Tomado de Familia Beatae Mariae Virginis
y Non Possumus
Una traición al descubierto.
En este triste año del 2012 se volvió
patente el cambio de orientación de la FSSPX en sus relaciones con la Roma
conciliar. Este cambio tiene repercusiones en todo el movimiento tradicional,
el cual se encuentra paralizado y peor aún, muchas veces falsificado en sus
principios y acciones. La división es consecuencia de todo este cuadro en donde
la falta de claridad, e incluso la contradicción, en el conjunto de las orientaciones
actuales en la dirigencia de la FSSPX, son puestas al servicio de una
estrategia en que influyen, en un concierto hábil y malicioso, la imposición
del principio de autoridad y de la ambigüedad calculada.
Las señales de esta crisis son antiguas,
muchos las identifican a partir del año 2000. Pero sólo en este año la
divulgación de informaciones por vía electrónica desenmascaró, para un mayor
número, los planes para un acuerdo práctico sin la previa conversión de Roma
conciliar.
La principal revelación fue la respuesta
del consejo de la FSSPX a una carta de advertencia de los otros tres obispos.
Sabemos que esta carta de advertencia fue escrita por Monseñor Richard
Williamson y retocada en algunos pocos lugares por Monseñor Tissier de
Mallerais y por Monseñor de Galarreta.
La respuesta del Consejo muestra
claramente la mentalidad acuerdista de Monseñor Bernard Fellay y de sus
asistentes. En ella, el Consejo prefiere sacrificar el bien común de la FSSPX a
la voluntad de Roma conciliar: “Por el bien común de la Fraternidad,
preferiríamos lejos la solución actual de status quo intermedio,
pero evidentemente Roma ya no lo tolera más”. Al principio de la carta ya había
sido dicho: “Para ustedes Benedicto XVI ¿es Papa legítimo? Si lo es,
¿Jesucristo puede todavía hablar por su boca? Si el Papa expresa una voluntad
legítima respecto a nosotros que es buena, que no da una orden en contra de los
mandamientos de Dios ¿tenemos el derecho de desatenderlo, de rechazar esta
voluntad?
De este modo, el no aceptar la propuesta
papal es poner en duda la legitimidad del papa. U obedecemos (incluso en
perjuicio del bien común), o somos sospechosos de sedevacantismo.
Esto equivale a poner en duda la
existencia del estado de necesidad por el que atraviesa la Iglesia Católica
desde el Concilio Vaticano II, en el cual los bienes necesarios para la vida
sobrenatural están amenazados a tal punto, que uno está obligado a infringir la
ley para salvarlos. No se niega la autoridad que con sus medidas produce o
favorece las amenazas, pero se resiste a estas medidas para salvaguardar su
propia fe y la de los suyos y también para que podamos convertir a los que
están en el error.
El Papa desea una regularización canónica:
¿no es esta una voluntad legítima? Claro que, en sí mismo, es legítimo que un
papa desee la regularización de una congregación religiosa. Pero es necesario
investigar las circunstancias y las consecuencias de una tal regularización.
Todos estaremos bajo la jurisdicción al menos del papa, pero ¿este papa es
integralmente católico, como preguntaba Monseñor Lefebvre? Absolutamente no, se
trata de un modernista y de los peores porque es más sutil y pertinaz, ya que
ha escalado los más altos puestos de la jerarquía sin haber renegado nunca de
sus ideas, al punto que, llegando al supremo pontificado, mandó publicar de
nuevo todas sus obras. Todas. No reniega de su pasado modernista. Y esto es un
ejemplo en un mar de décadas de infidelidad (1).
La traición es, asimismo, manifiesta.
Compárese esta carta con las declaraciones de Monseñor Lefebvre. El Arzobispo
enfrentó el calvario de las negociaciones con Roma, hasta la exageración
(el mismo reconoció que se había excedido), casi terminó siendo engañado por el
entonces Cardenal Ratzinger pero, por una gracia especial, comprendió el engaño
antes de que fuera tarde. La FSSPX se salvó y vivió entonces un periodo de
fidelidad y de expansión. Monseñor Lefebvre aprendió con esta amarga
experiencia. Sus declaraciones después de 1988 son una advertencia contra cualquier
especie de acuerdo práctico. Citemos una de las principales:
“Suponiendo que de aquí a un tiempo Roma nos llame, nos quiera ver y
volver a conversar, en ese caso seré yo quien ponga las condiciones. Ya no
aceptaré estar en la condición donde nos encontrábamos en los coloquios. Se
acabó.
