido que viene de la voluntad de Dios, en esta crisis de la Iglesia en cuanto a nuestras relaciones con Roma.

La condenación del libro del Padre Pivert es porque él defiende el antiguo principio. No hay que buscar otras causas, es porque defiende el principio que tuvimos durante 25 años y que ahora ha sido abandonado.

Estimados fieles, espero haber hablado según Dios. Espero no haber causado ninguna inquietud en ninguna alma, al contrario, debe haber paz. Si estamos convencidos de la voluntad de Dios, solo podemos estar en paz. Incluso si estamos en las peores situaciones. Pensemos en la Santísima Virgen al pie de la Cruz, Stabat Mater, Ella no entró en pánico, estaba tranquila a pesar de la tortura de su Hijo, su Corazón de Madre Inmaculada ¿qué habrá sentido? Ella estaba en paz. No suframos con esta situación en la Tradición. Pidamos a la Santísima Virgen estar como Ella al pie de la Cruz, apacibles y haciendo la voluntad de Dios. Ella estuvo apacible en la Cruz pues sabía que esa era la voluntad de Dios. Y eso fue suficiente para que Ella estuviera en paz. Pidamos esa gracia a Nuestra Señora.