Antimodernisme:
Una nueva revista acaba de ver la luz en el mundo de la Tradición Católica: “Carta
a nuestros colegas sacerdotes”. Ella ha recibido el apoyo de las más altas
autoridades morales de la FSSPX (que desgraciadamente no siempre coinciden con
las autoridades legales) y ha sido redactada por sacerdotes de esta misma
Fraternidad. Su objetivo: iluminar a los sacerdotes y fieles de la infiltración
del liberalismo, ya sea práctico o ideológico, dentro de la FSSPX. La carta n°2
presentada a continuación, ha sido enviada a todos los sacerdotes de la FSSPX
en el mes de noviembre de 2012 en cuatro idiomas. Los fieles entonces pueden
interrogar a sus sacerdotes sobre este tema y juzgar por ellos mismos el grado
de liberalismo en su pastor. La siguiente carta (n° 3) será enviada y
disponible en enero de 2013.
CARTA A
NUESTROS COLEGAS SACERDOTES
Carta trimestral
de contacto entre los miembros
de la Fraternidad
San Pío X – Nro 2- Otoño 2012.
Hoy nos proponemos volver sobre
una consigna importante dada por nuestro Superior General en el “Cor
Unum”, gracias a las reflexiones de un colega en
‘‘antimodernisme.info’’.
“Es muy importante trabajar
desde todos los ángulos para favorecer en todos lados los principios
prodigiosos que se oponen a la desconfianza, ese gusano roedor y destructor de
las relaciones humanas y de todas las sociedades”. (Bernard Fellay, Cor
Unum nº 102, verano de 2012).
Primer hecho: la cumbre fijada por Monseñor Lefebvre.
“En esta carta del 17 de abril,
retomé el camino que Monseñor Lefebvre había hecho en 1988. (…) Se trataba de
una declaración de este tipo: ‘’ reconozco que la nueva Misa es válida, si es
celebrada con la intención de hacer eso que hace la Iglesia”. En esta frase, no
se dice que es mala, ¡puesto que nosotros lo decimos todo el tiempo!. Se dice,
partiendo de la otra vertiente de la cumbre: “es mala, pero si se celebra
correctamente, es válida” (Monseñor Fellay, Brignoles, 4 de mayo de 2012-
Noticias de Cristiandad nro 135).
Estas dos versiones,
¿corresponden verdaderamente a una misma cumbre? Una es equívoca pero incompleta
(misa válida), la otra no lo es (misa ilegítima aunque válida)! “No se
anda con rodeos con la verdad” declaraba el abad de Cacqueray; Que se
ponga fin a las “triquiñuelas diplomáticas”, decía Monseñor Tissier. En efecto,
el vocabulario del enemigo (rito ordinario en lugar de misa ilegítima que
favorece la herejía) debe ser denunciado, ya que la aceptación de las palabras
prepara la del pensamiento. Se comienza por dejar de denunciar la impostura,
después se la banaliza y finalmente se la acepta. Entonces, esta cumbre,
¿corresponde verdaderamente a aquella de Monseñor Lefebvre?
“La idea de ellos es llegar a
tener la autoridad sobre nosotros como para conducirnos a aceptar el concilio y
las reformas conciliares. No han cambiado ni una jota desde el concilio, al
contrario, están tanto más fuertes en cuanto que ahora tienen una cierta
tradición en Roma… no pueden admitir en su espíritu que nosotros derribamos el
anatema sobre todo lo que ellos hacen. Pero, en fin, es la misa que digo todos
los días” dijo el cardenal Ratzinger (…) “¿Van a disuadir a los fieles de ir a
estas misas?” no soy yo quien haya respondido, fue el abad Laroche: “Sí, es
protestante”. “Oh! si es así como Ud. toma las cosas, la comisión va a tener
trabajo” dijo. Sí, porque para ellos, el trabajo de la comisión va a ser
realizar la reconciliación. (…) No, su intención no ha cambiado porque sus
principios no han cambiado (…) Para ellos, no hay más que una Iglesia, la
Iglesia del Vaticano II.” (Flavigny, 11 de junio de 1988).
2do hecho: los dos olvidados.