Y plantearía las cuestiones desde el plano doctrinal: "¿Están de
acuerdo ustedes con las grandes encíclicas de los grandes papas precedentes?
¿Están de acuerdo con la Quanta Cura de Pío IX, Immortale Dei y Libertas de León XIII, Pascendi de Pío X, Quas Primas de Pío XI, Humani Generis de Pío XII? ¿Están ustedes en plena comunión con esos papas y sus
afirmaciones? ¿Aceptan también el juramento anti modernista? ¿Están por el
reinado social de Nuestro Señor Jesucristo?
Porque si no aceptan las doctrinas de sus
predecesores es inútil hablar. Mientras no acepten reformar el Concilio
considerando la doctrina de los papas anteriores, no hay diálogo posible. Es
inútil”.
Los motivos que
se alegan para este cambio son declarados, claramente, en la conferencia del
padre Niklaus Pfluger, en Hattersheim, el 29 de abril:
“Estos acontecimientos sugirieron a Monseñor Fellay dejar de lado
el principio que guió las negociaciones con Roma. Este principio era: “ninguna
solución práctica sin acuerdo doctrinal”. Pero los acontecimientos pasados
probaron que las diferencias relativas a la cuestión doctrinal no pueden ser
resueltas. El papa quiere una solución canónica para la FSSPX… Si la
Fraternidad rechaza un acuerdo, incluso en estas circunstancias, el resultado
podría ser nuevas excomuniones".
En estas
circunstancias, Monseñor Fellay considera imposible rechazar la proposición del
papa. Sería el equivalente a caer en el sedevacantismo”.
Los que han ido a
predicar la verdad a la Roma conciliar, descubrieron que no había modo de
convertirla, entonces optaron por desistir de la resistencia, se decidieron por
la sumisión. Hay condiciones para esto, pero lo que hay de esencial es la
aceptación de entrar en un sistema corrupto. Nada nos diferenciará ya de la
Fraternidad San Pedro, Barroux, Campos, etc., a no ser la cantidad o la
cualidad de las garantías.
Es imposible que
un cambio como éste no venga acompañado de una deriva doctrinal más o menos
manifiesta. Y de hecho, en las negociaciones que han tenido lugar con vista a
una posible normalización canónica, se discute respecto de un “preámbulo
doctrinal” (2) Monseñor Fellay aceptó enviar a Roma un proyecto de preámbulo
doctrinal el 16 de abril. El preámbulo es secreto, como gran parte de todo este
triste proceso pero, una vez más, el padre Pfluger vino en nuestro auxilio. En
una conferencia en St-Joseph-des-Carmes del día 5 de junio, reveló una parte de
la respuesta de Monseñor Fellay a Roma, que fue considerada por ésta como “…un
paso adelante”:
“La Tradición íntegra de la fe católica debe ser el criterio y la guía
de comprensión de las enseñanzas del Concilio Vaticano II, el cual a su vez
aclara ciertos aspectos de la vida y de la doctrina de la Iglesia,
implícitamente presentes en ella, todavía no formulados. Las afirmaciones del
Concilio Vaticano II y del Magisterio Pontifical posterior relativos a la
relación entre la Iglesia Católica y las confesiones cristianas no católicas,
deben de ser comprendidas a la luz de la Tradición…”
Este texto nunca
fue desmentido. Ni mucho menos se pidió perdón por esto. A partir de ahora,
tenemos la Hermenéutica de la continuidad instalada intra-muros de la FSSPX.
Véase también la entrevista de Monseñor Fellay a Catholic News Service y
la mencionada respuesta del Consejo y podrá constatar la presencia de un
pensamiento que tiende a minimizar la malignidad del Vaticano II, como si éste
no hubiese sido un concilio en donde el Modernismo (“la cloaca de todas las
herejías”. ¡Todas!) se volvió el criterio de una nueva pastoral de capitulación
frente al mundo (3). Jamás este falso concilio podrá explicitar aspectos
de la doctrina de la Iglesia. En cuanto a que la Tradición sea el criterio de
comprensión de éste, notemos el calificativo “íntegra”. Una cosa íntegra que no
ha sido sufrido ruptura. No hay ruptura, el Concilio debe ser interpretado a la
luz del magisterio de San Pio X pero también a la luz del magisterio de Juan
Pablo II, no habiendo ruptura sino continuidad y explicitación entre los dos.
¿Qué queda del espíritu del fundador en
los clérigos imbuidos de tales ideas?
El compromiso.
