“La verdad es como una espada. No puede transigir con las
conveniencias del mundo. Por eso los verdaderos discípulos de Jesucristo serán
siempre perseguidos. El Señor no envía sus elegidos para las glorias del mundo
sino para las persecuciones, como El mismo ha sido enviado por su Padre”.
Mons. Juan
Straubinger, Comentario a Mt. 10, 34.