El 24 de enero de 2009, Monseñor
Fellay hacía el siguiente comunicado: “La excomunión de los obispos
consagrados por Su excelentísimo Monseñor Marcel Lefebvre el 30 de junio de
1988, que fue declarada por la Congregación por un decreto del 1ro de Julio de
1988 y que siempre hemos discutido, ha sidoretirada por otro
decreto de la misma Congregación, en fecha 21 de enero de 2009, bajo el mandato
del papa Benedicto XVI. Expresamos nuestra gratitud filial al Santo Padre por
este acto […]”
El decreto para el levantamiento de
la excomunión Latae sententiae de los obispos de la
Fraternidad San Pio X, indica que Monseñor Fellay, en una carta del 15 de
diciembre de 2008, “solicitaba de nuevo el levantamiento de la
excomunión”. El mismo decreto indica también que el “papa Benedicto XVI –
sensible como lo sería un padre en la enfermedad espiritual manifestada por los
interesados a causa de la sanción de la excomunión, y confiando en su
compromiso, expresado en la carta citada, de no ahorrar ningún esfuerzo
en profundizar, durante los coloquios necesarios con las Autoridades de la
Santa Sede, las preguntas que quedan en suspenso, de manera de poder conseguir
rápidamente una solución plena y satisfactoria del problema planteado en el
origen – decidió reconsiderar la situación canónica de los Obispos Bernard
Fellay, Bernard Tissier de Mallerais, Richard Williamson y Alfonso de
Galarreta, creada por su consagración episcopal (….) Deseamos que no sea
seguida de la realización rápida de la plena comunión con la Iglesia de toda la
Fraternidad San Pío X, atestiguando de esta manera una verdadera fidelidad y un
verdadero reconocimiento del Magisterio y autoridad del papa con la prueba de
la unidad Visible”[1].
El decreto romano no habla ni de
Monseñor de Castro Mayer ni de Monseñor Lefebvre. Es absolutamente normal ya
que el decreto habla de un levantamiento de la sanción y no de una retirada. Se
trata del perdón de “padre” para los hijos arrepentidos que
sufren de una “enfermedad espiritual” que viene del “escándalo
de la división”. Ahora bien, solo los vivos podían ser objeto de la
clemencia papal. La alegría del superior general y su “gratitud filial
para con el Santo Padre”, ¿no han sido precipitadas, inoportunas (o fuera
de lugar), o ambiguas? Esta “gratitud”, ¿no implica una concesión para
con los modernos y una ingratitud hacia esos dos gigantes de la fe cuya memoria
continúa siendo ensuciada?
Más todavía, aquel que los “excomulgó”, Juan Pablo II, de
siniestra memoria, ha sido (¡Oh! ¡suprema impostura!) “beatificado” y colocado
sobre los altares. “Este nuevo clima” ¿podría anunciar
verdaderamente “pronto el reconocimiento de los derechos de la tradición
católica?”.
3er hecho: de la voluntad propia.
“El capítulo (general) es una
persona moral que representa todo el instituto. … El capítulo general tiene más
poderes que el superior general que él elige. Puede fijar las leyes o al menos
tomar medidas que deben cobrar fuerza hasta el capítulo siguiente. (Naz,
Tratado del derecho canónico, Tomo 1, nº 816).-
Ahora bien, la voluntad del Capítulo general de 2006, a
propósito de las relaciones con Roma, era doble:
1) “en el caso donde un
acuerdo con la santa Sede fuera encarado seriamente, un Capítulo general
extraordinario sería convocado para tratar la cuestión.”
2) Los “contactos” que la
fraternidad “…mantenga episódicamente con las autoridades romanas” no tienen
por objetivo “arribar a un imposible “acuerdo” puramente práctico”[2].
Ahora bien, sobre estos dos puntos el superior general ha
contradicho públicamente las voluntades de la asamblea.