La revelación del intercambio de
correspondencia entre los tres obispos y la dirección de la FSSPX fue un
escándalo, pero también fue una consolación al mostrar que, a pesar del desvío
de uno de los obispos, todavía eran fieles al combate tres, y esto hacía
esperar una reacción a gran escala que pudiese sanar la crisis que se mostraba
muy grave.
El capítulo de la FSSPX previsto para
julio, era la ocasión propicia de realizar esta operación delicada pero
necesaria. La causa de la crisis estaba en la dirección impuesta en la
congregación. Esta dirección gravemente equivocada venía, esto es claro,
primeramente del Consejo General. La substitución de éste mostraría a todos la
gravedad del mal y el esfuerzo serio en repararlo. La nueva dirección debería
entonces esforzarse en retomar aún más firmemente los principios que guiaron el
combate de la Fraternidad, en particular las declaraciones de 1974 y de 2006,
así como las palabras de Monseñor Marcel Lefebvre a los cuatro obispos recién
consagrados: que deberían depositar su episcopado solamente en las manos de un
papa integralmente católico.
Desgraciadamente,
el trabajo de erosión estaba muy avanzado. El capítulo de la FSSPX, compuesto
en su mayoría por miembros escogidos por el Superior General, pronto demostró,
por el voto abrumador a favor de la exclusión de Monseñor Williamson, que se
inclinaba a acatar la dirección claudicante.
Se dice que hubo
reacciones en contra de esta dirección, manifestadas por discusiones
acalorados. Es muy posible que esto haya ocurrido, ciertos miembros del
capítulo ya se habían distinguido por su posición contraria al acuerdo.
Pero es cierto que el espíritu de
compromiso prevaleció sobre el del combate.
Sabemos esto por
el examen de las seis condiciones acordadas por esta asamblea y reveladas
furtivamente por vía electrónica. Esta ratificación de un cambio capital de
orientación en la Fraternidad tampoco debería haberse conocido, pero el secreto
fue revelado una vez más, llegándose al conocimiento de esas seis condiciones
(tres sine qua non y tres deseables), que son, debido a su
fragilidad e incoherencia, la oficialización, por parte del mayor organismo de
resistencia católica, de su voluntad de entrar en el “sistema” de la Roma
conciliar. Se exigen garantías, pero la incoherencia de ellas denuncia un
compromiso de la parte sana que, por miedo de perder los anillos, acaba
aceptando perder los dedos. La 1ª condición sine que non parece
segura (4) ¿pero de qué estamos hablando? De una normalización canónica, de
colocarse bajo la jurisdicción al menos del papa. Estas “libertades” estarán
siempre bajo la jurisdicción, bajo el control del papa. ¿Y si el papa continúa
comportándose como sus antecesores de los últimos 50 años? ¿Tendrán la libertad
de reprender a todos los que yerran estando bajo su
jurisdicción? Y hay más. Inventaron unas condiciones “deseables” (las cuales
Roma puede descartar fácilmente) que complican aún más la situación. Pues si
solamente es deseable estar exentos de los obispos diocesanos, que se tengan
tribunales (solamente de 1ª instancia), y una Comisión Pontificia con
presidencia tradicional, quiere decir que se admite no tener nada de esto y
conservar al mismo tiempo la libertad de guardar y transmitir el depósito de la
Revelación, reprendiendo, incluso públicamente, a los fautores de errores. Se
ha rechazado la sabiduría de Monseñor Lefebvre quien, al final de su vida y
después de cumplir la misión para la cual fue designado por Dios, exigía, antes
de todo, una profesión de fe por parte de las autoridades romanas. Y ahora se
navega a la deriva, en un mar de contradicciones (5).
La Maniobra
El día de la toma
de la Bastilla, el bastión de la FSSPX tuvo sus principios de acción gravemente
modificados. ¿Y quién será el responsable de aplicar estas directivas? ¿Acaso
los que antes del Capítulo resistían a las acciones camufladas tendentes a un
acuerdo? De ningún modo. Al contrario, los encargados serán los mismos autores
de estas acciones camufladas, los mismos promotores de una mentalidad acuerdista
dentro de la Fraternidad, porque la dirigencia de ésta fue integralmente
mantenida. Ningún cambio. La orden del día es el de la
pacificación, pero bajo la égida de los que siembran la cizaña de la novedad y
de la división. ¿Posible? Por algún tiempo sí, es posible que se consiga una
pacificación más aparente que real pero que implicará el desistimiento gradual
de la resistencia, encuadrada ahora más firmemente en los límites de la
autoridad, la cual precisa recobrar credibilidad y fortalecerse (6). La
reciente conferencia de Monseñor de Galarreta en Villepreux es la más
impresionante ilustración de este proceso: ahora se practica la hermenéutica de
la continuidad… pre y pos-Capítulo (7).
En adelante, unos
y otros trabajarán por la unidad, reforzando así, necesariamente, la autoridad
que no se retractó propiamente de nada. Esta, con toda probabilidad, sabrá
sacar provecho de los resultados del Capítulo, con movimientos calculados y
alternados de retirada táctica para retomar credibilidad (8), seguidos de una
nueva ofensiva formadora de opinión. Los que consintieren en este encuadre
estarán cada vez más imposibilitados dentro de las nuevas directivas de control
de las autoridades, mientras que la verdadera resistencia tendrá sus posiciones
metódicamente rechazadas como tesis obsoleta, y sus acciones tomarán apariencia
subversiva a los ojos de muchos, porque aparentemente son contrarias al
principio de autoridad.
Mutatis mutandis, ¿no fue eso lo que
ocurrió en el periodo post-Vaticano II? La FSSPX no ha hecho el acuerdo, pero
la proximidad con la Roma conciliar ya produjo sus efectos nefastos por
imitación. La muerte de las sociedades es precedida por su corrupción, a
diferencia de los cuerpos. Y así como se dice que la conversión de Roma
tornaría el acuerdo en una cuestión de menor importancia, la corrupción de la
FSSPX ¿no podría crear una situación parecida?
La Señal de la Providencia
Cuanto se tuvo
conocimiento de la oposición de los tres obispos, los responsables de la Roma
conciliar declararon que la cuestión debería ser tratada con cada uno de ellos
separadamente. Y ya en la respuesta del consejo de la Fraternidad, enfatizaron
que la actitud de oposición de parte de los tres obispos era diferente en cada
uno de ellos. Separar a la resistencia siempre fue el mejor método para
dominarla. Pero hay un elemento propio en la cuestión, un elemento que limita
la voluntad de separar. Este elemento ejerció también un papel capital cuando
se dieron las discusiones de Monseñor Lefebvre con Roma, 25 años atrás: el
episcopado. Que los tres obispos se dividan entre sí es muy bueno para los
acuerdistas, pero no a tal punto que escapen de la “estructura” y no puedan ser
controlados en conjunto. Si no se puede evitar alguna reacción de ellos, que
reaccionen por separado pero que, al final, ¡obedezcan en conjunto!
No se juega con
el episcopado. Centenas de sacerdotes relativamente jóvenes y dinámicos pueden
hacer muchas cosas. Después de 40 o 50 años, la acción de ellos pertenecerá al
pasado. Pero los obispos transmiten la doctrina, el sacerdocio también e incluso
el mismo episcopado. Con acuerdo o sin acuerdo, los responsables de Roma
conciliar buscan, sobre todo, la ruptura de la transmisión del episcopado en la
resistencia católica. Estos responsables esperan que los cuatro obispos se
persuadan de la continuidad pre y post Vaticano II o que por lo menos, se
persuadan de la continuidad pre y post capítulo. Pero si ni una ni otra cosa
ocurre, que no transmitan su episcopado. Si lograran al menos este punto, la
disputa, humanamente hablando, estará decidida.
Durante años, las
opiniones y la actuación de Monseñor Williamson fueron una dificultad para la
dirección de la FSSPX. Hoy sabemos que la deriva en dirección al acuerdo
práctico data de muchos años (9) aunque esta se ha tornado más grave y clara en
este año. Con la intensificación de la propaganda acuerdista, también las
palabras del obispo inglés se hizo sentir más, a pesar de las prohibiciones y
amenazas de Menzingen. Aislado, se expresaba por vía electrónica, esta vía
electrónica que hace tanto mal pero que a veces, hace el bien.
Poco más de un
mes después del Capítulo General de la FSSPX, del cual fue excluido, y del cual
él fue el primer y lúcido crítico, ocurrió un cambio importante. De las
palabras en internet se pasó a acciones muy reales. El Obispo salió de su
aislamiento, confiriendo el sacramento de la confirmación en Brasil, sin
autorización previa de las autoridades de la FSSPX. No visitó ninguno de los
prioratos sino solamente comunidades amigas. Actuó como obispo. Rompió la cerca
de su aislamiento, expediente final que fue utilizado por las autoridades para
neutralizar (parcialmente) al obispo que obstaculizaba sus planes.
Siguió la
expulsión de Monseñor Richard Williamson, siendo separado de la FSSPX y de los
otros obispos junto a los cuales fue consagrado por Monseñor Marcel Lefebvre.