Monseñor Fellay, quien no se
detuvo más que en la firma del protocolo de 1988, descuidó las conclusiones de
Monseñor Lefebvre después de 1988. Entre Roma y Menzingen, en tanto que no
había “sí”, se volvió a discutir para llegar a un acuerdo “puramente
práctico”. El signo de la Providencia así seguido o la voluntad de Dios
buscada no era más que en un sentido: aquel de la propia voluntad del superior
general. Para eso, rechazó o sancionó las voces opuestas. Se privó de los
consejos proferidos guardando en secreto los términos de la discusión bajo
pretextos falaces (el secreto permitía denunciar toda oposición como siendo
fundada sobre rumores). Monseñor Fellay también había confiado en privado a los
padres de Austria, entre el 17 y el 20 de mayo: “el Capítulo general de
julio no se reunirá para discutir la aceptación del acuerdo sino simplemente
para tomar conocimiento de los nuevos estatutos de la fraternidad”. Pero
estos propósitos seguidamente fueron desmentidos por Monseñor Fellay. Porque
como lo decía este último al Abad Ceriani, el 17 de febrero de 2009 en
Flavigny: “Ud. comprende, Sr. Abad, todo aquello no es más que política”.
O como precisaba el Abad Pflüger el 29 de setiembre de 2011 en
Hattensheim: “La diplomacia juega aquí un rol importante”.
4to hecho: el bien común de la fraternidad
“Se observa en el pasaje que no
hemos buscado un acuerdo práctico. Esto es falso. No hemos rechazado a priori
como Uds. lo piden, considerar el ofrecimiento del Papa. Para el bien común de
la fraternidad, preferimos lejos la solución actual del status quo
intermediario, pero manifiestamente Roma no lo tolera más”. (Monseñor Fellay a
los tres obispos, Carta del 14 de abril del 2012).
Ahora bien, los tres obispos habían escrito: “Monseñor,
Señores abades, tengan a bien prestar atención, Vosotros conducís la
fraternidad a un punto donde ya no podrá dar marcha atrás, a una discusión sin
retorno. Si llegan a tal acuerdo, a tales influencias destructivas y poderosas,
la fraternidad no las podrá soportar. Si, hasta el presente, los obispos de la
fraternidad lo han protegido, es precisamente porque Monseñor Lefebvre ha
rechazado un acuerdo práctico. Pues, la situación no ha cambiado
sustancialmente, toda vez que la condición emitida por el Capítulo de 2006 no
fue anulada (cambio doctrinal de Roma que permitía un acuerdo práctico),
escuchad todavía a vuestro fundador”.
A pesar de eso, el 13 de junio de
2012, Monseñor Fellay fue a Roma con la intención de firmar el acuerdo
puramente práctico. Si él fracasó (no pudo firmar) esto fue gracias a Roma
quien volvió a añadir explícitamente dos condiciones demasiado groseramente
inaceptables. El 13 de Junio fue Benedicto XVI quien nos salvó de la operación
suicida. ¡“Expresamos nuestra gratitud filial al Santo Padre por este
acto”!
5to hecho: El caso de los otros tres obispos
Después de la divulgación de las
correspondencias epistolares episcopales, Monseñor Fellay, el 11 de Mayo del
2012, confió a la prensa americana (CNS):“No puedo excluir que haya una
escisión” de la fraternidad San Pío X.
El 16 de mayo de 2012, un
comunicado de la ciudad del Vaticano hacía saber que “dada la posición
tomada por nosotros, el caso de los otros tres obispos de la fraternidad deberá
ser tratado separada e individualmente”. El 8 de junio del 2012,
Monseñor Fellay declaraba a DICI (nº256), sobre la negativa de sus colegas de
un acuerdo puramente práctico: “sobre su posición, no excluyo la posibilidad
de una evolución….Pienso que si mis colegas vieran y comprendieran que por
hecho y derecho hay en la proposición romana una verdadera posibilidad para la
fraternidad de “restaurar todo en Cristo”, a pesar de todos los problemas que
subsisten hoy en día en la Iglesia, podrían reajustar su enjuiciamiento, es
decir, con el Estatuto Canónico en mano y los hechos a la vista. Sí, lo pienso,
lo espero”.
El 14 de junio de 2012, la ciudad
del Vaticano después de haber remitido el proyecto de la prelatura personal a
Monseñor Fellay hacía saber de nuevo que “la situación de los otros
tres obispos de la fraternidad será tratada separada e individualmente”. Pero
el mismo día, Menzingeng indicaba que fuera de este encuentro de dos horas
entre Monseñor Fellay y el cardinal Levada, no había sido “cuestionada la
situación de los tres obispos de la fraternidad”.