Roma conciliar se alegró, los judíos, obviamente, también, los católicos de la
Tradición deben lamentar esta medida, pero no deben perder la esperanza sino
que deben tener razones para fortalecerla. En cuanto a la maniobra de
acorralamiento que está cerrando el cerco sobre la resistencia perpleja,
titubeante, que casi no habla, esta medida abusiva permitió que tuviésemos un
arma para romper el cerco: Un obispo católico que no está paralizado. El Buen
Dios, que escribe derecho en renglones torcidos, nos ofrece ahora una
oportunidad de retomar la fuerza, de vencer la claudicación, de caminar de
nuevo. ¿Somos pocos? Esta pregunta debemos sustituirla por: ¿En qué camino
estamos? ¿En el camino “del escepticismo, de la fantasía y de la herejía”? (10)
Gracias a Dios no, y sin ningún compromiso, por menor que sea, con esto.
Entonces “No temáis, pequeño rebaño, porque fue del agrado del Padre daros
el Reino”.
_______________
Es costumbre en
nuestra comunidad que sus religiosos guarden anonimato. Pero en las actuales
circunstancias le parece conveniente a nuestro Superior hacer una excepción:
Her. Joaquim Daniel FBMV.
Notas:
1 –Como Sumo Pontífice, basta citar Asís
III y la beatificación de Juan Pablo II para deshacer cualquier ilusión de que
sea un papa restaurador.
2 – Mas o menos como en el Vaticano II que
fue “pastoral” y no dogmático, pero que publicó constituciones dogmáticas,
también el acuerdo es práctico y no doctrinal, pero este debe ser precedido de
un “preámbulo doctrinal” que debe ser el fruto del acuerdo entre las dos
partes, aunque las discusiones doctrinales entre las mismas dos partes que
duraron casi dos años, no dieron ningún resultado…
3- Se trata de una capitulación práctica,
“pastoral”, pero que debe necesariamente estar apoyada en principios
ideológicos del pensamiento moderno, tales como el relativismo, el liberalismo
y el naturalismo.
4 - Libertad de guardar,
transmitir y enseñar la doctrina del Magisterio constante de la Iglesia y la
Verdad Inmutable de la Tradición divina; libertad de defender, corregir,
reprender, incluso públicamente, a los fautores de los errores o novedades del
modernismo, del liberalismo, del Concilio Vaticano II y de sus consecuencias.
5 –Fue el mismo Monseñor de Galarreta
quien dijo: “Ir en la dirección de un acuerdo práctico, sería renegar de
nuestra palabra y nuestros compromisos delante de nuestros padres, de nuestros
fieles, de Roma y de todo el mundo. Esto traería consecuencias negativas
enormes ad intra et ad extra“(Reflexiones respecto a la
Proposición Romana, subtítulo “Entrar en Contradicción”).
6 –Ninguna sociedad consigue restaurar su
unidad sin fortalecer la autoridad de quienes la gobiernan.
7 –La conferencia de Monseñor de Galarreta
y la entrevista con el acuerdista padre Pfluger aparecen ahora en el mismo
sitio del distrito de Francia. En su conferencia, Monseñor de Galarreta
declara: “Evidentemente la posibilidad de un acuerdo se ha vuelto distante,
y sobre todo el riesgo de un mal acuerdo me parece que está definitivamente
excluido”. Definitivamente: no quiso decir para siempre sino esta vez. En
su entrevista, el padre Pfluger dijo, respecto a las relaciones Roma-Fraternidad:
“Estos esfuerzos (en vista de un acuerdo) no fracasarán,
pero un acuerdo a corto plazo es improbable”.
8 –El 7 de septiembre, en el Seminario de
Ecône, se dice que el Superior habría reformado algunas de sus opiniones, se
dijo engañado por Roma, declaró que en adelante, las seis condiciones serían
sine qua non, en suma, endurecía las cosas de modo de volver difícil cualquier
acuerdo práctico con Roma. Es difícil conciliar la veracidad de esto con la
información transmitida por Roma, de que recibieron una respuesta de Menzingen
pidiendo más tiempo para reflexionar en la propuesta de un acuerdo. ¡Recibieron
esta misiva el día 8 de septiembre!
9 –Ver el artículo “El Grec y la
FSSPX: Por la Necesaria Reconciliación” en el blog Non Possumus.(aquí) Este grupo de
reflexión entre Católicos actúa en pro de una aproximación Roma-FSSPX de
una manera discreta, desde 1997. Uno de los cuatro fundadores del
GREC es el padre Alain Lorans, responsable del boletín DICI.
10 –Padre Garrigou-Lagrange en su artículo
“¿Hacia dónde va la Nueva Teología?