Monseñor Fellay dijo estar
persuadido por la voluntad del Papa de reconocernos sin decirnos a qué
precio: “Sí, es el Papa quien lo quiere. Tengo suficientes elementos
precisos en mi posesión para afirmar que esto que digo es verdad…”(DICI
nº 256). Pero, el 14 de junio, después de dos años de discusión, Menzingeng
descubre que residen “dificultades doctrinales” sobre el “Concilio
Vaticano II y el Novus Ordo Missae”. Este descubrimiento tardío es
fuertemente sorprendente ya que no era necesario leer entre líneas para
saberlo; era suficiente saber leer.
“Dos temores se oponían más
directamente a este documento… en primer lugar, está el temor de disminuir de
esta manera la autoridad del Concilio Vaticano II, y de poner en duda una de
sus decisiones esenciales: la reforma litúrgica. Este temor no estaba fundado”.[3]
“Yo mismo vi en los años que
siguieron a 1988, que gracias al retorno de las comunidades anteriormente
separadas de Roma, su clima interno cambió; que el retorno en la gran y vasta
iglesia común hizo sobrepasar las posesiones unilaterales y atenuó las
asperezas de modo que emergieron fuerzas positivas para el conjunto”.[4]
¿Cómo pudo Monseñor Fellay dar su
preferencia a sus “nuevos amigos en Roma”[5] contra sus ancianos
clarividentes colegas en el episcopado? Sobre todo, ¿cómo pudo tentar o aceptar
regular la salida de la fraternidad sin los tres obispos? En efecto, en 18 años
de superioriato, Monseñor Fellay jamás traicionó. Pero en 25 años de
episcopado, nuestros tres otros obispos, ¿ya han fallado en el buen combate? En
ese caso, ¿por qué despreciar su opinión prudente y conforme a la voz del
Capítulo del 2006?
6to hecho: la imprecisión artística
“A propósito de la respuesta que
envié el 17 de abril a Roma (…) tengo la impresión de que es conveniente. Entre
nosotros, pienso que será necesario explicar, como es debido (en este
documento) expresiones o declaraciones que hay sobre la cumbre, que si Ud. está
torcido o según si se pone anteojos negros o rosados, las ve de una forma u
otra. Entonces, será necesario que Ud. explique bien que esa carta no cambia
absolutamente en nada nuestra posición. Pero que, si se quiere leerla
atravesadamente, se llegará a comprenderla atravesadamente”. (Monseñor Fellay,
Brignoles, 4 de Mayo del 2012- noticias de Cristiandad nº135).
Si se llega a leer
atravesadamente la respuesta de Monseñor Fellay, es porque ella es ambigua. Si
la respuesta conviene a Roma es porque no representa más la posición de la
fraternidad, ya que nuestra posición no puede convenir doctrinalmente a la Roma
modernista: rechazo del Vaticano II y de sus reformas, rechazo de la misa
bastarda de Pablo VI, rechazo de la canonización de Juan Pablo II.
Monseñor Fellay creía “que las
autoridades romanas” estaban “demasiado presionadas. Se quisiera
alcanzar la palanca de freno, pero no se sabe bien dónde está”. Monseñor
Fellay no sabe entonces que el pedal para frenar a Roma son las directivas
dejadas por nuestro fundador: “Si Uds. no aceptan la doctrina de vuestros predecesores,
es inútil hablar. Ya que no se han puesto de acuerdo para reformar el Concilio,
considerando la doctrina de esos papas que os han precedido, no hay más diálogo
posible. Es inútil.”[6]
Aquél que no sabe dónde está el
pedal de freno, ¿es apto para conducir a los otros? ¿No se debería para mayor
seguridad, retirarle su permiso?
7mo hecho: El Vaticano II en la tradición
“El Papa dice que el concilio
debe ser reemplazado en la gran tradición de la Iglesia, que debe ser
comprendido en acuerdo con ella. Estas son declaraciones con las cuales
nosotros estamos completamente de acuerdo, enteramente, absolutamente” (CNS 11
de Mayo de 2012); “muchos son esos que comprenden el concilio al revés … El
concilio presenta una libertad religiosa, que es una libertad muy, muy
limitada….; después de las discusiones, nos hemos dado cuenta de que los
errores que nosotros creíamos como resultantes del concilio, de hecho no son
más que resultantes del mismo pero de la común interpretación que se ha hecho
de él” (Monseñor Fellay, youtube, líder tradicional habla sobre su movimiento,
Roma).
Estamos muy lejos del “yo acuso al concilio” de
Monseñor Lefebvre, “respuesta necesaria al yo excuso al Concilio” del
Cardenal Ratzinger!”[7]. Cuando Monseñor Fellay escribió: “la
tradición entera de la fe católica debe ser el criterio y la guía de
comprensión de las enseñanzas del Concilio Vaticano II, el cual a su vez aclara
ciertos aspectos de la vida y de la doctrina de la Iglesia implícitamente
presentes en ella, todavía no formulados”[8], ¿cree todavía que el Vaticano
II ha sido un “contra Syllabus”? Uno de los participantes en las
discusiones doctrinales reveló que una “quincena de fórmulas de adhesión” a
todos los textos del Concilio Vaticano II había sido “propuesta
sucesivamente” a la fraternidad. Pero Monseñor Fellay continuaba
pregonando “es el Papa quien quiere verdaderamente este reconocimiento
canónico, no nos lo propone como una trampa”.
8vo hecho: ¿desde cuándo la vida no tiene dificultades?
“En el apostolado, la fraternidad
San Pedro o las Ecclesia Dei están completamente bajo el poder de los obispos.
No tienen, entonces, ninguna libertad. Si tratan de abrir la boca,
inmediatamente no tienen más apostolado, se terminó. No es el tipo de solución
necesaria para nosotros. Es necesario que se tenga una verdadera autonomía….
Tengo suficientes palabras del Papa que muestran que esto es en verdad su
voluntad” (Monseñor Fellay, Brignoles, 4 de Mayo del 2012); “resulta
cierto –como es el derecho de la Iglesia- que para abrir una nueva capilla o
fundar una obra, sería necesario tener el permiso por lo general local. Acá o
allá, esta dificultad será real, pero ¿desde cuándo la vida no tiene
dificultades?”(Monseñor Fellay, DICI nº256, 8 de junio de 2012).
Cuando un superior, frente de un
problema tan grave, demuestra tal ligereza y conlleva tal imprecisión, se está
estupefacto. San Bernardo, escribiendo fielmente al Papa Eugenio III, tenía
razón: “es una cosa monstruosa tener un rango supremo y un carácter
bajo”.
Conclusión
Todo esto no pudo haber sido más
que un horrible malentendido y un temible qui pro quo. Oremos generosamente a
San Pío X por nuestro superior general. Porque sólo un discurso derecho, una
retractación de propósitos retorcidos y el abandono de sanciones contra esos
que vieron claro y que hablaron (Abad. Abrahamwig, Ceriani, Pfeiffer, Chazal…),
podrán restablecer la confianza.
“Estoy dispuesto cuando, en un
momento u otro, sea claro que yo me haya equivocado… Estoy dispuesto para
retractarme….” (Monseñor Lefebvre, conf. en Ecône, 21 de junio de 1978).
La Redacción
[1] De la Congregación para los obispos, 21 de enero de
2009.
[2] Cor Unum, n°85 octubre de 2006.
[3] Carta de Benedicto XVI, 7 de julio de
2007.
[4] Carta de Benedicto XVI, 10 de marzo de 2009.
[5] Cor Unum n° 101, marzo de 2012.
[6] Entrevista en la revista Fideliter,
septiembre de 1988.
[7] Mgr
Marcel Lefebvre, ils l’ont découronné, p. 233, Fideliter.
[8] Abad Pflüger, conferencia del 5 de junio de 2012 en
Saint-Joseph-des-Carmes. Recordemos que la versión del comunicado dirijido a
Roma el 15 de diciembre de 2008, aparecido en la prensa y leído al público por
los Obispos, decía: «Hacemos nuestros todos los concilios hasta el Vaticano
II, al cual expresamos reservas», mientras que la versión corregida por
Menzingen, seguida a los reclamos pero jamás negada por Roma, afirmaba: «Aceptamos
y hacemos nuestros todos Concilios hasta el Vaticano I. Pero no podemos más que
tener reservas al sujeto del concilio Vaticano II».
Tomada de ANITMODERNISME.INFO
y publicado en Non Possumus.